En los últimos diez años, Suzanne Swain se ha quedado prendada dos veces. Primero en 2012, cuando viajó desde Australia a Francia para recorrer el Camino de Santiago. La experiencia le gustó tanto que quiso repetirla, aunque eso tampoco fue suficiente. En menos de un lustro hizo el Camino en otras ocho ocasiones, alternando distintos itinerarios. Y a la tercera o cuarta ruta ya se había obsesionado con una idea: la de vender su floristería en Sídney, mudarse a España y regentar un albergue para peregrinos.
Tras muchas vueltas, esta inglesa de nacimiento eligió una cuadra en Trabadelo (El Bierzo, Castilla y León), que compró y renovó en 2016. Un año más tarde, Casa Susi abría sus puertas a los peregrinos. La vida de Swain ya había cambiado notablemente, pero todavía le aguardaba una sorpresa, que llegó a las dos semanas de inaugurar el albergue, cuando un huésped llamó a su puerta.
El arquitecto navarro Fermín Sarasate residía en San Sebastián, tenía su propia empresa y comenzaba a interesarse por el marketing en redes sociales cuando se animó a andar por el Camino. Su intención era hacerlo en solitario, “sin ningún motivo en especial y sin ningún plan de cambiar de vida”. Pero entonces se alojó en Casa Susi y conoció a Swain. “Y nos enamoramos… Desde entonces hemos vivido juntos, muy felices”, relata Sarasate a Navarra Capital.
“Muchos establecimientos cerraron para siempre porque no pudieron aguantar”.
Así que hizo las maletas y abandonó la capital guipuzcoana por un municipio que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), tiene unos 350 habitantes. Un cambio drástico que, sin embargo, no le supuso ningún drama: “Aunque yo había sido un chico de ciudad, que nunca había tenido una huerta ni había vivido en un pueblo, fue muy sencillo cambiarme el traje y convertirme en un aldeano”, apunta entre risas.
No solo ha conseguido quitarse la corbata, sino que ahora Sarasate -o Mintxo, como le conocen sus amigos- también tiene una huerta que cultiva junto a su pareja. De hecho, del jardín de Casa Susi salen muchos de los productos que la pareja sirve luego a los peregrinos en la cena comunitaria, a las 19:30. “Suzanne y yo fácilmente nos hemos sentado en la mesa con 5.000 personas diferentes. Hoy puedo decir que tengo amigos en casi todos los rincones del mundo”, rememora.
AYUDA DESINTERESADA
Esos vínculos “muy fuertes”, forjados en noches de comida casera y serenatas de guitarra, les salvarían tiempo después. Porque, como todos los años a final de temporada, Swain y Sarasate partieron a Australia en noviembre de 2019 para pasar el invierno en el país oceánico. Al regresar a Casa Susi encontraron una carta expedida por las autoridades, donde se les anunciaba el cierre provisional al público de los alojamientos turísticos debido a la irrupción del Covid-19. Lo cierto es que esa medida temporal se tradujo en un cierre de dos años, ya que, incluso tras las posteriores flexibilizaciones, a los dueños de Casa Susi se les hacía imposible cumplir con las condiciones impuestas por las autoridades. “En Castilla y León -concreta Sarasate-, pusieron en marcha una normativa que no permitía más de una unidad convivencial por habitación. Nuestro albergue tiene doce camas en una sola estancia, por lo que nos resultaba inviable”.
“Se dice que cuanto más das, más recibes. Y nosotros hemos recibido un montón”.
Además de la crisis sufrida por todo el sector hostelero, en el albergue tenían otro problema: el tejado había comenzado a caerse. Sin posibilidad de continuar con su actividad económica para pagar la reparación, la pareja se vio “a punto” de vender Casa Susi y de “tirarlo todo por la borda”. Es en este capítulo de la historia donde aparecieron -o reaparecieron, mejor dicho- tres personajes que evitaron la tragedia. El primero de ellos es Les Simons, que en febrero de 2021 lanzó una campaña de recolección de fondos en GoFundMe. A cambio, ofreció a los donantes la oportunidad de visualizar, vía Zoom, cómo transformaba su larga cabellera blanca en un mohawk amarillo fluorescente.
Los segundos fueron Peter y Tess Abildgaard, a través de la misma plataforma. En 2018, esta pareja australiana comenzó el Camino francés desde León. Justo antes de llegar a Trabadelo, sin embargo, sucumbieron a una intoxicación alimentaria y pidieron auxilio a Swain. La fundadora de Casa Susi -que se encontraba de viaje en Australia mientras se realizó esta entrevista- los recogió, les dio de comer y los llevó a su siguiente destino. “¡Sin pedir nada a cambio! Con esas sencillas y amorosas acciones se convirtió en nuestro ángel del Camino”, reza la campaña.
“La verdad es que ha sido…”. Sarasate hace una pausa mientras conversa con este medio y, tras suspirar, prosigue: “Se dice que cuanto más das, más recibes. Y nosotros hemos recibido un montón”. Con las aportaciones económicas obtenidas hasta el momento, actualmente supervisa la reparación del tejado de Casa Susi, que prevé reabrir en mayo. Se siente “bendecido y agradecido a las miles de personas que han hecho que el albergue pueda salir adelante”, pero no deja de recordar cómo algunos de sus colegas no corrieron con la misma suerte: “Muchos establecimientos cerraron para siempre porque no han podido aguantar. Todos estábamos en un limbo, porque el Gobierno no nos daba ayudas”.
Aun así, no solo los dueños de Casa Susi fueron testigos de la generosidad que se cocina en el Camino de Santiago y que no entiende de fronteras y husos horarios. “Viendo la situación en la que se encontraban los albergues, muchas asociaciones, casi todas de ellas canadienses, estadounidenses, australianas y alemanas, donaron dinero para que pudiesen sobrevivir”.