Una casa del árbol, una cuadra con caballos y un edificio de cinco plantas. El cuarto de juguetes está repleto de construcciones de Lego, pero estas tres son, sin duda, las favoritas de Raquel Balda y su hija. La pequeña tiene nueve años y adora crear «trastos» con su madre. «¿Lo habrá heredado de mí?», se plantea Raquel sonriente. Lo cierto es que la infancia de Raquel también transcurrió así, entre piezas de Lego.
Natural de Pamplona, enseguida encontró en los números su refugio. Las matemáticas le apasionaban. «Era la única de mi cuadrilla que se decantó por la rama de ciencias, todas las demás fueron por letras», expresa al echar una entrañable mirada hacia el pasado. Aunque una vez soñó con ser médica, un pequeño accidente doméstico le quitó de la cabeza esa idea: «Un día, mi padre se cortó el dedo y me desmayé. Ahí supe que ese mundillo no estaba hecho para mí».
Finalmente, decidió estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Pero hoy, a sus 42 años, no puede evitar soltar alguna que otra carcajada al reconocer que nunca llegó a ejercer como tal. Cuando finalizó su formación, no sabía exactamente qué rumbo tomar. Pero sí tenía algo muy claro: deseaba permanecer en su querida Pamplona. Entonces, la vida le brindó una oportunidad «increíble» para despegar en el mundo laboral.
ATERRIZAJE EN LA AUTOMOCIÓN
La planta española del gigante alemán KWD Automotive, ubicada en el polígono de Arazuri-Orkoien, le ofreció una beca en su departamento de Ingeniería. Al aterrizar en las instalaciones, nuestra protagonista recibió una oleada de sensaciones positivas. Recuerda bien aquel primer día en la fábrica. «¡Es enorme!», «¿y estos robots?», «¡qué interesante el proceso de soldadura!», exclamaba en su interior mientras los pensamientos se amontonaban unos sobre otros a toda velocidad. De pronto, una curiosidad inminente nos atrapa. Sin necesidad de preguntarnos, Raquel la percibe: nos encantaría disfrutar de un tour por las instalaciones. ¿Nuestras impresiones serán las mismas que las que ella sintió aquel primer día?
Decenas de robots naranjas mueven sus brazos metálicos con movimientos rápidos y algo bruscos, mientras los operarios manejan infinidad de botones: «Antes era un lugar muy oscuro, ahora posee más luz». Nuestra protagonista eleva la voz para que podamos escucharla por encima del sonido centelleante de las máquinas: «Venid conmigo, os quiero enseñar algo». Intrigadas, subimos unas escaleras. Escalón tras escalón, una sutil sensación de vértigo nos visita. Una vez en la cima, no podemos evitar exhalar un sonoro «¡oh!». La fábrica se extiende infinita ante nosotras. Sujetas a la barandilla, contemplamos asombradas el paisaje industrial. No puede compararse a admirar un atardecer, pero reconocemos que tiene su encanto.

Nuestra protagonista recibió recientemente el Premio a la Mejor Directiva Navarra de 2024, otorgado por Amedna.
La beca con la que se unió a la compañía tenía una duración de doce meses, pero al llegar el decimoprimero le propusieron una oferta muy interesante. KWD Automotive, perteneciente al Grupo Schnellecke, era proveedora de la planta de Volkswagen Navarra, de modo que le brindaron la oportunidad de ofrecer soporte a esta en la implementación de su nuevo «concepto logístico». Durante un año, Raquel se encargó de definir y calcular rutas de suministro y optimizar «flujos logísticos». Además, también participó en el área de chapistería, en diferentes workshops de motores y en la División de Montaje. «Todo empezó con unas prácticas, pero ya llevo en KWD dieciséis años», ríe.
De pronto, se topó con una experiencia que no podía rechazar. ¿Viajar a México y a Estados Unidos para conocer la planta que Volkswagen estaba construyendo allí? Sonaba a un viaje inolvidable. Y así fue. «Era la primera vez que me marchaba al extranjero. Además, había que hablar en otro idioma, era la única mujer… Pero quise ir», relata. Algo que recuerda con especial nitidez es un partido de béisbol «de esos típicos que salen en las películas». Además, algunos de sus familiares estaban residiendo, casualmente, en Guadalajara. Así que, antes de regresar a España, aprovechó para visitarles.
Parece que hacer maletas y coger aviones le gustó. Tanto es así que, al poco tiempo, voló a Italia para prestar apoyo a la fábrica de Lamborghini. «Allí tenían una línea de montaje muy diferente. Fabricaban solamente cuatro coches al día. Todo era muy artesano, hecho al milímetro», apunta al tiempo que recalca lo mucho que aprendió durante aquella etapa, que duró unos cuantos meses.
MEJORAR RATIOS DE EFICIENCIA
2018 fue un año importante para nuestra protagonista, ya que pasó a formar parte del Departamento de Producción. Cuatro años después, pasó a ser responsable y, el pasado 2023, comenzó a ejercer también como directora de Operaciones. De hecho, se convirtió en la primera mujer de KWD España que ejercía como responsable del área de fabricación. «Fue un hito grande», asiente orgullosa tras remarcar que ya son siete los años que lleva liderando el departamento.
En concreto, la planta navarra de KWD España produce componentes que se colocan en el chasis. También fabrica chapa y elementos para la carrocería, y los suministra a diferentes puntos geográficos, donde después otra fábrica se encarga de ensamblarlos. Por ejemplo, el equipo pamplonés produce piezas para modelos como el Volkswagen Polo, el Volkswagen T-Cross, el Volkswagen Taigo o el Audi A1. «Hacemos 6.000 piezas al día, que se destinan a unos 3.000 coches», detalla.
«Hemos tenido que ampliar las instalaciones por esa convivencia que se dará entre las piezas que actualmente fabricamos para coches de combustión y las del automóvil eléctrico»
Hace seis años, la planta navarra decidió dar un salto importante hacia la digitalización. Tanto es así que dispone de un sistema de monitorización capaz de mostrar en tiempo real el estado de las líneas de montaje. «Si hay algún tipo de incidencia, esto nos da mucha capacidad de reacción», explica tras recalcar que, cuando sucede algún problema, es importante reaccionar cuanto antes. «Gracias a esto, la información que tenemos es muy alta. Podemos crear informes para mejorar nuestros ratios de eficiencia y productividad», agrega.
Ahora, el gran reto para KWD Automotive es la producción de piezas para el coche eléctrico, que hará su gran aparición en la fábrica de automoción navarra en 2026. «Estamos preparando el terreno», sostiene Raquel mientras nos guía hacia las cinco líneas de montaje habilitadas para ello.

