Los ojos puestos en el balón. La mirada compartida con su equipo. Los hinchas rojillos se levantan de sus asientos. Un regate. Dos. Tres. Se aproxima a la portería y… ¡gol! Nuestro protagonista jugó en Osasuna desde los nueve hasta los 18 años. El campo fue su punto de partida, pues la motivación, la energía y el esfuerzo han sido, desde entonces, su bandera. También sobre el tatami, equipado con un casco y un uniforme blanco, desarrolló valores como la perseverancia, “fundamental” en el mundo del emprendimiento. Taekwondo, atletismo, pelota vasca… Lo cierto es que Xabier Aláez es un leal aficionado del deporte. De hecho, fruto de los diversos torneos en los que competía, se gestó en su interior un sentimiento de continua superación que más tarde le impulsaría a crear su propia startup: “Siempre he tenido una vena emprendedora, incluso antes de saber lo que era emprender”.
“Siempre he tenido una vena emprendedora, incluso antes de saber lo que era emprender”
Los recuerdos aparecen en su mente como “pequeños flashes”. Al son de sus memorias, mientras trata de encontrar palabras precisas que alumbren sus vivencias (como buen ingeniero, es muy minucioso), pronuncia el término “resiliencia”. “No me gusta demasiado porque se ha puesto muy de moda, pero creo que define a la perfección mi esencia”, expresa justo antes de atrasar el reloj un par de décadas.
De niño, andaba continuamente de aquí para allá. Entre partidos de fútbol, clases de artes marciales, pistas de cien metros lisos y campeonatos en el frontón, no siempre tuvo claro su camino. Un día tuvo la ilusión de ser futbolista, pero pronto entendió que el mundo le deparaba otro porvenir. “El fútbol me encantaba, pero no me veía dedicándome a eso. Ese no era mi sueño. Aunque pertenecía a Osasuna, tenía que seguir estudiando”, relata.
DE OSASUNA A LA INGENIERÍA INDUSTRIAL
Finalmente, se decantó por estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), con especialización en el ámbito de la Mecánica. Entre risas, menciona que es “ingeniero de profesión y de personalidad”, pues presta especial atención a los detalles, a la racionalidad y a la organización. Quizá por eso, la sede de su startup presente un orden exquisito. Como exquisitos son también los frutos secos que nos encontramos en la sala de reuniones y que nuestro invitado nos ofrece con cortesía: “Quiero que os sintáis cómodas”.
Al finalizar la carrera, optó por ampliar su formación con un Máster en Ingeniería Industrial, impartido por el mismo centro académico. Precisamente mientras realizaba el Trabajo de Fin de Máster, conoció a Sergio Díaz, quien ejerció como tutor del proyecto y, al poco tiempo, se convertiría en su socio.
De forma paralela, se adentró en una original iniciativa: “Una asociación madrileña necesitaba un becario para desarrollar un sistema de monitorización de CO2”. Inmediatamente dio el “sí”. Recuerda permanecer horas en la biblioteca, aferrado a su portátil, googleando sensores y diferentes herramientas, mientras pulía su TFM. Manos a la obra, diseñó un pequeño aparato que medía la calidad del aire. Aquel curioso artilugio pronto captó la atención de numerosos arquitectos, que instalaban el mecanismo en inmuebles. “¡Quiero uno para mi casa! ¿Los fabricas tú?”, le preguntaban. Entonces, nuestro protagonista transformó el garaje de su vivienda familiar en un taller. Tornillos, alicates, llaves inglesas, clavos, tuercas… De pronto, construyó su propia fábrica. “Mi padre, que estudió Mantenimiento Electrónico, me ayudaba. A veces incluso trabajábamos en la cocina. ¡Mi madre terminaba harta de nosotros!”, exclama entre carcajadas.
UN TALLER ARTESANO
El modus operandi era “artesanal” y “muy tradicional”. Sobre una placa de cobre, colocaban una hoja y, con meticulosidad, comenzaban a crear desde cero los dispositivos. En concreto, consistían en unos utensilios con forma cuadrada, del tamaño de la palma de una mano, capaces de medir y calibrar el dióxido de carbono de un espacio cerrado.
Más tarde, optó por unir fuerzas con Sergio Díaz y la especialista en salud y bienestar María Figols. “Descubrimos los programas de CEIN y decidimos presentarnos a los Premios Iníciate con ese primer prototipo”, narra. Tras un misterioso silencio, coge aire y sonríe: “Ganamos”.
Además, la sociedad pública aceptó su proyecto en el programa Impulso Emprendedor y, a partir de ese momento, comenzaron a diseñar un modelo de negocio. Pero estos no fueron los únicos hitos de la iniciativa. Ese mismo año, Xabier fue ganador de la Beca Fundación Fuentes Dutor del Colegio de Ingenieros Industriales de Navarra (COIINA). “Con estos reconocimientos y la demanda que había, nos lanzamos a la aventura”, precisa. Y así, nació inBiot.
