El antropólogo francés Marc Augé definió en 1932 la categoría de ‘No-Lugar’ como “aquellos espacios de tránsito que no tienen suficiente relevancia como para ser considerados lugares“. Al contrario de los históricos o aquellos en los que nos relacionamos, un no-lugar, por lo tanto, es temporal, circunstancial, el tradicional ‘sitio de paso’, como un umbral que nos invita a franquearlo en nuestro camino por este mundo hacia ninguna parte.
Pues bien, precisamente éste es el concepto que justifica y respalda la segunda edición de Des-Adarve Tudela que arranca el próximo 8 de septiembre y que se extenderá hasta el domingo 16. A partir de esos callejones sin salida presentes en antiguas ciudades de reminiscencias musulmanas (como es el caso), desde la capital Ribera nos proponen un divertido juego creativo y de expresión utilizando como excusa la fugacidad del arte contemporáneo.
En definitiva, colocar ante el turista, el investigador, el curioso o el que simplemente pasaba por ahí una transformación de los elementos más significativos del casco histórico tudelano a los que, gracias a este certamen, se convertirán en en espacios de diálogo, participación y creatividad por lo que adquirirán un valor extraordinario al que ya poseen como rico patrimonio arquitectónico, cultural e histórico de Tudela, esa majestuosa ciudad navarra levantada a orillas del río Ebro.
El Certamen de Arte Efímero Des-Adarve nos propone, por lo tanto, una reflexión sobre cómo construimos y constituimos el espacio, qué lo caracteriza y cuál es su auténtico potencial. También, se nos propone analizar e investigar sobre aquellos aspectos que vinculan una calle, una luz, un sonido o una imagen con nuestra memoria, ya sea individual o colectiva, y cómo podemos manejarla y convertirla en algo totalmente ajeno pero, a su vez, atractivo y poderoso. Sirva como ejemplo las imágenes de este artículo que representan a los proyectos de 2017.
TRANSFORMACIÓN DE ESPACIOS
Para lograr esos objetivos, los promotores de este certamen nos plantean hasta cinco performances distintas en otros tantos espacios exclusivos, testigos mudos del importante y valioso patrimonio tudelano. Así, por ejemplo, uno de esos primeros puntos de obligada visita será la Casa del Almirante, uno de los monumentos arquitectónicos civiles más importantes y cuya planta baja ha sido totalmente renovada. Allí, Alejandro Vega ha desarrollado ‘Vacío Elocuente’ con el que busca llevar al extremo el entendimiento genérico de lugar y presentar al visitante, de paso, una vivencia que recale en su memoria.
En Castel Ruiz, por su parte, ejemplo paradigmático de lo que se conoce y ha dado en llamar ‘la Tudela Conventual’ lo que nos encontramos son ‘Balloons’ ideados por Enrique Iriso, Jae Young y Marta Ávila que forman Filo Arquitectos. Dichos creadores han utilizado solo un elemento, globos, para su proyecto de tal forma que han logrado crear una invasión blanca que ocupa de forma irregular el no-lugar hasta lograr romper los límites espaciales y hasta temporales.
‘Parchís’, a cargo de Luis Manovel, ocupa el Centro de Salud Gayarre, inmueble que en tiempos acogió a una de las comunidades religiosas más importantes localizadas en Tudela, la de los Carmelitas Descalzos. Ahora, con ‘Parchis’, su autor se apoya en la arquitectura manierista del antiguo convento para, a través de un textil traslúcido, entre otros elementos, invitar al visitante a que participe de un juego de luces y colores en el que se diseña un rigor y orden totalmente contrapuestos a la sobriedad y rigidez del citado edificio.
Des-Adarve se completa, para la ocasión, con otras dos citas inexcusables localizadas en los palacios Decanal y del Marqués de San Adrián, respectivamente. En el primero, cuya parte más noble fue mandada construir por D. Pedro Villalón, Deán y Decano del Cabildo de la Colegiata de Santa María de Tudela, estará la obra ‘Perderse para Encontrarse’ del Taller Iudum formado por Clara Grenzner, Miguel Ángel Hernández y Elisenda Planell quienes han ideado un espacio cambiante. De esta forma, lo que en un principio se presenta como un laberinto, poco a poco y de la mano del visitante, acabará convirtiéndose en un espacio de expresión que le permitirá vivir, recorrer y experimentar con la propia obra.
Por último, en el Palacio del Marqués de San Adrián, famoso por su patio rectangular de doble planta y su primitiva escalera de planta cuadrada, Manuel Fernández, Jaime Abad y Alejandro Domingo han concebido un ‘Claro en el Bosque’ con el que aspiran a generar un espacio flexible y dinámico donde cada individuo puede interpretar y experimentar libremente según el camino que decida tomar.
Como se ha podido comprobar, al margen de espacios, historia, cultura, arquitectura y patrimonio, una vez más la persona se vuelve a situar en el centro de todo, también de este encuentro Des-Adarve porque, tal y como destacan desde su organización, invitan a “proponer reflexiones sobre qué aspectos definen el espacio y, al mismo tiempo, desarrollar intervenciones que transformen las obras expuestas y las resignifiquen temporal e, incluso, permanentemente, una vez haya finalizado el encuentro de este año”.