Junio llega con aroma de verano, aunque es cierto que estas últimas semanas el tiempo no acaba de acompañar dicho estado emocional. Pero en las calles de Pamplona ya se respira este ambiente. Y qué mejor que un helado para avivar el espíritu.
Según indica Ice Co Bar, firma especializada en helados a la plancha, un buen helado debe “tener un color natural, no estar demasiado frío, no provocar sed, y por supuesto su textura debe ser homogénea y resultar irresistiblemente cremoso. Por no mencionar, que ha de tener aire para diferenciarse de un polo”.
Ahora bien, tras conocer las claves para poder identificarlos, en el siguiente artículo planteamos una ruta de heladerías por la capital navarra donde poder comprobar cada una de las características mencionadas y escoger la propuesta favorita para este verano:
Nalia
Comenzamos el itinerario en la heladería más antigua de la capital navarra. Fundada en 1939, Nalia se distingue por su elaboración artesanal. Aúna tradición con tecnología de vanguardia creando combinaciones y sabores típicos de la gastronomía navarra como el goxua o la cuajada. El obrador está regentado por Vicente Serrano González, la tercera generación de este negocio ubicado en el Paseo de Sarasate.
La Turronería Primitivo Rovira e Hijos
Del paseo Sarasate nos dirigimos a la Plaza del Castillo. En una de sus esquinas, concretamente en la que te adentra en la famosa calle de San Nicolás se encuentra La Turronería. Se trata de un establecimiento que la fábrica artesanal de Turrones y Dulces Primitivo Rovira e Hijos (Jijona) abrió en Pamplona para ofrecer sus delicatessen. Fundada en 1850 y, tras varios galardones y seis generaciones a sus espaldas que avalan su buen hacer, abrieron horizontes para llevar sus recetas tradicionales a los helados. Y como no podía ser de otra manera, su propuesta estrella es el helado de turrón.
Amorino
Caminamos unos metros y estacionamos en la Estafeta, aunque las recetas de esta boutique nos trasladan a Italia. El origen de este establecimiento se remonta a 2002. La aventura comenzó en Ile Saint-Louis (París), destino de visita obligada en la ciudad de las luces. Sus fundadores Cristiano Sereni y Paolo Benassi quisieron combinar sus dos pasiones: Italia y el gelato. Un proyecto que actualmente, cuando celebra su veinte aniversario, aglutina cientos de locales como el de Pamplona por todo el mundo. La clave de su éxito recae en la elaboración artesanal y en la particularidad del formato, ya que los helados se sirven en forma de flor.
Larramendi
Seguimos la ruta adentrándonos en la ya mencionada calle de San Nicolás, esta vez, para probar las delicias de la heladería Larramendi. Aunque también puedes encontrarla en otros puntos de la ciudad como en la céntrica calle de García Ximénez. Esta firma familiar comenzó su andadura en 2008 de la mano de Ana y Marta Larramendi, que tras trabajar en el oficio familiar de la pastelería artesana decidieron ir un paso más allá y adentrarse en el mundo de los helados. Se distinguen por su arraigo a la tierra y al producto local, a los “sabores de aquí”. Como el queso Idiazabal y la cuajada con miel y nueces.
Elizalde
Caminando calle abajo en la plaza de San Nicolás paramos en la cafetería y heladería Elizalde y Casa Salinas. Aquí podréis degustar los mantecados más antiguos de Navarra, la mejor tortilla tradicional de Pamplona – premio que otorgó la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra al local en 2018 – y culminarlo con uno de sus helados artesanales. Su propietario, Jorge Elizalde, gestó la idea de negocio tras un viaje a Italia.
Los Jijonencos
Culminamos la ruta de heladerías poniendo rumbo a la calle de la Media Luna, donde está ubicada la heladería Los Jijonencos. Se trata de un negocio que Garbiñe, la tercera generación de la firma familiar, junto a Mikel –“reclutado hace 10 años”- dirige para ofrecer a sus visitantes una gran variedad de productos artesanales que elaboran desde hace décadas. Entre sus propuestas, destaca un helado de plátano con galleta blanda que se asemeja a la forma de esta fruta y que retrotrae a la infancia.