Unos 300 metros separan el reloj que marca la cuenta atrás de los Sanfermines, en la Estafeta, de la curva de Mercaderes. Un célebre rincón de Pamplona, entre otras cosas, por albergar algunas de las carreras más espectaculares de los encierros cada mañana de las fiestas, pero que también presencia miles de historias durante el resto del día al convertirse en un punto neurálgico donde se reúnen lugareños y visitantes.
Daniela Rojas: “Al caer el inicio de las fiestas en fin de semana, mucha gente ha venido solo un día o dos”
Esta semana, el olor de los pinchos recién hechos y el alcohol impregnado en el asfalto se mezcla con un decorado particular en las fachadas. Las prendas rojas y blancas, las txapelas y las botas de vino enmarcan las puertas de los más de once locales de suvenires que se reparten a lo largo de esta emblemática calle. Decenas de compradores entran y salen de sus comercios con el objetivo de llevarse un “recuerdico” de la ciudad. También hay quienes se decantan por el pacharán, las figuras de los gigantes, las fajas, los pañuelos…
Los vendedores coinciden en que este año las ventas han bajado levemente. “Está siendo un poco extraño. Al caer el inicio de las fiestas en fin de semana, mucha gente ha venido solo un día o dos”, explica Daniela Rojas, de Eh Toro. En esa misma línea, Fran Viedma, de La Curva de Estafeta, reconoce que “se nota menos gente, pero la afluencia sigue siendo buena”.
Las bajas temperaturas y las lluvias del primer fin de semana provocaron un aumento de la venta de sudaderas y pantalones largos, pero la faja y el pañuelo siguen siendo los productos estrella en la mayoría de locales. “Se vende lo de siempre: el pañuelo y la faja para la gente de casa y, para los de fuera, el pantalón y la camiseta más baratos que tengamos”, apostilla Marina Delgado, de El Pañuelico de Hemingway.
Fran Viedma: “Se nota menos gente, pero la afluencia sigue siendo buena”
Pero eso no es todo, cada vez son más los pamploneses que no escatiman en gastos cuando se refiere a un clásico de los Sanfermines: los gigantes en miniatura. “Estos días, en total, vendemos unas 300 unidades de cada pareja de reyes, así como cerca de 250 kilikis”, apunta Patricia Marqués, de Gigantes Platero. “Las familias de Pamplona no miran tanto los precios. Si el niño quiere un gigante y un tambor, el padre se quita de tomar una caña para comprárselo”, añade.
Unos metros más adelante, en Estafeta 20, se encuentra la tienda de Lorena Ramírez, que regenta el establecimiento junto a su madre, quien aprovecha para abanicarse en la entrada, y su hija. Las tres se muestran sorprendidas por lo poco que se ha vendido la camiseta del cartel oficial de este año, cuyo título es “Gaiteros”: “La gente extranjera no conoce cómo se inicia la fiesta y no entiende la imagen. Tenemos que explicar qué es, y eso ya es una mala señal”.
MENOS GASTO POR PERSONA
“Los clientes gastan menos, se nota que antes compraban sin pensar. Ahora preguntan más por los precios y se ajustan un poco más el presupuesto”, admite Rojas. Por el contrario, otras tiendas valoran positivamente haber conseguido un público muy fiel. “Hay personas que llevan viniendo más de diez años a la misma tienda. Es una suerte, hemos visto a parejas ser padres o a niños crecer. La gente, cuando viene a comprar, ya sabe lo que quiere”, comenta Viedma.
Patricia Marqués: “Estos días, en total, vendemos unas 300 unidades de cada pareja de gigantes, así como cerca de 250 kilikis”
El aumento de la actividad que viven estos comercios durante las fiestas también espolea las contrataciones. “Las compras se multiplican fácilmente respecto al resto del año, por lo que trabajamos cinco o seis personas por turno. Unos por la mañana y otros por la tarde”, concreta Isabel Lima, propietaria de la tienda Olentzero. El encierrico, de Xabier Aguinaga, tampoco se queda atrás: “Durante el año estamos cuatro personas contratadas y ahora se triplica el personal., también debido a que abrimos el local desde que termina el encierro hasta la una de la madrugada”.
Pero los suvenires no son el único recuerdo que los visitantes quieren llevarse de la capital navarra. El encierrico y El Pañuelico De Hemingway ofrecen fotos en una simulación a tamaño real del encierro: “En un día bueno, podemos llegar a sacar unas 300 imágenes”, destaca Aguinaga.
Xabier Aguinaga: “En un día bueno, podemos sacar unas 300 fotos en la recreación del encierro”
LA CARA B
Trabajar de cara al público también conlleva sus riesgos. Yolanda López, dueña de Garrarte, un establecimiento especialmente conocido por sus garrapiñadas y sus piruletas del encierro, se muestra preocupada por el aumento de los intentos de estafa: “Siempre suele haber alguno, pero este año me ha sorprendido. Desde la señora mejor vestida que viene a decirte que no le has devuelto el cambio, pero gracias a las cámaras de seguridad podemos demostrarle que sí, hasta quien viene a pedirte dinero para la medicación de su nieto y pretende dejarte un anillo como garantía, pero no quiere dejar su DNI si se lo pides”. Por eso, insiste en que “hay que estar bien preparado y atento” ante este tipo de episodios.