MEJORAR LA CALIDAD DEL AIRE INTERIOR
Tres mil euros de capital fue el inicio de todo. “Antiguamente, las casas se construían de otra manera, tenían otra estructura e incluso otros materiales. Ahora los edificios son tan herméticos que hay que controlar la calidad del aire y hay que hacer una gestión de la ventilación más efectiva”, detalla Xabier, CEO de la firma. Por aquel entonces, la sociedad “todavía no estaba muy concienciada”. Hasta que llegó la pandemia…
“Ahora, los edificios son tan herméticos que hay que controlar la calidad del aire y hay que hacer una gestión de la ventilación más efectiva”
Tras permanecer en las instalaciones de CEIN durante cuatro años, inBiot se trasladó en 2022 a Mutilva, donde posee sus oficinas (decoradas con muy buen gusto, por cierto) y manufactura el producto. Nuestro protagonista nos invita a disfrutar de un tour y, expectantes, aceptamos la propuesta. Siete pequeños dispositivos cuadrados decoran la estantería de la entrada, colocados en función de un orden cronológico. “Este fue el primer prototipo”, señala mientras sujeta entre las manos el dispositivo, que recibe el nombre de Monitor Inteligente de Calidad de Aire Interior (MICA). En silencio, contemplamos el resto. El diseño varía y también su estética.
En concreto, nos detenemos en aquellos que presentan un acabado de madera. “Estos modelos los vendíamos a particulares para que los instalasen en sus casas, por eso son más atractivos. Pero, cuando cambiamos el punto de mira y comenzamos a dirigir el negocio hacia empresas, siguiendo el modelo ‘Business to business’, decidimos hacerlos con un aspecto más empresarial”, especifica Xabier para, acto seguido, recalcar que MICA es el primer monitor de calidad del aire interior de España en obtener la licencia Works with WELL, concedida por el Well Building Institute.
Bajamos las escaleras y aterrizamos en la sala donde fabrican los MICA. Tornillos, alicates, llaves inglesas, clavos, tuercas… Enseguida nos imaginamos el taller artesano que nuestro invitado creó en el garaje de su casa. ¿Se asemejaría a este? Xabier se ríe: “¡No tenía nada que ver!”.
HASTA QUINCE PARÁMETROS
“Fabricamos el hardware y el software, y también nos encargamos del servicio de post-venta”, especifica tras puntualizar que la propuesta de la firma consiste en ofrecer soluciones flexibles. En concreto, los MICA son capaces de medir hasta quince parámetros. Entre ellos, la temperatura, la humedad, el CO2 y las partículas en suspensión. “El dispositivo se integra en el sistema de ventilación en tiempo real. Envía los datos a una plataforma en la nube, que se pueden gestionar desde una cuenta”, desglosa. Su principal objetivo es indicar al usuario cuándo hay que ventilar y cuándo no. “Por ejemplo, en Pamplona, en invierno, abres la ventana para purificar la habitación, enfrías el espacio y luego consumes más en climatización. MICA te asegura que ventilas lo necesario y te ayuda a ahorrar en eficiencia energética”, añade.
“El dispositivo se integra en el sistema de ventilación en tiempo real y envía los datos a una plataforma en la nube”
Sonriente, subraya que inBiot trabaja con importantes empresas, como Ingeteam, Schneider Electric o NTT Data. Su objetivo para este año es ampliar horizontes con la internacionalización: “Empezamos el año pasado, ya tenemos un acuerdo con un partner en Reino Unido y ahora estamos hablando con partners de más de quince países, entre los que están Alemania, Bélgica, Islandia… También hay una oportunidad de mercado muy grande en Estados Unidos y queremos llegar hasta allí”. Si los planes de la firma salen según lo previsto, esas metas se materializarán en una facturación de más de un millón de euros en 2024.
Pero, cuando le preguntamos por la realidad actual de los espacios cerrados, nuestro protagonista suspira. Nos invita a retroceder en el tiempo, cuando estaba permitido fumar dentro de bares, colegios e incluso hospitales… “Ahora lo vemos como algo descabellado, pero entonces estaba bien visto. Creo que poco a poco la gente se irá concienciando más, y ojalá dentro de unos años no tenga sentido no tener sistemas de ventilación adecuados”. Lo cierto es que, según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), una buena calidad del aire interior “garantiza una mejor concentración, un incremento en la productividad y minimiza el riesgo de aparición de problemas de salud”. Xabier asiente: “Pasamos el 90 % de nuestra vida en el interior de edificios. Es importante respirar aire purificado”.
Ponemos punto final a nuestros apuntes y cerramos el cuaderno. Subimos las escaleras, siguiendo los pasos de nuestro protagonista, y nos despedimos de esos siete prototipos del MICA que decoran la salida y que tanto nos han llamado antes la atención. “Siempre he creído que con ilusión y con esfuerzo se puede sacar adelante cualquier cosa. Eso sí… ¡la verdad es que lanzarse a la aventura es muy arriesgado!”, aclara mientras abre la puerta.