Nuestra protagonista recibió recientemente el Premio Mejor Directiva Navarra 2024, otorgado por Amedna.
«Los componentes del coche eléctrico tienen más valor añadido que los actuales. Además, el grado de automatización es mucho más alto», puntualiza nuestra protagonista. Lo cierto es que, en el sector de la automoción, el vehículo eléctrico genera mucha incertidumbre: «Todavía no sabemos cómo van a reaccionar los mercados».
Para el correcto aterrizaje de este nuevo proyecto, la firma ha adquirido alrededor de cien robots y, además, hace unos meses decidió ampliar su sede con la construcción de un almacén junto a la nave principal. La superficie de este nuevo recinto supera los 1.400 metros cuadrados útiles. «Hemos tenido que ampliar las instalaciones por esa convivencia que se dará próximamente entre las piezas que actualmente fabricamos para automóviles de combustión y las del automóvil eléctrico. La logística se nos complica un poco», añade.
Alegre, Raquel menciona que este año KWD Automotive cumple su 160º aniversario. Una efeméride que se celebrará por todo lo alto: «Somos la empresa más antigua del mundo en la producción de piezas de carrocería». Con seis sedes repartidas en Navarra, Portugal, República Checa, China y Alemania, donde la compañía posee dos plantas, la directiva pamplonesa se muestra «enormemente agradecida y orgullosa» del crecimiento de la firma, pues KWD España cerró 2023 con una facturación de más de 51 millones de euros.
SER «VALIENTE Y DECIDIDA»
«Siempre he sabido aprovechar las oportunidades que se me han dado», incide justo antes de rememorar el reciente reconocimiento que la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna) le concedió, con el galardón al Premio Directiva Navarra 2024. Sin duda, «un hito» para su carrera profesional: «Este premio es muy importante, sobre todo para dar visibilidad a las mujeres en un sector tan masculinizado como la automoción».
Lo cierto es que el hecho de ser «valiente y decidida» es algo que ha aprendido con el paso del tiempo. Por eso anima a otras mujeres a «no echarse atrás» si desean adentrarse en un sector principalmente copado por hombres. «Pienso que, a veces, nuestro propio juicio nos frena y nos limita. Pero si una quiere algo tiene que luchar por ello, a pesar de todo el esfuerzo y el sacrificio que pueda conllevar», resalta.

KWD Automotive posee seis sedes repartidas en Navarra, Portugal, República Checa, China y Alemania.
Entonces, aterrizamos frente a una curiosa máquina que traslada objetos a toda velocidad. Su brazo agarra piezas que, más tarde, se depositan sobre una plataforma que pasea hasta una línea de montaje. «Antes, un operario se encargaba de hacerlo. En este tipo de tareas, que no tienen ningún valor añadido y están más penalizadas en cuanto a posturas y esfuerzo físico, la automatización de los procesos es importante», aclara tras subrayar que resulta «fundamental» velar por el bienestar de los trabajadores. De hecho, concibe a sus compañeros como un «gran equipo»: «Son muy entregados y muy profesionales, y eso ayuda a que todo fluya».
Sin embargo, para nuestra protagonista hay otro equipo esencial: el de su «casa». En todo momento, el apoyo de su marido y sus dos hijos es necesario. Risueña, suspira. Está deseando regresar a su hogar para construir Legos con ellos y seguir colmando el cuarto de juguetes. Pero ese no es el único hobby que su niña ha «heredado».
Tras un silencio un tanto enigmático, Raquel nos desvela que, de joven, tocaba el acordeón, afición que la pequeña también cultiva. Acompañada de más de cinco acordeonistas y un pandero, recorría toda la Comunidad foral empapándola de melodías. «Estudiaba en la escuela de música de Noáin. Incluso tengo una medalla de oro y dos de plata», evoca satisfecha.
Yo, intrigada por conocer nuevos sonidos, le pregunto si se trata de un instrumento difícil. «Sí, como todos. Pero el hecho de no saber no debe ser nunca un obstáculo, sino una motivación», responde. Nos marchamos de las instalaciones sabiendo que, a partir de ahora, aplicaremos ese consejo en todos los ámbitos de la vida.