Alfredo Arbeloa nació en Mañeru hace 52 años, y los estudios le llevaron a Puente la Reina, primero, y después a Estella y a Madrid, donde cursó Ciencias Políticas. ¿Y qué hace un licenciado en Ciencias Políticas dirigiendo el Grupo AN, el más importante del sector cooperativo agroalimentario del país? Arbeloa reconoce que, más que hacer esa carrera, lo que le apetecía era salir de casa, “y Ciencias Políticas sólo podía estudiarse en Madrid. o me arrepiento, me gustó mucho lo de vivir en Madrid”.
Añade que la carrera le ha dado una capacidad de análisis a través de la sociología que puede aplicar en su trabajo “y como cualquier otra me dotó de una capacidad crítica”, pero para su actividad profesional le resultaron más útiles el master en Gestión Financiera, el MBA y los diversos cursos que realizó y que sigue realizando, porque aprovechó el último puente foral para asistir a uno, de gran nivel, impartido en Gran Bretaña y en inglés, según nos cuentan sus colaboradores. Al salir de la universidad hizo prácticas seis meses, en Valencia, en Pryca –ahora Carrefour– , y aunque podía haber seguido seis meses más en otra localidad no le apeteció y, una vez satisfecho su deseo de vida independiente, regresó a casa. Suelta una carcajada al decirlo, porque Alfredo Arbeloa puede parecer adusto en sus apariciones públicas, pero en una conversación se muestra relajado y propenso a la risa.
Leyó un anuncio en el periódico que decía que la Cooperativa de Allo, del Grupo AN, buscaba un gerente, presentó el currículum y un mes después de regresar a Mañeru, en septiembre de 1992 y con 26 años, hizo las pruebas, fue contratado “y hasta hoy. Fue una época bonita y dura, es que los socios son los dueños de la cooperativa y que llegara un chaval y les dijera esto se hace y esto no pues… Pero conté desde el principio con un apoyo tremendo de la junta”. También el agricultor es el dueño del Grupo AN, “pero no lo tenemos aquí, sin embargo en una cooperativa de primer grado lo tienes ahí todos los días, y cuando le dices esto no te contesta bueno, esto no… o sí”. Tampoco lo dice, pero desde entonces ha tenido ofertas de trabajo muy tentadoras que ha desechado.
“Llegué a la Cooperativa de Allo con 26 años, y eso de que un chaval dijera eso no a un agricultor, que es el dueño de la cooperativa, pues…”
La cooperativa estaba en sus comienzos y había mucho que organizar, pero Arbeloa supo consolidarla y estabilizarla. Recuerda como anécdota que cuando llegó sólo había un ordenador, reservado para el gerente, y que en el almacén el papeleo se hacía a mano, “pero eso ocurría entonces en todas las cooperativas, compraban cereal y vendían cereal. Hombre, vamos a aportar algo más, unos servicios al socio que pudieron ofrecerse cuando fueron disponiendo de más medios”.
DIRECTOR GENERAL
Durante su permanencia en la gerencia la cooperativa de Allo fue captando socios de Dicastillo, Arellano y otras localidades, lo que le dio un mayor volumen que aún creció más al fusionarse con la cooperativa de Arróniz. Pudo hacer inversiones y dotarse de servicios que puso al servicio del agricultor. Cuando llegó gestionaba 6 millones de kilos de cereal, y al marcharse eran más de 30 millones, un aval que sin duda influyó para que en septiembre de 2014, al jubilarse el director financiero del Grupo AN, le ofrecieran el cargo, “y dije que sí”, comenta, de nuevo riéndose y abriendo los brazos como para restar importancia al hecho.
Asumió la dirección general del Grupo AN hace un año, y dice que no le ha resultado difícil la adaptación porque llevaba más de tres años trabajando con su antecesor en el cargo, Jesús Sarasa, le acompañaba a muchas de sus actividades y formaba parte de varios consejos de administración de la empresa, por lo que “tenía información más o menos puntual de cómo estaba y funcionaba el grupo. Por eso no me ha sorprendido nada de lo que me he encontrado, lo más nuevo es que soy yo quien tiene que tomar la decisión final, ya no tengo a nadie detrás. Ese es el cambio fundamental”.
“Si pensara solo yo tendríamos un problema, en esta casa trabajamos en equipo”.
