El catalán Antoni Ballabriga, de 55 años, ejerce como global head Sustainability Intelligence & Advocacy en BBVA desde el pasado diciembre, aunque acumula dieciséis años de experiencia en la entidad financiera. Además, entre otros cargos adicionales, es miembro del Comité Directivo de la Net Zero Banking Alliance, promovida por la ONU, y presidente del Grupo de Expertos sobre Finanzas Sostenibles de la Federación Europea Bancaria.
Este viernes, Ballabriga visitó Pamplona para acudir a la primera edición del congreso Tell Us Summit, organizado por el Club de Sostenibilidad de la Universidad de Navarra. Además, concedió una entrevista a Navarra Capital, en la que repasó la actualidad de un tema crucial para el futuro del planeta y del propio tejido productivo.
¿Cuáles son las claves para convencer a las empresas de que la sostenibilidad es rentable desde el punto de vista económico?
Es uno de los mensajes clave de mi conferencia. Por encima de todo, veo la sostenibilidad como una enorme oportunidad para las empresas, la ciudadanía y los países en general. El cambio climático, la preservación del orden natural y el crecimiento inclusivo son retos titánicos. Por lo que estamos viendo, son ya prácticamente un riesgo debido a la gran cantidad de olas de calor, sequías y desastres naturales en ciertas zonas del mundo, y van a ser cada vez más frecuentes. No obstante, a nosotros como sociedad y a las empresas en particular, nos tiene que mover en clave de oportunidad. Debemos repensar cómo producimos energía, cómo nos movemos y, en definitiva, cómo vivimos.
Las empresas debemos llevar a cabo un proceso de transformación, y aquellas que sean capaces de competir con esas nuevas claves serán las que tendrán una cuota desproporcionada de mercado. Hay una oportunidad de capturar los nuevos mercados que se están generando para todas las empresas y todos los sectores. Las que no se preparen y no se anticipen a esta realidad serán las perdedoras de la carrera.
“Necesitamos ayudar a las empresas a invertir para producir acero, cemento y combustibles de una manera distinta“
¿Y cómo les convence desde BBVA?
El rol del sector financiero es acompañar a la economía en su conjunto, no solo a las empresas que invierten en actividades plenamente sostenibles, sino también a aquellas que llevan a cabo algunas tareas más difíciles de descarbonizar y requieren retos importantes. No se trata solo de financiar paneles solares, necesitamos ayudarles a que inviertan para producir acero, cemento y combustibles de una manera distinta. Es una enorme oportunidad porque se va a requerir una inversión del 8 % del PIB año tras año hasta 2050. Nosotros somos los financiadores para hacerlo posible.
En el contexto económico actual, ¿cuál es el principal obstáculo para convencer a las empresas de que la descarbonización y la sostenibilidad no deben ser solo un relato?
Nuestras conversaciones con los clientes han madurado. Hoy vemos a las grandes compañías corporativas globales con una agenda estratégica muy potente en materia de sostenibilidad. No solo las del IBEX, sino otras empresas de carácter mundial. El motivo es que hay una gran presión regulatoria por parte del mundo inversor y del mercado. Ya no tenemos conversaciones con ellas en las que la sostenibilidad no sea un tema central. Facilitamos soluciones financieras y de asesoramiento.
Respecto a las empresas de tamaño mediano, vemos cada vez más interés en abordar temas de sostenibilidad. Donde encontramos el mayor reto es en las pymes. Es difícil llegar a aquellas que tengan un corto plazo muy marcado. O se lo pones muy fácil y los retornos son muy claros, o difícilmente se van a unir. En general, el sector financiero pivota sobre medidas que tengan claros ahorros, como la movilidad eléctrica, la eficiencia energética o las energías renovables. Son los casos donde se puede ayudar a las pymes con soluciones paquetizadas.
¿Hay suficiente apoyo desde las instituciones públicas para que las empresas puedan ser cada vez más sostenibles?
En Europa tenemos un plan muy ambicioso, a pesar de la crisis del Covid-19 y las guerras en Ucrania y Oriente Medio. La agenda sostenible sigue siendo una prioridad absoluta por parte de las instituciones europeas y del Gobierno de España. Se ha avanzado para facilitar un entorno propicio para la inversión. Todavía hay que articular un enfoque más pragmático para simplificar los trámites. Hay medidas que ayudan a las empresas a tomar decisiones orientadas a la sostenibilidad, pero se han creado buenos mecanismos y el plan de financiación sostenible y las políticas de clima se están aplicando. Si tuviera que enumerar alguna petición, sería la simplificación y agilización de los trámites para acceder a ayudas públicas.
Aterricemos precisamente la sostenibilidad al contexto actual. ¿Cómo está afectando la crisis geopolítica y energética mundial a los objetivos de descarbonización?
