Echando la vista atrás, exactamente una década, no había mejor lugar para que el Basque Culinary Center germinara que San Sebastián. Allí, entre estrellas Michelin, artistas de la cocina, amantes del buen comer, la costa cantábrica y una arraigada cultura del pintxo, una luz inquieta comenzó a crecer. Primero tímidamente. Luego, imparable. Porque, a día de hoy, el Basque Culinary Center no conoce más límites que los que él quiera marcarse. Los que le impone la mesura y la cautela de unos impulsores con los pies en la tierra, pero grandes como pocos. Detrás de esta iniciativa pionera están grandes de la cocina como Arzak, Subijana, Berasategui y Aduriz, y la Universidad de Mondragon, que creyó en el olfato de todos ellos y supo dar forma a sus inquietudes.
Inquietudes que pasaban por crear un centro de formación que canalizara, orientara e impulsara la evolución de la gastronomía de las últimas décadas. Curiosos, a propuesta de Arzak y Subijana, indagaron dentro y fuera. Buscaron en Francia, Estados Unidos y Suiza, entre otros. Conocieron centros, escuelas de hostelería y de cocina… Pero nada era lo que tenían en mente. “Todos tenían una parte de lo que queríamos hacer, pero buscábamos algo más. Y así surgió la fundación del Basque Culinary Center y la facultad de Ciencias Gastronómicas”, confiesa Joxe Mari Aizega, director general del BCC. El propósito era convertirse en una institución de formación superior, pero no quedarse ahí. Querían aunar en un mismo centro investigación, innovación y promoción de la gastronomía y la alimentación. En definitiva, trabajar por y para la gastronomía, en la más amplia de sus acepciones. “Y para eso, estamos atentos a la evolución del sector, para poder desarrollar una serie de actividades que nadie había hecho antes”, añade Aizega.
La facultad les ha ubicado en el panorama universitario a nivel internacional. A sus cursos de grado y de postgrado acuden más de 600 personas, que se suman a los más de 800 profesionales que han pasado por su amplia oferta de cursos cortos, y los 1.500 “entusiastas” que han aprendido de cocina en los distintos talleres e iniciativas formativas del BCC.
En apenas una década, el Basque Culinary Center ha superado con creces las fronteras autonómicas y nacionales, con alumnos de 32 países que quieren aprender con los mejores y saber hacia dónde van las últimas tendencias en el mundo gastronómico. “Nos sorprende que provengan alumnos de tantos países distintos”, reconoce Aizega, quien destaca el número y la pasión de los estudiantes procedentes de Latinoamérica. “En todos esos países se está poniendo en valor su gastronomía y hay mucho interés y curiosidad”.
Lejos de quedarse en la formación, el BCC aspiraba ya desde el principio a ser algo más. De ahí su centro de investigación y su apuesta continua por apoyar a la nueva empresa. Tanto es así que se ha convertido en centro tecnológico reconocido. “Han sido unos años intensos. Teníamos claro que nuestro papel era ser un proyecto tractor, que impulsara y promoviera la gastronomía y para eso hemos creado todo un ecosistema de actividades diversas”.
Ese duro trabajo ha merecido la pena. Esa inquietud de sobremesa de dos grandes de la cocina ha cobrado forma y ha crecido hasta convertirse en una referencia mundial. Por eso, los primeros VanityCapital Awards no podían sino recaer en el Basque Culinary Center. “El trabajo y la dedicación han sido muy importantes pero muy satisfactorios. Para nosotros es un motivo de orgullo llegar donde hemos llegado y que se nos reconozca de una comunidad como Navarra, con la que tenemos tantísima relación, es un orgullo y una satisfacción para nosotros”, resalta Aizega. “La gente nos transmite que vamos por buen camino”, confiesa.
Por eso, no atisban todavía la meta. “Queremos seguir observando lo que necesita el sector, que está a su vez en permanente cambio, para contribuir a su competitividad y desarrollo. También nos hemos propuesto impulsar la digitalización en este ámbito y, por supuesto, seguir investigando en áreas como la salud y la sostenibilidad que son, en definitiva, los nuevos retos a los que se enfrenta la gastronomía”. Pero, en este camino, siempre hay momentos, como el de ayer en los Premios Vanity, para mirar atrás, no con autocomplacencia, pero sí con el orgullo de ver los éxitos que se han logrado con ahínco, esfuerzo y dedicación, siempre pensando en ese ingrediente, ese detalle, esa técnica culinaria que haga brilla el plato.