Llegan las Navidades y los Reyes no son los únicos que traen regalos. La tradición de obsequiar a los trabajadores en esta época del año tan especial sigue siendo una práctica tan común como deseada por parte de los empleados, y aunque hasta hace unos años había sido una tendencia en declive, la costumbre de regalar cestas de Navidad, productos o aguinaldos vuelve a crecer en importancia.
Mientras que tan solo el 31% de los trabajadores de las grandes superficies afirma haber recibido algún regalo por Navidad, los de las empresas medianas parecen haberse portado mucho mejor, y hasta un 46,5% dice haber recibido algún regalo, según un estudio realizado por InfoJobs. 
Por parte de las PYMEs, el 39% de sus asalariados dijeron recibir obsequios navideños, lo que supone una cifra intermedia situada a medio camino entre la generosidad supina de las medianas y la austeridad de las grandes.
JAMÓN, TURRONES Y UN BUEN VINO
De este modo, aunque en los últimos años sus pedidos habían disminuido, los lotes de productos navideños siguen siendo los reyes en cuanto a obsequios se refiere. Hasta un 62% de las corporaciones que deciden regalar algo a sus plantillas optan por las llamadas cestas de Navidad.
Es tal la costumbre de regalar este tipo de productos, que los negocios dedicados a realizar este tipo de cestas han aumentado su facturación hasta en un 40% en los últimos 4 años. Una tendencia que ha ido acompañada, en su caso, por otra que cobra mayor importancia y que viene representada por la personalización de los lotes. Así, en nuestras oficinas ya contamos con cestas veganas, cestas sin alcohol, cestas bajas en calorías, … Todo un abanico de artículos para satisfacer una demanda cada vez más especializada y voluminosa. Vamos, para gustos, los colores.
Un buen vino o una pata de jamón son la segunda opción.
Incluso este negocio permite cierta innovación de tal forma que, tras las ‘tradicionales’ cestas, la segunda opción más escogida viene protagonizada por productos gastronómicos concretos. Aquí los reyes indiscutibles son los jamones y vinos, los cuales suponen un total del 19% de nuestros queridos y anhelados ‘aguinaldos’.
NO LLUEVE A GUSTO DE TODOS
Queda claro que a todo el mundo le encanta recibir un regalo, cortesía o similar por Navidad, pero ¿realmente estamos satisfechos con esos ‘detalles’ que se nos entregan para ‘obsequiarnos’ tras un año de trabajo duro? Pues bien, cuando se pregunta a los trabajadores, el 61% reconoce que preferiría recibir otra cosa. Es más, ahondando en este tema, si pudieran elegir, el 59% señala que cambiaría su regalo por una remuneración extra, seguido de la tarjeta regalo escogido para la ocasión por el 27% de los encuestados.
No obstante, a pesar de ser las opciones mayoritarias, es curioso que tan solo el 19% de las veces se opte por obsequiar con un aguinaldo a los empleados, siendo la opción preferida por parte de la mayoría.
UNA CITA INELUDIBLE… O NO
Aparte de las cestas y similares, otro de los clásicos de la Navidad son las cenas de empresa. Más de la mitad de los participantes en el estudio declaró que su empresa organiza algún tipo de celebración para sus empleados durante estas fechas. Una cita que se convierte, por lo demás, en casi obligatoria ya que 8 de cada 10 aseguraron acudir sin falta. 
El 58,5% justificó, además, su presencia porque representa el momento perfecto para charlar con los compañeros de forma distendida, aunque un 12,5% no se mostró tan vivaz y reconoció ir solo por compromiso y por el qué dirán. Resulta curioso que entre todos los encuestados, un morboso 4% afirmó ir «porque siempre pasa algo curioso y no quiero perdérmelo», una forma de tener algo de lo que cotillear durante el café del día siguiente…. O durante todo el año… La gente, ya se sabe, es un pelín cruel a veces con este tipo de ‘salidas de pata de banco’.
Pero ¿qué pasa con los aguafiestas que no acuden a la cena? Pues entre ese 17% de desertores, la mayoría afirmó no acudir porque prefieren montar una celebración alternativa con los compañeros que les caen bien, es decir, un selecto Club Bilderberg dentro de la propia empresa. Mucho más agrios, en plan Mr. Scrooge de turno (la culpa de todo siempre la tuvo Charles Dickens) son el resto, quienes en su mayoría afirman no acudir por no tener ganas de pasar más tiempo con sus compañeros (11%), aburrirse (8,5%) o sentir vergüenza del «ridículo» que hacen sus compañeros al beber. Aunque, por supuesto, hay quienes simplemente no pueden encontrar un hueco (18%). Si estás en este último grupo, sinceramente, creemos que tienes un serio problema de adicción al trabajo (por comentar… de nada).
Sea como fuere la Navidad no deja de ser ese momento de celebración y de reunirse con tu entorno más cercano que nos reflejan las pelis tipo ‘Qué bello es vivir’ y tal y eso. Porque lo importante (al margen de que se ponga un buen vino y unas buenas viandas), es que se cree el ambiente para ayudar a mejorar la Navidad. ¡Feliz Navidad! 