Vale, pero pasar de una cooperativa local a la dirección de un grupo que es la mayor cooperativa agraria de España, con 1.640 trabajadores, 42.275 socios y una cifra de negocio de 1.157 millones, siendo líder en exportación de congelados, tiene que dar cierto vértigo. Arbeloa responde sin dudar que “vértigo no, responsabilidad porque tenemos que hacerlo bien sí, por supuesto. Hombre, si estuviera solo no te diría que no, pero a la hora de tomar las decisiones hablas con un montón de gente”.
“Si solo pensara yo tendríamos un problema”, continúa y destaca que “en esta casa”, expresión que emplea para referirse al Grupo AN, se trabaja en equipo, “en mi caso con los directores de área, y procuramos que las decisiones sean consensuadas, vamos, yo tomo la decisión pero sobre la base de lo que he hablado con la gente y de lo que me han informado, eso es lo que existía y que voy a mantener”. Eso no quiere decir que todo va a continuar como hasta ahora, “porque cada uno tiene su visión y procuro adaptar mi gestión a como entiendo que se tienen que hacer las cosas. Al fin y al cabo, no soy Jesús Sarasa, tengo mi forma de ser, ni mejor ni peor, distinta. ¿Muy distinta? No tiene por qué serlo, igual tienes otra forma de hablar con la gente, mi perfil es más financiero mientras que Jesús tiraba al comercial, pero los dos conocemos la casa perfectamente”.
APUESTAS Y RETOS
Dice que la puerta de su despacho está permanentemente abierta, “para todo el mundo, y yo también voy a hablar con los demás, la idea es que vayas con mucha gente de la mano”. En definitiva, actuar como un equipo. Le preguntamos si ha cambiado el que heredó del anterior director general y dice que no, “pero sí lo que solicitas al equipo que te haga”. ¿Y qué les pide? “Pues les expliqué cómo veía la casa a futuro, que teníamos que consolidar y ordenar lo que tenemos porque hemos crecido muy rápido en los últimos años, y centrarnos más en la innovación tanto en nuevos productos como en la relación con la gente. Estamos en mil sitios, en EIT Food, en CNTA, Aditech… hay nuevos hábitos de consumo, nuevos cultivos, nuevas formas de producir. A todo eso hay que darle una vuelta, y eso es lo que he pedido a la gente”.
“Yo pienso qué habría, cómo estaríamos si no contásemos con el Canal, si siguiésemos con ese secano…”
Siendo el agrario un sector en el que aún pesan mucho los usos tradicionales puede resultar difícil sacar adelante la tarea que se ha propuesto Alfredo Arbeloa, quien reconoce que “nuestros cooperativistas están más a lo suyo, a producir, pero nosotros estamos más cerca del mercado, sabemos lo que demanda y tenemos que hacérselo saber. Por ejemplo, el otro día salió la noticia de que la demanda de productos ecológicos va a crecer un 15 o un 20% en los próximos años, pues nuestra obligación es transmitírselo. El agricultor bastante tiene con ir cada día a trabajar al campo. ¿Que si es difícil? Muy difícil, porque encima cada día esto va más rápido”.
Junto a los retos de la introducción de las nuevas tecnologías y la propia labor diaria en las explotaciones agrarias Arbeloa, Grupo AN y el sector en su conjunto se enfrentan a otro más complicado, el del envejecimiento del mundo rural. “La gente se va jubilando y se retira, cada vez hay menos gente en el campo y nosotros tenemos cada vez menos socios”. A cambio, el agricultor es cada vez más profesional, dispone de maquinaria y realiza inversiones para cultivar más hectáreas, y el Grupo responde al reto aportando tecnología, innovación, mejoras en los procesos… ¿Y el reto del agua? “Bueno, es que sin agua ¡no hay nada!”, contesta tras buscar durante unos segundos una frase expresiva que da paso a una cerrada defensa del Canal de Navarra y del papel transformador que ha tenido para el sector agrario. “Yo pienso qué habría, cómo estaríamos si no contásemos con el Canal, si siguiésemos con ese secano…” Aún seguimos unos minutos trazando hipótesis pero tenemos que dejarlo porque comienzan a llegar los participantes en el consejo que va a evaluar la situación al llegar a la mitad de la campaña. Y por lo que parece las cosas marchan bien, según nos adelanta sonriente.