Vivimos momentos inciertos, quizás inéditos. Desde el punto de vista económico nos preguntamos, a la vista de los acontecimientos, ¿estamos adoptando las medidas económicas oportunas?, ¿las estamos adoptando a tiempo?
Algunos incluso han llegado a hablar de una “economía de guerra”. Probablemente, cualquiera que haya sufrido en sus propias carnes un acontecimiento de tal magnitud considere el termino exagerado, pero es verdad que vivimos un momento único y sin precedentes en nuestra historia reciente.
Lo que sí que podemos decir es que tanto a nivel europeo como a nivel nacional estamos cogiendo el toro por los cuernos. La estrategia desde el punto de vista económico pasa porque durante este tiempo, todavía incierto, que durará la crisis, ninguna empresa viable quiebre o suspenda pagos por falta de liquidez. Y, por otra parte, que ninguna persona vulnerable se quede atrás.
UNA RESPUESTA SIN PARANGÓN
Desde el primer ámbito, que es el que nos ocupa en este artículo, la respuesta por parte de bancos centrales y gobiernos no ha tenido parangón. El BCE anunció un paquete de estímulos nunca visto antes. Bien es verdad que, en la rueda de prensa posterior a la publicación de las medidas, su presidenta, Christine Lagarde, en uno de los mayores errores de comunicación que se recuerdan, aseguraba que su trabajo no era “calmar las primas de riesgo”, lo que generó inquietud en los mercados y caída en picado de las bolsas. Si bien el consenso de los expertos es que las medidas propuestas estaban por encima de las expectativas, la comunicación fue claramente mejorable.
“Si bien el consenso de los expertos es que las medidas propuestas por el BCE estaban por encima de las expectativas, la comunicación fue claramente mejorable”.
De hecho, por primera vez en la historia, la presidenta del BCE se vio forzada a matizar sus palabras en una entrevista posterior en la CNBC. Al día siguiente, el economista jefe del Banco salió también a matizar sus palabras, así que, no exento de daños coyunturales, problema de comunicación resuelto. Además, por si fuera poco, con nocturnidad y alevosía y para sorpresa de todos, la madrugada del 18 anunció el gran bazuca a través de un programa de compra de activos de 750.000 millones de euros. Está claro que el BCE hará todo lo necesario para mitigar el impacto del coronavirus.
Por parte de los gobiernos, la respuesta tampoco ha tenido parangón a lo conocido. Desde luego no hemos cometido los errores de 2008, que más allá del acierto en las medidas, no hay duda de que la respuesta fue tardía. No ha sido así esta vez. La Comisión Europea, en coordinación con los diferentes gobiernos europeos, han lanzado un plan de estímulos por valor de 200.000 millones de euros, lo que representa el 1,5 % del PIB de la UE.
Adicionalmente, los Estados miembros han lanzado sus propios planes, que la mayoría de ellos son una mezcla de garantías y avales, así como moratorias en el pago de diferentes impuestos y subsidios a los trabajadores que han perdido su trabajo.
“No me cabe duda de que el ICO, con sus magníficos profesionales, logrará que el plan de 100.000 millones de euros en avales sea un éxito”.
Alemania, por ejemplo, se ha comprometido a movilizar hasta 5000.000 millones de euros a través de KfW, el “ICO alemán”. “Este es nuestro bazoca”, dijo el ministro de Finanzas Olaf Scholz.
El presidente de Francia anunció, por su parte, un programa de avales y garantías para ayudar a empresa pymes y autónomos por valor de 300.000 millones de euros. Y el presidente Trump, así mismo, ha pedido autorización al Congreso de Estados Unidos para lanzar un plan de estímulos de casi 1 billón de euros.
¿Y ESPAÑA?
El presidente del Gobierno anunció por fin el martes un programa de estímulos inédito en su magnitud. Lo más destacado es un plan de avales y garantías de 100.00 millones de euros por parte del ICO para facilitar la financiación de empresas y pymes. Dicho organismo, y sus magníficos profesionales, conseguirán que el plan sea un éxito.
Además de diferentes moratorias de impuestos, está la exoneración a las empresas del pago del 75 % de la aportación empresarial a la Seguridad Social, el 100 % en el caso de las pymes de menos de 50 trabajadores, siempre que estas se comprometan a mantener el empleo. La música suena bien y va en línea totalmente con las medidas aprobadas por países como Francia y Alemania hace algunos días.
Quizás falte algo más de concreción en el anuncio que el presidente Sánchez reiteró en varias ocasiones acerca de la movilización por parte del sector privado de 83.000 millones de euros, así como un apoyo más firme y decidido a los autónomos, que quizás estén en una situación si cabe más vulnerable.
Esperemos que en los próximos días se aclaren, refuercen estas cuestiones pendientes y ojalá a final de año pensemos en el Covid-19 como un mal sueño de invierno.
Pablo Zalba
Director de Regulación y Public Policy en Deloitte, exvicepresidente de la Comisión de Economía del Parlamento Europeo y expresidente de ICO