Los propietarios del Hotel Palacio de Guendulain, ubicado en la calle de Zapatería, han anunciado la “clausura” del establecimiento “por diferentes motivos” y, en consecuencia, el “cese de la actividad”. Los trabajadores que conforman la plantilla, más de veinte en total, pierden por tanto sus empleos.
En una breve carta remitida el pasado 10 de junio a la Asociación de Hoteles de Pamplona, los dueños y la empresa gestora agradecen “los servicios y atenciones” que, en estos últimos años, les ha prestado la entidad “con profesionalidad y eficiencia”. El cierre es efectivo desde ese mismo día.
Los trabajadores que integran la plantilla, más de veinte en total, pierden sus empleos.
El hotel, de cuatro estrellas, había paralizado su actividad tras la declaración del estado de alarma. Y, desde entonces, no había vuelto a abrir. Ahora, tras casi once años, baja la persiana, aunque aún no ha trascendido si alguna cadena está interesada en adquirirlo.
Propiedad de los condes de Guendulain y gestionado por la compañía Kadarnavarra tras una etapa en la que esta labor corrió a cargo de la firma MHM, se trata de uno de los palacios más emblemáticos de la capital navarra. En todo este tiempo, sus propietarios se han mostrado muy discretos y se han mantenido alejados de la exposición mediática.
Antes de su apertura, fue restaurado durante unos dos años, bajo la premisa de preservar los elementos más distintivos del inmueble. Sin duda, la carroza que se mostraba en el zaguán era una de las imágenes más características del hotel.
SU HISTORIA
Construido a mediados del siglo XVIII por orden de Sebastián de Eslava, virrey de Nueva Granada, albergaba veinticinco habitaciones con vistas a la plaza del Consejo y a un patio ajardinado, donde se exponía una colección de carruajes y una fuente diseñada por el pintor Luis Paret. También contaba con siete amplios salones, que preservaban la personalidad neoclásica del edificio, y un restaurante.
