A solo dos kilómetros del casco urbano de Marcilla, se encuentra una antigua casa solariega. Una casa para alojarse, para comer, para celebrar eventos o ¿quién sabe? tal vez para casarse. El Hotel Villa Marcilla es uno de los ocho Nobles del Reyno que ofrecen el mayor confort y calidad a sus huéspedes y visitantes. A su entrada, nos recibe con un espacioso y majestuoso hall de mármol que evoca a las grandes villas del pasado e invita al huésped a sentirse como si paseara por una casa señorial. El edificio se mimetiza con el entorno natural. Sus altas paredes se encuentran rodeadas de hermosos jardines y, por dentro, acogen espaciosas habitaciones y acogedores salones.
“Un oasis en la Ribera de Navarra” dice en su página web, y podría serlo perfectamente. Un oasis donde descansar y refrescar la mente del ajetreo cotidiano; un oasis de paz en un entorno rodeado de diversión, naturaleza e historia. Este alojamiento se convierte en un lugar perfecto para retirarse unos días ya sea que busques turismo cultural, natural o solo relajarte con un libro en sus jardines.
Entre sus paredes de piedra hay 24 habitaciones perfectamente preparadas para alojar a sus visitantes, 4 de ellas Junior Suites y 2 Suites. Roberto Fuertes, propietario del hotel, explica que los clientes buscan su alojamiento por “las habitaciones generosas en metros y con un alto nivel de confort”. Tras la preciosa entrada se pueden descubrir los salones de este hotel en los que celebrar eventos o disfrutar de un cocktail, con una “decoración cálida”.
Sus jardines tienen la ‘magia’ de convertir esta villa en un lugar cuidado y exquisito, con un espacio para pasear o celebrar una boda, permitiendo a los novios disfrutar de su día junto a las plantas y árboles que crean un marco precioso para el recuerdo.
Y la gastronomía está a la altura de su entorno. En su restaurante elaboran platos para disfrutar y paladear “basados en el producto, utilizando mucho la proximidad y calidad de las verduras de la zona”. Verduras típicas y bien conocidas de la Ribera navarra (por su alta calidad) como alcachofas, pimientos o cardo dan sabor a su refinada carta, que ofrece entre sus especialidades desde la comida más tradicional hasta la más moderna e innovadora. La cocina de Villa Marcilla, dirigida por el chef Javier Baselga, está preparada para satisfacer a sus huéspedes, pero también para recibir bodas, bautizos, comuniones u otras celebraciones.
ESCAPADAS
Alrededor del hotel se pueden hacer “un sin fin de actividades”, como explica Roberto Fuertes. Paseos a caballo, visitas a bodegas… Pero de entre todas las propuestas, destacan tres por estar relacionadas con la buena localización del hotel: Las visitas turísticas, las rutas en la naturaleza y la diversión en Sendaviva, esta última especialmente pensada para toda la familia. Este parque de atracciones y animales se convierte en el espacio perfecto para vivir experiencias y divertirse con la familia, a la vez de brindar la oportunidad de poder acercarse a una gran variedad de animales que en muchas ocasiones son difíciles de ver en persona.
Junto a la localidad de la que toma el nombre, este magnífico alojamiento se encuentra cerca de lugares históricos como el castillo de Marcilla, una hermosa fortificación gótica que jugó un papel defensivo clave en su época; la ciudad medieval de Olite y su palacio de cuento de hadas en perfecto estado de conservación, y el monasterio de Santa María la Real de la Oliva, abadía cisterciense que refleja la elevación del alma.
Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar por las rutas de los alrededores o acercarse a conocer las Bardenas Reales, un paraje semidesértico que forma parte de la amplia variedad de los paisajes navarros. A pie, el coche o en bici, se puede conocer un lugar de espías y agentes especiales, como James Bond o Anacleto, y por donde caminaba la khaleesi de ‘Juego de tronos’.