Cuando le pedimos al protagonista de la Entrevista de Trabajo de hoy, Carsten Hoffmann, que se presente, responde de corrido: “Tengo 43 años, nací en 1975 en Göttingem, en el land de la Baja Sajonia. Llevo tres años y medio aquí, en España, como director general del Grupo Lufthansa para España y Portugal. Vivo en Madrid con mi familia, estoy casado, tengo dos hijos que tienen nueve y seis años y se llaman Paul y Lara… y me interesa mucho el fútbol, es una de mis principales aficiones, también me encanta la música, acudo a conciertos y tengo la suerte de que la vida cultural de Madrid ofrece bastantes”.
Hoffmann nos recibe con una sonrisa que no se borrará de su cara durante toda la conversación. Habla con cierta parsimonia en un más que correcto castellano y se muestra tan relajado como si estuviera de vacaciones, aunque ha tenido una mañana con una agenda apretada en Pamplona y le espera un acto en el que tiene que pronunciar una charla. Aprovechamos que se calla y, tirando de estereotipos, damos por supuesto que como alemán los conciertos a los que va son de música clásica: “La verdad es que no, bueno, me gusta cualquier música pero prefiero la indie, hay muchas bandas en España y me encantan”.
Visto lo visto no nos atrevemos a aventurar nada con respecto al fútbol. Le preguntamos directamente cuál es su equipo: “El mío de toda la vida es el Hamburgo, pero aquí soy del Atlético de Madrid, voy al estadio, me lo paso muy bien en ese ambiente, y mis hijos también son colchoneros”, nos confiesa ensanchando aún más su sonrisa.
“Mi sueño era tener un trabajo como este en cualquier sitio del extranjero, y poder ser el jefe de Lufthansa para España y Portugal ha sido una gran suerte”.
Estudió Economía y Comercio, especializándose en Marketing e International Management, durante cuatro años en la Universidad alemana de Münster, que interrumpió un año para estudiar en Irlanda. Esa estancia le hizo descubrir su interés por conocer la cultura, costumbres y lengua de otros países, “creo que se puede aprender muchísimo si vives fuera de tu país. Me lo pasé genial en Irlanda y lo mismo me ha pasado aquí”.
CONOCER OTRAS CULTURAS
Al terminar su formación académica viajó durante tres meses por España, “yo quería saber más sobre España y en el primer trimestre de 2003 vine. Empecé por Barcelona, pasé por Valencia, me quedé un poco más tiempo en Granada y Sevilla, fui a Madrid y acabé de nuevo en Barcelona”. Entonces no sabía que iba a vivir en Madrid, “son casualidades, esas cosas pasan”. Al acabar el viaje, en abril, fue contratado por Lufthansa. Pasó por varios departamentos, ventas, planificación de horarios, marketing, y luego trabajó unos meses en Estados Unidos, en Nueva York y Atlanta: “Esa fue otra de mis etapas estupendas en el extranjero, allí estuve aprendiendo de otras culturas y cómo hacer negocios”.
Y ahí sigue, en Lufthansa. Ha cambiado de país pero no de compañía, “es que me gusta mucho mi trabajo”, dice como excusándose, y añade que también le fascina “el mundo de la aviación, ¡me encanta!”. Le preguntamos si cuando estudiaba pensaba en trabajar en un puesto como el que ocupa o si su vocación era otra, y responde que “mi sueño era tener un trabajo como este en cualquier sitio del extranjero, y poder ser el jefe para España y Portugal ha sido una gran suerte. Hay muchos países que me interesan, pero la verdad es que aquí me siento muy muy cómodo, muy en casa”.
“Nuestros contratos son para cinco años y ya llevo tres y medio aquí, eso significa que en año y medio tengo que buscarme otro puesto en la compañía, otra vida”.
