sábado, 20 abril 2024

Un ‘PTV’ de libro

Ser de 'Pamplona de Toda la Vida' traspasa a cualquier titular. Callejuelas; recovecos; plazas que hablan de tiempos atrás, de mercadillos y marionetas; casas palacio cuyas piedras esconden nobles relatos, historias y anécdotas de ciudadanos de la vieja Pamplona... El fotógrafo José Castells recopila en su libro 'El rincón del paseante' aquellas fotos, historias y anécdotas que le vienen a la mente mientras pasea cada noche por las calles de esta "amable" ciudad.


Pamplona - 13 junio, 2020 - 06:00

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Imagen que desprende al 100 % esa esencia 'PTV'. Mozos en los exteriores de la Plaza de Toros, a la salida de las peñas. (Foto: cedida)

Al abrigo del silencio de la oscuridad, cada noche y desde hace años, José Castells disfruta paseando por las solitarias calles del casco antiguo de Pamplona después de trabajar en su restaurante «La fogoneta», en la calle Bergamín. Cuando comenzó, tras cada paseo, compartía sus sensaciones en Facebook nada más llegar a casa. Los que le leían, elogiaban sus relatos y sus instantáneas. Lo que empezó como unos apuntes en esta red social pasaron a ser tribunas semanales en un diario navarro. Y lo hacía bajo el pseudónimo Patricio Martínez Udobro, como homenaje a tres mujeres de su vida: su hija Patricia y sus abuelas Luisa Martínez y Angelita Udobro, para mantener así su identidad en secreto.

Nunca antes había escrito absolutamente nada salvo alguna colaboración o algún apunte en facebook. De manera profesional, se dedicó durante años a la fotografía en bodas, bautizos y comuniones así como para publicidad y reportajes. Con los años, la recopilación de estos artículos han dado lugar a su primer libro «El rincón del paseante», el mismo título con el que aparecía en las páginas impresas de ese periódico.

Carlos Díaz de Cerio dando un paso de ballet en el Casino Nuevo de Pamplona. (FOTOS: José Castells)

Callejuelas, rincones, plazas, monumentos o casas emblemáticas de Pamplona que le hacían ahondar en sus memorias de crío conforman este libro que va por su segunda edición ya que la primera, con 300 ejemplares, se agotó en menos de una semana. «Cuando escribí los 100 ‘Paseantes’ decidí editar este libro con fotografías de cada lugar».

Sus fotografías van acompañadas por textos, que como él señala, tienen una trinidad: actualidad (lo que él veía); lo que cada rincón le recordaba de su niñez; y la historia o conocimiento que él tenía de cada lugar por el que transitaba, «aunque no todas las fotografías incluyen estos tres componentes», apunta.

Señora caminando por la calle Ansoleaga.

Señora caminando por la calle Ansoleaga.

Cuando Pamplona se le quedó pequeña. empezó a contar historias de personas o edificios de la ciudad, anécdotas… la vida más allá de sus calles.  Este es un libro puramente autoeditado por él mismo. «Es un libro dedicado a todo aquel que ama Pamplona y se siente pamplonés pero también a todo aquel que no reúna estas dos condiciones. Está escrito en un tono muy sencillo y que podría extrapolar su interés a cualquier otra pequeña ciudad de España. Está dedicado cómo no, al pamplonés ausente, aquel que está fuera… y este libro le sacará más de una lágrima pero también alguna sonrisa. Es un extraordinario regalo».

Dice sentirse «infinitamente orgulloso» y confiesa que se le «encharcan los ojos» cada vez que ve un ejemplar en los escaparates. Califica Pamplona como una ciudad amable porque «es una ciudad pequeña pero en la que no falta de nada para que podamos vivir bien, tenemos todo cerca, es plana, es verde y agradable de pasear. Con todos esos condicionantes, ¿qué más podemos pedir a esta ciudad?».

Insólita imagen de una de las raras veces que San Fermín ha entrado en la catedral de Pamplona. En este caso, en uno de sus centenarios. en abril de 2019.

Y centre callejas y recuerdos, hay un recoveco de nuestra ciudad que le tiene especialmente enamorado. «Para mí, un rincón que me atrae con una magia especial es la Plaza San José. Me parece un rincón bonito, coqueto, recoleto, lleno de arte, al lado de la catedral con la puerta gótica de San José, la calle Salsipuedes, su fuente, sus delfines… Además me trae muchos recuerdos de pequeño con las marionetas, los sábados por la mañana con sus mercados de antigüedades… Es el rincón que más me gusta».

También recuerda otras zonas más apartadas del propio casco antiguo, porque como él señala, Pamplona es lo «perfectamente pequeña» como para que los recuerdos de la niñez puedan circunscribirse a muchos rincones de esta ciudad, una ciudad que por aquellos años de los 60-70 donde Castells vivió su niñez, caminar del centro al ensanche era una auténtica excursión. «Me acuerdo cuando el Soto de Lezkairu era campo y me tiraba por la cuesta del tenis, la plaza de la Cruz, la Media luna, la Taconera con aquella pagoda donde alquilaban bicicletas… Mi paseo favorito es el camino que baja desde la Cuesta de Beloso hasta la Magdalena. Mis recuerdos no se quedan en el centro histórico de Pamplona, sino que se amplían al ensanche, Rochapea, Chantrea o San Jorge…». 

Timbaleros y clarineros en la puerta de San Cernin durante la procesión de San Saturnino.

Timbaleros y clarineros en la puerta de San Cernin durante la procesión de San Saturnino.

Son 460 páginas de relatos, de fotos, de historias que se pueden adquirir en la librería Walden de la calle Paulino Caballero, en La Casa del Libro, y en la librería Universitaria de Sancho el Fuerte. Una mirada profunda y personal a la Pamplona más entrañable e íntima, vista desde el objetivo de la cámara de este pamplonés que desde pequeño y hasta hoy, desde que Pompaelo fundó la ciudad hasta que el coronavirus hizo su aparición, ha amado y amará siempre porque como él mismo dice «son rincones de mi vida».

Entrada al Monasterio de Velate.

Camino que lleva a la entrada al Monasterio de Velate.

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