Los datos de exportación de la economía española relativos al primer trimestre del año, presentados hace solo unos días por la Secretaría de Estado de Comercio, confirman una tendencia que ya veníamos observando con preocupación durante los últimos meses de 2018. No hay crecimiento de nuestras exportaciones de mercancías. Y eso significa que el potente motor de actividad con que contamos para superar la crisis de los pasados años ya no aporta avance alguno a nuestro PIB, lo que más temprano que tarde —nos tememos— empezará a pasar factura a la tasa de empleo.
Es más, el importante incremento del déficit comercial, cifrado en un 36,5% en este primer trimestre, hasta alcanzar más de 9.400 millones de euros, nos indica que, como en otras ocasiones de nuestra historia, nuestro fuerte consumo interno está contribuyendo a generar riqueza y empleo en otras partes del mundo, lo que resta capacidad de financiación a nuestra economía en un momento en que los niveles de endeudamiento son altísimos.
Veamos con más detenimiento los datos que nos ha deparado el sector exterior en el primer trimestre del año. Frente a unas exportaciones de mercancías por importe de 71.013 millones de euros, un 0,02% menos interanual, las importaciones alcanzaron los 80.477 millones, un 3,2% más que en el mismo periodo del año anterior.
A partir de estas cifras, el análisis que podemos hacer es que estamos ante el peor comienzo de año que se registra desde 2009, cuando en el primer trimestre del ejercicio las exportaciones de bienes llegaron a caer un 20%. Por tanto, si 2018 fue el año de la desaceleración de las exportaciones, mucho nos tenemos que 2019 se perfila como el año del estancamiento.
“Si 2018 fue el año de la desaceleración de las exportaciones, mucho nos tememos que 2019 puede ser el del estancamiento”
Es cierto que hay factores exteriores que están influyendo negativamente, como la desaceleración del comercio mundial, en buena medida motivado por las tensiones proteccionistas y la política de sanciones que se está librando entre gigantes como los Estados Unidos y China, aparte de factores como el brexit, cuya repercusión se hace más patente en Europa. No obstante, lo que parece evidenciarse es que las exportaciones españolas muestran una tendencia más negativa que la de nuestros competidores europeos, de lo que se colige que estamos perdiendo cuota de mercado, al igual que sucedió en 2018.
En concreto, la economía española ha perdido competitividad frente a los principales países de nuestro entorno, como Francia, donde las exportaciones de mercancías en este primer trimestre han subido un 4,7%; Alemania, donde lo han hecho en una tasa del 2,5%, o Italia, con un avance del 2%. Hay que hacer notar, además, que esta pérdida de competitividad se produce respecto de países que, como estos dos últimos, registran un crecimiento débil de sus economías en comparación con España. Especialmente significativa, y preocupante, resulta además la caída de nuestras exportaciones a América Latina (-3,8%) u Oriente Medio (-15,8%).
DEMANDAS Y RECLAMACIONES
Desde el Club de Exportadores hemos venido advirtiendo ya desde hace meses de esta deriva de nuestro sector exterior, y por eso pedimos que se retorne a la senda de las reformas estructurales, tras muchos meses de inacción política en este sentido. Es evidente, como comentamos, que hay factores externos que inciden en la actividad, como el actual contexto internacional, que es desfavorable, pero también existen otros de índole interna que tienen que ver con el marco regulatorio y cuya responsabilidad recae de lleno en el Gobierno.
“Reclamamos la formación urgente de un Gobierno estable, que concite el más amplio acuerdo posible sobre un programa económico que permita el crecimiento y la creación de empleo”
A la vista de estas circunstancias, reclamamos la formación urgente de un Gobierno estable, que concite el más amplio acuerdo posible sobre un programa económico que permita el crecimiento y la creación de empleo.
Entre las medidas que consideramos adecuadas a la actual situación económica de España y mundial, algunas tienen carácter general, como el mantenimiento de un marco fiscal que no encarezca la competitividad internacional de nuestras empresas, el control de los costes salariales y las cotizaciones sociales, y la reducción del elevado nivel de deuda pública.
Y otras, más específicamente centradas en el sector exterior, exigen convertir el desafío de la internacionalización de nuestras empresas en un asunto de Estado, con la participación de todos aquellos ministerios con competencias en la materia. Todo ello orientado a reanimar el sector exterior, que ha sido el principal motor de crecimiento económico en España en los últimos diez años.
Antonio Bonet
Presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles
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