La piscina siempre se ha planteado como el recurso más a mano para todos aquellos «sufridores» de interior de la temible canícula estival. Nada como estar a la sombra de los árboles o con los pies en remojo en esos días en que la chicharra aprieta y hasta se puede freír un huevo en el asfalto. Sin embargo, en el pecado suele estar la penitencia y disfrutar del paraíso del fresquito y el postureo también tiene sus «peajes».
El primero de ellos tiene que ver, lógicamente, con una cierta etiqueta. Es decir, esas imágenes de gordas (y gordos) maravillosos que todos conocemos a la orilla del mar en Benidorm como que dan mucho el cante si se trasladan al Club de Tenis (es un decir). Por tanto, es aconsejable (que no obligatorio) mantener una cierta dignidad en el contenido y, sobre todo, en el continente aunque para ello se tenga que recurrir a la consabida «dieta del bikini» que algunas y algunos avispadillos suelen sustituir por la del «cucurucho», esto es, de comer poco y … Bueno no era este el tema que íbamos a tratar en este artículo.
El asunto en cuestión es que el aumento de la humedad y las altas temperaturas crean en nuestras queridas piscinas un clima perfecto para la proliferación de todo tipo de patógenos. Los expertos de la farmacia online española, Dosfarma, confirmaron, incluso, que todas aquellas personas que ceden a la tentación de la pileta tienen un 50 % más riesgo de sufrir una infección causada por bacterias u hongos que los que optan por otras alternativas léase mar, río, pantano o similar. Añadieron, además, que aunque algunas de esas infecciones son más habituales entre los más pequeños, las mujeres son las que más lo suelen padecer.
Por tanto, las y los más bañistas en piscina debieran tener una obligación extra estas vacaciones y es es la de cuidarse para evitar las infecciones más comunes en esta temporada. Porque, desde luego, han sido meses aciagos (en muchos casos) de trabajo, tensión, estrés y, en algunos casos, confinamiento y malos rollos varios como para que el plan se tuerza por una cistitis, una candiadisis, una conjuntivitis o una otitis atravesada en el peor momento.
¿Y qué se puede hacer para evitar estos riesgos y disfrutar de un verano ‘healthy’ en la pisci? Pues para empezar no quedarse con el bañador mojado. Parece una tontería pero no lo es tanto ya que la acumulación de humedad en las zonas íntimas puede actuar como el imán necesario para esos patógenos que pueden amargarnos perfectamente los tan anhelados días de vino y rosas.
Precisamente, hablando de bebidas, también es recomendable mantenerse hidratado en el buen sentido de la palabra. Que nunca falte una buena botella de agua en la bolsa y, en la medida de lo posible, evitar el alcohol ya que su consumo propicia la deshidratación. Aparte, eleva el pH de la orina lo que favorece la aparición de enfermedades como la candidiasis o la cistitis. Como complemento al agua, por cierto, se aconseja tomar arándano rojo dadas sus grandes propiedades antibacterianas que permitirán reforzar el sistema inmunológico.
Y, añadidos a estos consejos, una serie de hábitos tan simples como mantener la piel hidratada en todo momento, no caminar descalzos o llevar las uñas de los pies cortas (no olvidarse en este punto de Faemino y Cansado).
Al mismo tiempo sería deseable evitar en la medida de lo posible recrear en medio de la piscina la escena final de Titanic. ¿Por qué? Por un lado por una cuestión de cierta vergüenza torera ya que no es aconsejable dar el cante aunque, como ya se sabe, «hay gente pa tó» y más cuando hablamos de piscineo bizarro, colgante de oro y tanga de leopardo. No obstante, es bueno insistir en lo perjudicial que puede ser esa práctica del «inmersión, inmersión, nos atacan». Eso está muy bien para las pelis de submarinos pero si, después de salir del agua, no nos secamos bien o no retiramos el agua que puede quedar en los oídos puede provocar una otitis aguda y una visita de urgencia a la consulta de otorrinolaringología. Por comentar.
En fin, que no hay nada como disfrutar de una buena piscina con moderación, calma y buenos alimentos (y bebidas, a poder ser, agua mucha agua). A fin de cuentas, ¿no estamos en vacaciones? Pues eso. O como diría Aristóteles, el filósofo clásico entre los más clásicos: «Una golondrina no hace el verano, ni tampoco un buen día, de igual manera un día o una breve temporada de felicidad no hace a una persona completamente feliz». ¡A disfrutar con salud del verano!