17 de septiembre de 2010. Quedaban solo unos dos meses para la Behobia-San Sebastián, por lo que Iñaki Irigoyen y su cuñado Alfredo Telletxea quedaron para entrenarse a las afueras de Doneztebe-Santesteban. Pero cuando estaban en plena sesión, la mujer de Iñaki, Maribel, salió en su búsqueda para darles una aciaga noticia: la empresa familiar, ubicada en Bera, estaba ardiendo.
Irigoyen, de 51 años, es el propietario del concesionario de motos, quads y buggies Txarandaka, el mayor de Navarra y País Vasco dentro de su segmento y uno de los cinco más importantes de España, asegura a Navarra Capital. Ahora mismo cuenta con veinte trabajadores y tres establecimientos en Bera, Berriozar y San Sebastián.
El año pasado vendió 1.300 vehículos y facturó 6 millones de euros, lo que que supuso un nuevo récord para la firma. Además, Irigoyen adelanta que, en 2024, abrirá un nuevo concesionario en la Comarca de Pamplona. Un proyecto en el que contratará a cinco personas e invertirá cerca de un millón de euros.
El padre de Irigoyen, Miguel, abrió el primer concesionario de la marca en 1982, concretamente en el número 52 de la calle Bidasoa, en Bera. Fue allí donde el actual propietario, con apenas 16 años, empezó a aprender todo lo que podía sobre tubos de escape, neumáticos, aceites y pistones. Y eso que él siempre había soñado con ser ciclista profesional.
Pero después de realizar el servicio militar en Aizoáin y de la jubilación de su padre, se hizo cargo del negocio familiar en 1993. Ya a los mandos de la empresa, pidió un préstamo bancario por unos 24.000 euros (4 millones de las antiguas pesetas) para ampliar su línea de productos y adentrarse en nuevos nichos como las motos de trial o los quads.
“En mi primer acuerdo con Yamaha, me pidieron vender siete vehículos en un año. Vendí 70”
Fue precisamente durante un viaje a Madrid con su pareja, realizado en 1995, cuando se topó con un concesionario de este último tipo de motos. Tras coger un catálogo de Yamaha, llamó a la multinacional para que una delegación visitara sus instalaciones de Bera en 1996. Así le concedieron la distribución de vehículos de la marca japonesa en Navarra. “Y todavía no me había casado”, añade riendo. “Me dijeron que tenía que vender siete vehículos en un año. Vendí 70. Lo que no sabía era lo que estaba por venir”, remarca orgulloso.
EL INCENDIO
En 1997, el establecimiento de Bera fue sustituido por otro en Lesaka, de 400 m2. Pero, dos años después, regresó a Bera, concretamente a un local aún más amplio que el anterior, de 900 m2, y en 2000 abrió un segundo concesionario en Berriozar. Con un total de once trabajadores, Txarandaka pasó a vender más de 800 motos al año, principalmente de Yamaha y KTM.
Sin embargo, venían curvas. Regresamos a las afueras de Doneztebe-Santesteban, a ese fatídico 17 de septiembre de 2010. Mientras Irigoyen y su cuñado preparaban la Behobia-San Sebastián, un cortocircuito provocó que sus instalaciones de Bera quedaran calcinadas. ¿El resultado? 340 motos quemadas, unas pérdidas valoradas en 2,5 millones de euros y 900 m2 inservibles. “Llegué, vi el fuego y no quise saber nada más. Me fui a casa, aunque no dormí ni aquella noche ni muchas otras. Es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo”, confiesa.
Tras el siniestro, resistió gracias al apoyo que le brindaron sus propios clientes y otros colegas del gremio. “Nos tuvimos que mudar a un pequeño almacén y sobrevivimos gracias a que nos seguían comprando motos”, remarca. Incluso algunos compañeros le prestaron vehículos para mantener el negocio a flote, como Motos Jose, de Logroño, o su amigo Roque Tabares, de Bilbao: “Me arruiné con 37 años, pero gracias a todos ellos pude seguir adelante”.
“Llegué, vi el fuego y no quise saber nada más. Me fui a casa, aunque no dormí ni aquella noche ni muchas otras. Es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo”
El negocio se recuperó e, incluso, se expandió a Guipuzkoa. En enero de 2014, un compañero de trabajo le mostró que las matriculaciones de motos y quads habían sido mayores en la provincia vasca que en Navarra el año anterior (3.500 frente a 1.000). Así que decidió empezó a operar en un pequeño local de San Sebastián.
Dos años más tarde, se trasladó a otro establecimiento, situado enfrente de la playa de la Zurriola, y en 2020 adquirió uno aún más grande cerca de allí, donde opera en la actualidad. Gracias a su expansión a la comunidad vecina, aumentó tanto el número de empleados (quince por aquel entonces) como los vehículos vendidos al año (1.000). Pero llegó la pandemia, que obviamente también afectó a Txarandaka. Curiosamente, la marca italiana Benelli le había regalado un viaje a China en enero, pero se canceló debido al coronavirus.
EL RELEVO
Además de los buenos resultados económicos cosechados el año pasado, Irigoyen ha podido quitarse de encima una de las preocupaciones que más suelen afectar a los negocios familiares: el relevo generacional. De hecho, la mayor de sus tres hijos, María, se está preparando a sus 22 años para hacerse cargo en el futuro del cuarto concesionario. “Ahora también vendemos motos por WhatsApp“, constata entre risas, como insinuando precisamente la importancia de contar con talento joven en el negocio.