Los últimos kilómetros de carretera no le hacen justicia. Sin embargo, le podemos asegurar que cuando ponga el pie en el pequeño aparcamiento situado a los pies del Heredad Beragu Hotel, en Gallipienzo, creerá firmemente que ha sido casi “teletransportado”. Que, efectivamente, está en un rincón, muy muy lejano, o, dicho de otro modo, fuera de este mundo cotidiano de las prisas y los nervios aunque la realidad nos indique que estamos a apenas 54 kilómetros de Pamplona.
Porque lo primero que escucha el visitante al llegar a este establecimiento es precisamente el sonido del viento golpeándote en la cara, el leve rumor del río Aragón situado más abajo y, si eleva la vista, puede ver el ancho cielo que se abre a nuestros ojos. Así que un primer pensamiento le lleva a uno a sospechar que, en realidad, a este “paisaje idílico” solo le falta el huerto donde encontrar la sombra que nos cobije y el libro o, en su caso, el sabio que nos amenice la estancia mientras sentimos que el tiempo se para por no decir que desaparece.
En el caso del Heredad Beragu Hotel no hay huerto pero si un mirador que, tanto en verano como invierno, cumple de sobra las funciones de “rincón acogedor” donde poder perder las horas acompañado de una buena lectura. Eso sí, a falta de sabio o filósofo que nos amenice la velada, tenemos dos. Patxi y Ramón o Ramón y Patxi, sus propietarios.
Solo hay que darse una vuelta por las nuevas tecnologías (ésas que de tan fácil que nos han hecho la vida hace imposible que podamos vivir sin ellas) para descubrir que, junto a las piedras (de las que hablaremos más adelante en este artículo), la gran clave del éxito del Heredad Beragu Hotel, son ellos. Sí. Patxi y Ramón.
Hay un mirador que, tanto en verano como en invierno, cumple de sobra las funciones de “rincón acogedor” donde perder las horas acompañado de una buena lectura
Porque uno empieza y no termina de contar las numerosas felicitaciones que recibe esta pareja de todos los afortunados que han tenido la suerte de visitar su establecimiento en Trip Advisor y similares. Los “felicidades Patxi y Ramón”, “enhorabuena a Patxi y Ramón” o “Gracias Ramón y Patxi”, …, son continuos y están más que justificados porque, tras cinco minutos de conversación, has olvidado que estas en un hotel rural para sospechar que, en realidad, has entrado en “su” casa y eres “su” anfitrión con todo lo bueno que eso supone en atención, cercanía pero sobre todo respeto y atención. En una palabra, saber servir y, encima, disfrutar haciéndolo. Muy pocos lo saben hacer así que “Felicidades Pachi y Ramón”.
Sin embargo, siendo importante el “factor humano”, no debiéramos despreciar el otro elemento clave de la “fórmula del éxito” en la que se apoya el Heredad Beragu Hotel. Antes lo hemos mencionado y ahora ha llegado el momento de detenernos un poco más en esas “piedras”. Porque, efectivamente, estamos ante un hotel rural que se ha levantado piedra a piedra durante siete largos años de trabajos.
La “fórmula secreta” del éxito del Heredad Beragu Hotel, son ellos. Sí. Patxi y Ramón
En realidad, Patxi y Ramón (cómo no) han ido levantando casi de la nada un proyecto que empezó por una casa a la que, posteriormente, han sumado dos más aunque, recorriendo las tres plantas que forman el hotel, no lo parezca. Sin querer ponernos estupendos el Heredad Beragu Hotel presenta un hilo argumental uniforme y coherente a lo largo de todas sus habitaciones. Es decir, que lo que nos encontramos en “la capilla”, “la herbolera”, “la bodega”, “los almadieros” o “el molino” es que se encuentran perfectamente integradas con el entorno natural en el que nos encontramos, que ningún detalle se encuentra fuera de lugar y que todo, en su conjunto, lo que ofrece es una sensación agradable de que uno se siente en su propio hogar.
Porque igual la clave de todo es eso. Que en el Heredad Beragu Hotel estás como en casa. Tu casa. ¡Buena estancia!