Las defensas inmunitarias son un auténtico sistema de protección para el organismo. Un escudo de los diferentes ataques externos, tanto de naturaleza “física”, como virus y bacterias, como de naturaleza “psicológica”, como el estrés o ciertos estados emocionales. Entre las causas que determinan una disminución de las defensas inmunitarias, se encuentran los cambios de estación, las oscilaciones de temperatura, el estrés psicofísico, la alimentación incorrecta, la falta de sueño, la actividad deportiva no apta para el propio físico y el abuso de medicamentos. Está claro que cuanto más fuertes son las defensas, menor es el riesgo de sufrir complicaciones patológicas. Pero resulta también fundamental comprender la composición y el funcionamiento del sistema inmunitario para poder ayudarlo mejor.
En primer lugar, cabe aclarar que el sistema inmunitario está formado por un conjunto de órganos: médula ósea, timo, linfoglándulas, bazo, amígdalas y también la misma piel. Estos, junto a las células específicas y barreras físicas garantizan el buen funcionamiento de la respuesta inmunitaria.
Este sistema de protección actúa de dos maneras diferentes pero integradas frente a los ataques externos: a través de la inmunidad innata o inespecífica, la primera en activarse, y la adaptativa (o adquirida). La primera es de tipo no específico y está presente desde el nacimiento. Se caracteriza por mecanismos de defensa ya listos para funcionar incluso antes de que el agresor llegue y tiene el deber de responder rápidamente a las infecciones. Este tipo de inmunidad, sin embargo, no es capaz de activarse de manera específica frente a agentes patógenos: cuando no es suficiente, entra en juego también la llamada inmunidad adaptativa, capaz de elegir las armas justas para derrotar específicos invasores externos. Este tipo de respuesta requiere de un tiempo más prolongado para llegar a proteger efectivamente, y se ha diseñado para reaccionar a específicos “agentes externos”, como virus y bacterias, y eliminarlos. En particular, la inmunidad específica tiene la capacidad de combatir a todos estos invasores con la producción de anticuerpos que, uniéndose a los agentes patógenos, impiden que las células del huésped se infecten.
Cómo proteger el sistema inmunitario
Es posible proteger el sistema inmunitario actuando en varios frentes: alimentación, estilos de vida, actividad física y en caso de que no bastara, solicitando la opinión de un experto sanitario. Es justamente a partir de la actividad física que se puede reactivar el metabolismo, favoreciendo la oxigenación de la piel y ayudando a la correcta circulación sanguínea. Todos estos beneficios se pueden obtener con un simple paseo, tal vez en medio de la naturaleza, entre los árboles y lejos de la contaminación atmosférica. También una alimentación equilibrada juega un papel fundamental en el refuerzo de las defensas inmunitarias. Por tal motivo, se recomienda una dieta rica y variada que reduzca los alimentos con excesiva cantidad de azúcares y grasas saturadas, y que nunca falten las frutas y verduras de estación, mejor aún si se cultivan con técnicas respetuosas del medio ambiente. Sin embargo, a veces todo esto podría no ser suficiente.
Las vitaminas
Para reforzar las defensas, cada vez es más habitual el consumo de vitamina C y vitamina D. Recientes estudios señalan que la vitamina C puede contribuir al funcionamiento normal del sistema inmunitario, puede resultar útil en la reducción de la duración de los resfriados y una ayuda válida para reforzar el organismo de los individuos que realizan períodos breves e intensos de ejercicio físico. Por su parte, también la vitamina D contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y a una sana respuesta inflamatoria. Sin embargo, es importante hacer algunas aclaraciones sobre estas fuentes de refuerzo para nuestras defensas.
A pesar de que son importantes para el organismo, este no logra producirlas de forma autónoma. Cada persona debe ocuparse de ingerirlas a diario: la vitamina C a través de los alimentos y la vitamina D a través de la exposición al sol, y también los alimentos.
En el caso de la vitamina C, si no es suficiente la cantidad ingerida a través de la alimentación, es posible contrarrestar su carencia mediante la utilización de productos, como los complementos alimenticios. Cabe aclarar que la mayor parte de los productos presentes en el mercado contienen vitamina C de síntesis, ya que no es posible extraer esta molécula aislada directamente de los vegetales. Por lo tanto, la molécula de síntesis es muy diferente de la que se encuentra en la naturaleza. Este es un hecho que a menudo no queda claro en la lectura de la etiqueta de los productos. ¿En qué se diferencian las dos moléculas?
Si bien la vitamina C de síntesis existe de manera «aislada», esto no vale para la presente en la naturaleza: por ejemplo, en la acerola, una particular variedad de cereza especialmente rica en vitamina C, esta última se encuentra siempre asociada a una combinación de sustancias vegetales que en sinergia modulan la acción fisiológica en el organismo. En la naturaleza no existen las sustancias aisladas.
Las sustancias naturales: un aliado más para las defensas del organismo
Existen otras importantes fuentes naturales que brindan una ayuda eficaz para las defensas del organismo. Estas pueden ser útiles a cualquier edad, pero es importante, antes de su utilización, dirigirse siempre a figuras profesionales cualificadas. Los sistemas de sustancias a base de polisacáridos, equinacósidos y flavonoides extraídos de plantas como la equinácea pallida, el saúco, la malva y la uña de gato tienen la capacidad de actuar mediante una acción sinérgica y pueden potenciar las naturales defensas inmunitarias. En particular, su acción resulta útil tanto en la prevención (limitación de la repetición de episodios infecciosos) como soporte al tratamiento de la fase aguda (con una acción inmunorregulatoria, antiinflamatoria y antioxidante).
En general, las sustancias naturales, utilizadas desde siempre, se han afirmado en los últimos años como objeto de investigaciones científicas y hoy es posible transferir su estudio del ámbito de la tradición al de la medicina basada en la evidencia (Evidence Based Medicine) y la medicina de los sistemas (Systems Medicine), o sea, esa nueva frontera médica interdisciplinaria que estudia los sistemas del cuerpo humano como parte de un unicum integrado, incorporando interacciones bioquímicas, fisiológicas y medioambientales.
Tener un sistema inmunitario eficiente es, por lo tanto, fundamental para defendernos de las enfermedades y de las infecciones. Esto es válido siempre, pero aún más en un periodo de emergencia sanitaria como el que estamos viviendo actualmente.
Refuerza tu ‘escudo’ con las farmacias Farplus
Sin duda, dichas fuentes naturales a base de polisacáridos, equinacósidos y flavonoides extraídos de plantas como la equinácea pallida, el saúco, la malva y la uña de gato, pueden hallarse en las farmacias Farplus, un grupo de farmacias creado en Navarra en el año 2001. Iniciado con un total de 63 socios, a día de hoy permanecen en el grupo 84 oficinas de farmacia, repartidas en tres comunidades (77 en Navarra, seis en el País Vasco y una en Aragón). Se trata de farmacias enfocadas a la mejora continua en la atención farmacéutica, consejo profesional, cercanía al paciente, innovación continua y formación semanal.