Una información de Yosune Villanueva Lucea para Navarra Capital
La línea del XV curso de Ingeniería de Superficies de AIN se ha mantenido bastante constante a lo largo de su historia, aunque se ha ido adaptando a los tiempos, las necesidades y las nuevas tecnologías: “Tratamos sobre los problemas de la industria manufacturera, es decir, la fabricación de componentes de los procesos de transformación de materiales, desde que, por ejemplo, llegan las chapas de acero en bobinas, hasta que se convierten en piezas como elementos decorativos, herramientas o partes de una máquina. En otras palabras, hablamos en este curso de cómo mejorar, mediante tecnologías de tratamiento superficial, el proceso de transformado del acero u otros materiales hasta alcanzar la forma de las cosas que vemos a nuestro alrededor”, explica Gonzalo García Fuente, Responsable del Grupo de Superficies de AIN_Tech.
La industria del automóvil, la herramienta, la aeronáutica, la energía, la electricidad o la construcción, llevan piezas, que pueden ser metálicas, plásticas, maderas o cementos. En definitiva, materiales que hay que transformar para hacer de ellos herramientas útiles “y todo esto se hace en la industria manufacturera. Todos esos procesos necesitan de herramientas y componentes y ahí es donde AIN y todo un sector a nivel europeo, sector que podríamos denominar de tratamiento de superficies, trabaja para que esos procesos de fabricación alcancen un buen rendimiento”.
Hay superficies que sufren desgastes, corrosiones o daños a la hora de transformarlas o en la misma naturaleza, que las deterioran, por ello, “lo que nosotros hacemos en estos tres días de curso es recopilar las diferentes tecnologías y aplicaciones que hay en el mercado, o las que están desarrollándose a nivel más experimental, para contarlas a las personas que vienen a formarse”, explica Gonzalo García.
UN TRABAJO MUY TÉCNICO
Los procesos de tratamiento superficial no son “tecnologías ciegas”, en las que alguien tiene una maquina, mete el material concreto, le da a un botón, la máquina lo modifica y sale ya la pieza tratada. “No es así, no. La persona que está trabajando tiene que tener un conocimiento profundo de qué es lo que está pasando en la máquina que está haciendo el tratamiento superficial, en todo momento”. En este caso, el trabajador no pinta o recorta algo a mano, la máquina lo hace, pero hay que revisarla y controlarla en todo momento, “porque son procesos que pueden ser delicados y requieren de mucha atención”.
AIN desarrolla proyectos con empresas que buscan soluciones específicas a problemas de comportamiento superficial (desgaste, corrosión, fricción) o para dotar a superficies de componentes que fabrican otras empresas de funcionalidades específicas (que sin un recubrimiento concreto no lo tendrían). En el tratamiento de superficies se trabaja en dos líneas: por un lado, la mejora de una pieza, que por sí sola funcionaría pero que con un tratamiento superficial funcionaría mejor “por ejemplo, una empresa manufacturera que tiene una pieza y quiere darle un tratamiento para mejorar su resistencia a la corrosión o su resistencia al desgaste, o quiere dotarle de una propiedad diferenciada”; y por otro lado, la de dotar de funcionalidad específica a una pieza que, sin ese recubrimiento, no la tendría “como lo decorativo, o dotar a un objeto de cierta capacidad para matar bacterias”.
AIN, PUNTERO EN INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO
AIN organiza el curso, pero es además un centro pionero en I+D: “Nuestra labor es la de desarrollar y buscar mejoras más allá de lo que hay ahora en el mercado. Lógicamente, en algunos de los campos de las tecnologías que se presentan, para otras, traemos expertos de otros centros, para que el curso sea completo de tecnologías y tendencias”, explica el responsable del Grupo de Superficies en AIN.
Dentro de AIN, dividida en distintas actividades que encuentran sinergias y se dan apoyo mutuo, el área de Ingeniería de Superficies está especializada en el tratamiento de “tecnologías de alto vacío” que son “tratamientos superficiales que requieren entornos especiales para ser realizados. En particular, entornos cerrados, como cámaras con atmósferas especiales, reactivas, etc”. Sin duda, tecnologías muy sofisticadas, en cuanto a instrumentación o a equipos que se necesitan.
La vocación original de la Asociación de la Industria Navarra es la de dar apoyo general al tejido productivo de Navarra, en particular a sus asociados; pero también se trabaja mucho fuera, tanto a nivel nacional como en Europa: “trabajar para empresas en el extranjero es dar un valor añadido al tejido foral, porque si haces bien las cosas en Alemania, ya saben dónde está Navarra y todo suma”. En este último caso, AIN funciona como una empresa de contratación de servicios de I+D, porque hay que aprovechar todos los recursos de los que se dispone. “Y recuerda que, una de las claves para el éxito de un centro tecnológico que se dedique a hacer I+D está en tener una buena red de colaboradores, porque los recursos de cada uno son limitados y es importante contar con otros para hallar soluciones integradas”. sentencia Gonzalo García Fuente.