La Red Nacional de Pueblos Acogedores (RNPA) celebró el pasado viernes, 19 de abril, en Sigüenza, su tercer encuentro anual, en el que participaron representantes de 18 municipios de esa plataforma. La reunión estuvo precedida de dos jornadas de trabajo del grupo de cocreación G100- Arte y Cultura, que se encuentra en fase de diseño de proyectos para implementar, principalmente, en las localidades de la RNPA.
La red nació en junio de 2021, aún en pandemia, en principio, para aprovechar el auge que en ese momento estaba experimentando el teletrabajo. Una vez superada la crisis sanitaria, la RNPA amplió su horizonte para convertirse en una plataforma en la que las pequeñas localidades «se presentaban al mundo como lugares para emprender, para cambiar de vida, para llevar a cabo proyectos comunes, etc.», como señala el director de Comunicación de El Hueco, Roberto Ortega. De 27 pueblos con los que se puso en marcha, la red está compuesta ahora por 58 localidades, de 11 comunidades autónomas, más algunas que están la lista de espera.
Las localidades son las siguientes: Sigüenza y Mandayona (Guadalajara); Beteta y Huete (Cuenca); Ayna (Albacete); Allo y Villatuerta (Navarra); Somiedo y Vegadeo (Asturias); Aledo (Murcia); Ventosa (La Rioja); Caleruega (Burgos); Sarnago (Soria); Serrada (Valladolid); Lumbrales (Salamanca); Navares de las Cuevas (Segovia); Polícar (Granada); Benarrabá (Málaga).
Aunque al tercer encuentro anual, por parte de la Comunidad Foral de Navarra, asistieron Allo y Villatuerta, cabe señalar que también forman parte de esta interesante Red las localidades de: Milagro, Berbinzana, Los Arcos, Barbarin, Orísoain y Legarda.
Red Nacional Pueblos Acogedores
El objetivo de esta red es garantizar las condiciones necesarias y favorecedoras para que las personas que lo deseen, desarrollen una vida profesional a distancia en los pueblos de la Red, ya sea en periodos de tiempo cortos, medios o largos, y así contribuir a dinamizar y repoblar zonas rurales y escasamente pobladas (SPAs). Una experiencia que puede ser inmersiva porque no solo se limita al mero trabajo, sino que ofrece la posibilidad de conocer de cerca la realidad de pequeñas localidades de España y participar en su día a día, lo que sin duda ayudará a cambiar positivamente ese diálogo que mantienen el mundo rural y el urbano, cambiando la percepción de las zonas rurales como entornos donde es posible vivir y trabajar.