Se llaman Uxua, Laura o Gabriela y forman parte del equipo de enfermería y asistencial que trabaja en los Centros de Hermanas Hospitalarias en Navarra (Pamplona y Elizondo). En una tarde de otoño, nos cuentan con detalle y sin darle mayor importancia el trabajo que realizan para que sus pacientes, enfermos con diferentes patologías mentales, adquieran hábitos saludables y desarrollen un cierto grado de autonomía que les permita mejorar su propia autoestima así como la calidad de sus vidas.
Escuchándolas se les podría equiparar con un grupo de superheroínas sin antifaz ni capa y con unas armas tan poco sofisticadas y heterodoxas como un cierto grado de empatía y una calidez humana que transmiten en la forma en la que se dirigen y atienden a las personas para las que trabajan. En su caso, además, unen a un indisimulado amor por su profesión, una preparación que les lleva a realizar cuidados especializados basados en evidencia científica. Por ello, participan activamente en investigaciones para mejorar la efectividad, eficiencia y seguridad el nivel de atención que prestan a los pacientes de Hermanas Hospitalarias.
Porque, en dichos centros, el trabajo de enfermería es mucho más que atender síntomas; es una labor que transforma vidas. En concreto, realizan un sinfín de actividades diarias: desde fomentar la higiene y autonomía hasta ofrecer acompañamiento emocional, acciones que se traducen en pequeños logros diarios para cada paciente. “Nos centramos en lo que pueden hacer, en lo que pueden recuperar y desarrollar, sin importar el diagnóstico que tengan”, afirma Laura Zorraquino, su encargada de cuidados.
La relación entre enfermera y paciente en Hermanas Hospitalarias es profunda y esencial. La proximidad, el estar presentes en su día a día, ayuda a generar una confianza que se convierte en el pilar de la recuperación. Para la enfermera, Gabriela Robayo, “la escucha activa es una parte fundamental”. “Los pacientes a menudo no solo buscan consejo médico; necesitan ser escuchados”. A través de esta comunicación, el equipo fomenta habilidades de autocuidado que devuelven a cada persona un sentido de normalidad y control.
No obstante, el camino no siempre es fácil. Para muchas personas, vivir con una enfermedad mental implica años de autolimitación y un “autoestigma” que merma su voluntad de avanzar. Como comenta la directora asistencial de Hermanas Hospitalarias en Navarra, Uxua Lazkanotegi, “trabajar contra esa percepción negativa es un reto diario”. La empatía y la confianza mutua se convierten en las mejores herramientas para ayudarles a verse como personas más allá de su diagnóstico. “Intentamos resaltar la persona más allá de su patología”, señala.
Su labor, por otro lado, incluye erradicar el estigma que la sociedad mantiene sobre las patologías vinculadas a la salud mental. “Defendemos los derechos humanos de cada persona, con o sin enfermedad mental, y brindamos apoyo también a las familias en situaciones de vulnerabilidad, especialmente cuando el paciente no puede tomar decisiones de manera autónoma”, asevera Laura Fuentes, enfermera..
En un enfoque integral, la clínica se apoya en la colaboración interdisciplinaria, donde enfermería, auxiliares, terapia ocupacional, medicina y psicología trabajan juntos, formando un círculo de apoyo completo. Cada profesional contribuye a elaborar un plan de cuidados individualizado, siempre teniendo en cuenta la opinión del paciente, que marca los objetivos a alcanzar. Además, el equipo se coordina en las emergencias, gestiona campañas de salud como la vacunación contra la gripe, prevención del cáncer de mama y colon así como otras estrategias preventivas, al tiempo que brinda soporte tanto a los pacientes como a sus familias.
Hay una historia que se repite en Hermanas Hospitalarias en Navarra y que da cuenta de la efectividad de esta labor en equipo. Lazkanotegi menciona a pacientes que, tras su paso por el centro, han recuperado la suficiente autonomía para pasar de un recurso residencial a un piso tutelado o regresar con sus familias. Cada caso es un testimonio de los logros alcanzados y del impacto positivo que los cuidados de enfermería tienen en la vida de estas personas.
Además de su papel como cuidadoras, el equipo de enfermería también cumple una función formativa e investigadora. En la clínica, las enfermeras colaboran en investigaciones para mejorar los tratamientos y participan en la formación de estudiantes de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y la Universidad de Navarra, quienes encuentran en Hermanas Hospitalarias un modelo de profesionalidad y compromiso. “Cumplimos un rol educativo con los futuros profesionales que, en ocasiones, descubren un área de atención, la salud mental, que les motiva a seguir en este camino”, resaltan las enfermeras de Hermanas Hospitalarias.
Cuando el encuentro llega a su fin, es imposible no sentir el peso y la nobleza de la labor de este equipo. Sus esfuerzos diarios no solo mejoran la vida de sus pacientes, sino que dignifican la profesión de enfermería y luchan por erradicar el estigma que muchas veces acompaña a las enfermedades mentales. Al despedirnos, queda la certeza de que en estos centros de Pamplona y Elizondo se trabaja incansablemente para que cada paciente recupere un sentido de vida que les pertenece por derecho.