Deducimos que no va a ser Madrid su destino definitivo, y nos lo confirma aclarándonos que no es sólo por su deseo de cambiar de aires cada cierto tiempo, sino que la política de Lufthansa le obliga a ello: “Nuestros contratos son para cinco años y ya llevo tres y medio aquí, eso significa que en año y medio tengo que buscarme otro puesto en la compañía, otra vida”. ¿Y no puede pedir un nuevo contrato similar al actual? “No, no, tienen una política estricta, prefieren intercambiarnos entre la sede y una sucursal”, de modo que es probable que regrese a la casa matriz. Claro, eso supone un traslado para toda la familia, un inconveniente que para Carsten Hoffmann se compensa con lo que tiene de enriquecedor “no solo para mí, mis hijos también han visto que es una maravilla vivir aquí, pueden hablar otro idioma, es una experiencia muy bonita y confían en las decisiones que tomamos mi mujer y yo, conjuntamente. ¡Espero que en futuro también nos sigan a donde vayamos!”
Ya hemos visto a lo largo de la conversación que este ejecutivo tiene dotes para la diplomacia, así que le preguntamos cómo nos ve en la confianza de que su respuesta va a halagar nuestro ego, y así es: “Me gusta muchísimo vuestra actitud ante la vida, en plena crisis no comprabais un coche nuevo, igual no viajabais tanto, pero no os quedabais en casa, salíais con los amigos a comer o a tomar una copa, y eso me parece estupendo porque abrazáis la vida a pesar de todo. En Alemania tenemos un nivel económico más alto, pero no sabemos disfrutarlo, aquí hay mucha más alegría, más ilusión de vivir”. Bueno, pues a ver qué le disgusta, y tras pensarlo un poco dice riéndose “ya me lo han preguntado otras veces, y la verdad es que no veo nada…”
PASIÓN POR LA CALIDAD
Vamos a probar con Pamplona, Navarra y sus habitantes. Se excusa porque conoce poco nuestra comunidad y señala que le gustaría visitar las Bardenas Reales y la selva de Irati, pero tras cinco o seis viajes a Pamplona “ya tengo mis bares y restaurantes favoritos, y lo que he visto de la ciudad me encanta”. Nos revela que acaba de comerse un chuletón y cierra teatralmente los ojos para confesar que le ha parecido “fabuloso”. Alaba la “pasión por la calidad” de los navarros, “es algo que compartís con los alemanes”. De sus contactos con las autoridades que desembocaron en la conexión aérea entre Pamplona y Frankfurt le sorprendió “el cariño con el que me trataron, claro que las dos partes buscábamos el mismo objetivo, no teníamos que discutir”. Y de nuevo comenta, abriendo un poco los brazos, “no puedo quejarme de nada”.
“En Alemania tenemos un nivel económico más alto, pero no sabemos disfrutarlo, aquí hay mucha más alegría, más ilusión de vivir”.
Efectivamente, nuestro entrevistado no se queja de nada, al contrario, todo parece estar a su gusto. Insistimos con su trabajo, le decimos que tiene que ser muy complicado porque tiene que tener en cuenta muchos factores, desde la seguridad al servicio al pasajero, con unos altísimos estándares de calidad, pero ni aun así: “Lo que dices es cierto, pero yo no lo veo como un trabajo muy difícil sino variado. Ahora mismo estoy hablando contigo y me encantan estos encuentros con la prensa, luego tenemos un evento con empresas aquí en Pamplona, esta mañana me he reunido con Sodena y la semana que viene vamos a celebrar con clientes y con la prensa el cuarto vuelo de Swiss Air, que también es del Grupo Lufthansa, entre Madrid y Zurich, luego tengo reuniones internas para planificar la estrategia del año próximo. Estas variedades hacen que me guste mi trabajo”.
Puesto a repartir elogios, los hace extensivos a los integrantes de su equipo de trabajo, “están muy comprometidos con Lufthansa, estoy más que contento con ellos, no puedo quejarme de nada, trabajan muy bien en equipo, igual tiene que ver algo la filosofía de la compañía…”
Ponemos fin a la charla porque se acerca la hora de su próximo compromiso. Aun así acepta de buen grado posar en las murallas con el monte Ezkaba y la Rochapea de fondo. Asomado sobre la barandilla ¿saben qué dijo? Efectivamente, “¡me encanta!”
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