«¡Oh, terrible pureza, / inanidad, vacío! / ¿No volveré a encontrarte, manso amigo?». El célebre Miguel de Unamuno fue uno de los pocos escritores del siglo XX que plasmó su tristeza por la pérdida de un perro. Sin duda, eran otros tiempos. Hoy, España suma ya 9,3 millones de perros y casi 6 millones de gatos, con cerca de 10,7 millones de mascotas de otras especies. Es más, hay animales de compañía en el 43 % de los hogares españoles.
De ahí que el sector de las mascotas se haya convertido en una industria boyante. Tanto la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) como la Asociación Española de la Industria y el Comercio del Sector del Animal de Compañía (Aedpac) destacaban en un informe publicado el pasado mes de marzo que la actividad económica en el ámbito de los pequeños animales alcanzó en 2022 los 2.300 millones de euros. Esta cifra supone «un incremento del 6,3 %» respecto a los 2.163 millones que se registraron en 2021″. Además, las previsiones auguran que llegará a «los 3.800 millones en 2030».
En línea con este auge el sector ha sido testigo del nacimiento de nuevas empresas ligadas a la alimentación, el cuidado y el ocio de los animales. Pero también de aquellas que se encargan de facilitar el último adiós. Es el caso de Tanatur, que posee una nave de 400 metros cuadrados en el polígono Arbide de Noáin donde cuenta con unas oficinas, un horno industrial y una sala de velatorio.
El sector español de las mascotas prevé facturar 3.800 millones de euros en 2030, según datos de las principales asociaciones en el país
Su propietaria, Verónica Redín, perdió a su último perro, ‘Alf‘, unos años atrás. «Nos hicimos con él cuando falleció la anterior que teníamos, ‘Lala‘. Era como un hermano menor, muy mimado y cuidado. Vivió una vida larga y falleció después de un año en el que recibía un cuidado especial por parte de nuestra familia. Fueron momentos que vivimos con incertidumbre y dolor», relata a Navarra Capital.
La experiencia tras el fallecimiento de ‘Alf’ fue madurando en el interior de Redín, que además ejerce como responsable de Comunicación y Marketing en E.Leclerc desde 2004. El año pasado, durante el reposo que le exigía su segundo embarazo, sus ideas desembocaron en un proyecto: ayudar a los dueños a afrontar la pérdida de su mascota «con garantías de trazabilidad y con el menor coste económico posible». Así, tras evaluar el mercado y varias reuniones, invirtió 200.000 euros en la materialización de unas instalaciones que comienzan su andadura este mes.
«La mayor parte del dinero fue para adquirir el horno a Kalfrisa, un partner zaragozano que también nos ha ayudado con su experiencia en el sector. De hecho, es también proveedor del cementerio de Pamplona. Para nosotros, era muy importante garantizar un horno que tenga las prestaciones necesarias también a nivel burocrático, razón por la que el Servicio de Economía Circular y Cambio Climático del Gobierno de Navarra ya nos ha dado su visto bueno», incide Redín.
De momento, Tanatur enfocará sus esfuerzos en la colaboración con clínicas veterinarias. En esta línea, ha habilitado en su sitio web un área de clientes que «digitaliza el reporte de incidencias» y permite «una mayor transparencia de los procesos y acceso a las facturas».
HUMANIZAR LA PÉRDIDA
En concreto, Tanatur ofrece tres tipos de servicios, que incluyen la recogida del cuerpo y un certificado de garantía: la cremación colectiva, la individual y el último adiós. Los últimos dos contemplan también la entrega de las cenizas de la mascota en una urna y, en el caso del tercero, la posibilidad de velar al animal en una sala acondicionada para ello: «Queríamos dar un paso más en los servicios de gestión que prestamos y mirar hacia el futuro. Es cierto que, en la actualidad, la mayor parte de las cremaciones son colectivas, pero en el futuro el cliente final irá cada vez más hacia la individual. Y, con la posibilidad de adquirir urnas biodegradables, queremos reforzar la idea de que la vida de los animales sigue a través de la naturaleza».