Estamos en año de elecciones en muchos países del mundo y en geografías clave. Parlamento Europeo, Estados Unidos, Reino Unido a finales de año o principios de 2025, y en muchos otras economías emergentes. El tema climático requiere de una gobernanza global potente. Las cumbres son una solución que no es perfecta, pero permite avanzar. Se les critica porque parece que no consiguen objetivos, pero si hacemos balance, cuando se aprobó el Acuerdo de París en 2015 el escenario base que teníamos en el mundo era de un sobrecalentamiento de cuatro grados en 2100. Y ahora, después de varias cumbres y partiendo de las políticas y los objetivos fijados por los países, es un escenario de entre 2,1º y 2,7º, lejos aún eso sí del 1,5º marcado. Pero en apenas nueve años, hemos bajado el escenario base gracias a las cumbres y a los compromisos de las empresas y los países.
“El mayor reto es en las pymes. Es difícil llegar a aquellas que tengan un corto plazo muy marcado. O se lo pones muy fácil y los retornos son muy claros, o difícilmente se van a unir”
La gobernanza global es fundamental, y hoy tenemos retos muy grandes. Hay cierta polarización en Estados Unidos con estos temas, por ejemplo, ya que se cuestiona si la sostenibilidad debe formar parte de las decisiones de inversión o de la transparencia de las empresas. Eso está complicando mucho los avances. Además, el punto de partida de los países desarrollados es muy distinto al de los emergentes, y sin estos últimos esto no va a funcionar. Necesitamos más apoyo de los primeros hacia los segundos para que tengan la oportunidad de llevar a cabo la transformación.
El greenwashing es una preocupación creciente. De hecho, la Unión Europea aprobó hace un par de meses una directiva para cercarlo. ¿Cómo podemos asegurarnos de que las iniciativas de sostenibilidad de una empresa no son simplemente una estrategia de marketing, sino que reflejan compromisos serios?
La regulación está avanzando bastante y de manera muy ambiciosa en Europa, estableciendo una regulación sobre cuándo una empresa puede decir que es sostenible o no en cuanto a ciertos productos o servicios. En segundo lugar, existe la posibilidad de anclarse a iniciativas reconocidas y creíbles, que existen por ejemplo en el sector financiero, donde se exige no solo una declaración con tus objetivos a largo plazo, sino también de cara ya a 2030, con un informe anual de dichos objetivos y de cómo se están cumpliendo. Además, deben ser objetivos basados en la ciencia.
Mi recomendación sería buscar iniciativas en un sector determinado que te permitan dotar de credibilidad a tu plan de sostenibilidad, que no es solo una declaración sino un plan de transición: ¿Qué vas a hacer para alcanzar unos objetivos creíbles en 2030?
Carlos Torres, presidente de BBVA, apuntó recientemente que, si no se acota el greenwashing a las acciones donde exista una intencionalidad y un daño, las compañías más vanguardistas en sostenibilidad podrían romper sus compromisos en materia climática “ante el miedo de que les vayan a perseguir”. ¿Pueden pagar justos por pecadores?
Se está sobreactuando respecto al greenwashing y hay que calibrar de manera precisa las medidas regulatorias porque se pueden generar efectos no deseados. No se trata tanto de abandonar iniciativas, sino de que hay entidades que empiezan a adoptar prácticas de green hushing. Consiste en bajar un poco el perfil para evitar ser cuestionado. Se trata de comunicar menos, en lugar de decir qué acciones va a adoptar la empresa, por miedo a que le acusen de greenwashing. Es decir, ejecutar sin exponerse.
“La carrera climática no se ganará cuando cruce la meta el primero, sino cuando también la cruce el último“
Esto va de un cambio sistémico. El mundo no cambiará solo por una o varias empresas. La carrera climática no se ganará cuando cruce la meta el primero, sino cuando también la cruce el último. Todos debemos participar en el cambio. Si las empresas no damos señales a otros stakeholders porque comuniquemos menos o tengamos un perfil más bajo, será perjudicial para el cambio sistémico. Al final, los gobiernos se mueven por las señales de las empresas y el sector financiero. Creo que debemos ser muy prudentes y no fomentar que las empresas comuniquen qué acciones toman.
En una entrevista reciente concedida a EFEverde, usted señaló que BBVA saldría “ordenadamente” de aquellas empresas que no evolucionen hacia un modelo sostenible “en dos, tres o cuatro años”. ¿La situación es tan crítica?
Matizo. La realidad es que nuestra aproximación es acompañar a las empresas en esta transición, y eso implica financiar e invertir. Habrá compañías que se anticipen y que trabajen de una manera más proactiva, y otras a las que les cueste más. Nosotros queremos seguir apoyando a las compañías en este proceso. No diría que existe ese corto plazo.