Tiene 43 años y fue el primer europeo con síndrome Down en tener una carrera universitaria. Pablo Pineda es diplomado en Magisterio desde 1999, también inició la licenciatura de Psicopedagogía, pero nunca la ha terminado, porque de momento no tiene tiempo. Como consultor de Adecco, da conferencias y ponencias sobre la discapacidad y su experiencia, sobre todo, para quitar prejuicios y aumentar el conocimiento y el respeto a la diferencia.
Maestro, conferenciante, presentador, consultor, escritor y actor galardonado con la Concha de Plata al mejor actor en el Festival Internacional de cine de San Sebastián por su película “Yo también”. Sin duda, está decidido a romper moldes. Tiene el don de comunicar, pero también sabe escuchar y no se le escapa ni una.
Es un lujo conocerlo, una persona que ha roto barreras que nunca nadie había roto antes. ¿De dónde viene Pablo Pineda para haber conseguido todos estos logros?
Verás, fue todo un proceso desde que era niño. Yo recuerdo cuando tenía 8 o 9 años para un programita del centro territorial andaluz que se llamaba ‘Hoy habla Pablo’ y ya empezaba a decir: “dejad hablar a los niños como yo, que estén en las clases y en el patio”. Ya ves, ya con 9 años tenía claro que había que luchar por ello.
¿Le dejaron ir a colegios “normalizados”?
Mis padres tuvieron claro desde el principio que mi educación tenía que ser pública. Empecé en un centro parroquial, pero luego pasé a la pública: colegio, instituto, universidad… Y ha sido algo vital para mí y para ellos. Para mí, porque aprendía a estar en sociedad, en la calle y a tratar a las personas, aprendía a hablar, a comportarme. Pero a la vez, para los niños de entonces también era bueno, porque no habían visto a alguien como yo jamás, aprendieron a respetar la diferencia. Era una conjunción tan positiva que para todos fue bueno. Incluso para los profesores, que eran mayores y venían del régimen anterior.
Pero todavía nos queda camino por recorrer en esto de normalizar la discapacidad, la diversidad, las capacidades diferentes, o póngale el nombre que quiera.
Mucho. De hecho, cuando estaba en el instituto, y a pesar de todo el esfuerzo de mi familia, incluso se votó si continuaba o no estudiando allí. Ojo, eran otros tiempos y lo entiendo en aquel contexto, lo bueno es que se votó que sí.
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN
“A los empresarios les diría que nos dejen trabajar, que no se guíen de nuestra apariencia”.
Sin duda, sus padres iniciaron este gran logro que es Pablo Pineda. He oído que incluso le enseñaron a leer con 4 años.
Cierto. Con cuatro años enseñaron al resto de mis hermanos y conmigo no fueron diferentes. Ya te digo que el secreto de todo esto está en que en mi familia me han tratado siempre como uno más.
¿Qué tenemos que hacer en la sociedad para que todos actuemos como ellos lo hicieron?
Yo hablo mucho con padres, en asociaciones… Y te voy a decir una cosa, además de todos los errores que cometemos la sociedad, los padres también hacen algo que es muy perjudicial, que es sobreproteger a sus hijos down, con toda la buena voluntad del mundo, pero es lo contrario de lo que hay que hacer. Los niños down no somos jarrones de porcelana china, sino todo lo contrario. Mis padres no me consideraron un jarrón intocable, sino un niño. Una persona que debía estar en el mundo.
Ha hecho una película, ha recibido la concha de plata como actor, ha escrito dos libros, es conferenciante y profesor de universidad. Ya quisiéramos muchos tener ese Currículum…
No me quejo. Imagínate los viajes que hago, no paro. Y eso es muy bonito, conocer lugares y gente diferente.
Y hoy está en Pamplona y va a hablar a empresarios. ¿Qué le puede contar Pablo a un empresario?
Pues lo que estamos hablando tú y yo ahora mismo, pero con otras palabras. Porque el empresario debe quitarse la venda que ha tenido en los ojos durante años. Y la mejor forma es reconocer que tiene prejuicios, reconocer que tiene estereotipos e ideas preconcebidas y darse cuenta de que la persona mal llamada con discapacidad somos capaces de muchas más cosas de las que ellos creen. Y lo que hay que hacer es, por lo menos, dejárnoslo demostrar, que nos dejen trabajar y no se guíen de nuestra apariencia. Vamos a implicarnos, vamos a mojarnos.
Por ley se ‘obliga’ a contratar a personas con discapacidad a empresas grandes. Pero la realidad es que un 40% de la población tiene algún tipo de discapacidad y no se tiene en cuenta.
La ley está muy bien y hay que cumplirla, pero vayamos más allá y que vuestro ADN esté impregnado de diversidad para que en un futuro tú, empresa; tú, empresario, le exijas a la administración que reconozca esta necesidad.
A mí, personalmente, me hace ilusión cuando una persona con síndrome de Down me atiende. Me ha ocurrido en La Caixa y en una cafetería en Logroño. Lamentablemente, pocas veces más.
Pues yo voy más allá. Está bien personas down trabajando de barrenderos o camareros, pero ¿por qué no personas con discapacidad intelectual con cargos de responsabilidad en las empresas? ¿Por qué no? En el tema laboral cuesta cambiar la mentalidad, pero hay que hacerlo para que el empresario entienda, no solo que puede tener algún empleado con discapacidad, sino que además lo promocione.
PROYECTOS DE VIDA
Otras discapacidades sí ocupan puestos de responsabilidad.
Bueno, es que la discapacidad con más alta tasa de paro es la intelectual. ¿Por qué? Porque es más fácil adaptar un hotel, una habitación, una empresa, a que te cuestionen la mentalidad. Valores, prejuicios… Vende más lo físico que lo intelectual.
“¿Por qué no personas con discapacidad intelectual con cargos de responsabilidad en las empresas? ¿Por qué no?”
Pues le queda un largo camino por recorrer.
Mucho y por eso mismo estoy hoy aquí, mañana en Madrid, luego en Barcelona y así sucesivamente.
¿Y algún otro sueño por cumplir?
Formar una familia. Eso sí es difícil, por los prejuicios de los que antes te hablaba, pero me gustaría casarme y tener hijos.
Pero si no para, ¿tiene tiempo de buscar pareja?
(Risas) Pero soy muy enamoradizo, no tengo problema en enamorarme pronto. El problema es que las chicas se asustan, porque los down somos tan sinceros y directos…
Pablo, le voy a dejar descansar antes de su charla. Pero antes de despedirnos, voy a ser muy original, ¿qué es lo que de verdad importa?
Valorar lo que tenemos y lo que podemos tener. No lamentarnos ni quejarnos. Lo que de verdad importa son estos momentos. Y levantarnos, ver amanecer y saber que estamos vivos. Valorar lo que tenemos y meternos en la piel de esas personas que no tienen lo que tú tienes.
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