En el mundo, encontramos ocho Pamplonas en Filipinas, tres en México, tres más en Colombia, dos en Perú, una en Cuba, otra en Panamá y una pequeña llamada Pamplonita, también en Colombia. Entre todas, la más destacada por su población e historia es la Pamplona colombiana, conocida como Pamplona de Indias, que fue fundada en 1549. Sin embargo, todas estas «hermanas» comparten un hilo común: la herencia que vincula al nombre con sus raíces navarras y su expansión a través del mundo hispano.
Pamplona, de Navarra al mundo
Y es que nuestra Pamplona (la de Navarra) ha dejado su huella global como símbolo de historia y tradición. Su legado ha inspirado a comunidades en todo el planeta a adoptar su nombre, especialmente durante los siglos de la expansión colonial española. Este vínculo trasciende la geografía y refuerza la conexión cultural entre la Pamplona original y sus homónimas.
La más destacada de las Pamplonas fuera de España es la ubicada en Colombia, en el departamento de Norte de Santander. Fundada en 1549 por Pedro de Ursúa y Ortún Velázquez de Velasco, esta ciudad cuenta con cerca de 60.000 habitantes. Allí, se la conoce como “la ciudad de los mil títulos”, entre ellos el de “Ciudad Mitrada”, gracias a la creación de la Archidiócesis de Nueva Pamplona, la primera diócesis de la región nororiental colombiana. Además, alberga la Universidad de Pamplona, un centro de referencia educativa en el país.
Las Pamplonas del mundo: unidas por la historia y el nombre
Cada Pamplona tiene su identidad única y un encanto especial. En Filipinas, por ejemplo, las ocho localidades que llevan este nombre son testigos del legado hispano en Asia. En América, las Pamplonas de México, Colombia, Perú, Cuba y Panamá muestran cómo la tradición española dejó una impronta indeleble en el continente. Pamplonita, una pequeña localidad también en Colombia, se suma a este conjunto como una suerte de “hermana menor” que mantiene viva la conexión con sus raíces.
La Pamplona colombiana, además de su notable historia, cuenta con atractivos turísticos como la catedral de Santa Clara, un edificio del siglo XVI construido por doña Magdalena Velasco, hija del fundador. Su Plaza de San Fermín, antaño un ruedo taurino, ha sido transformada en un espacio cultural y educativo, mostrando cómo esta ciudad celebra su conexión con Navarra.
Por último, cabe destacar que estas Pamplonas reflejan un viaje que comenzó hace siglos desde Navarra. Cada una, a su manera, perpetúa el espíritu de la original y contribuye a que el nombre Pamplona sea sinónimo de historia, diversidad y universalidad.