Tanto el PIB español como el navarro sufrieron un descalabro en el segundo trimestre del año, no visto desde tiempos de la Guerra Civil (-22,1 % y -18,8 % respecto al mismo período de 2019 y -18,5 % y -15,6 % respecto a los tres primeros meses de 2020). En medio de la crisis provocada por el Covid-19, datos como estos han llevado a importantes científicos a cuestionar los actuales indicadores económicos. Un reciente artículo de investigación publicado en la revista ‘Conservation Letters’, realizado por veintidós expertos y dirigido por el español Iago Otero, de la Universidad de Lausana (Suiza), apunta la relación negativa existente entre el PIB per cápita mundial y la biodiversidad, entendida como el número de especies vivas en el planeta.
Es más, remarca que la preservación de los ecosistemas es incompatible con el crecimiento económico. Entre los científicos que han participado en su elaboración figuran relevantes voces de la Universidad de Oxford, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Barcelona (CREAF), la Universidad de Leipzig o la Humboldt de Berlín. Sus reflexiones han cobrado especial relevancia estas semanas, ya que durante el confinamiento se vio cómo la naturaleza se abría paso allá donde el ser humano le cedía terreno.
Los investigadores proponen una serie de medidas cuyo impacto económico y medioambiental sería ingente: limitar la explotación de los recursos naturales y prohibir su extracción en áreas de alto valor ecológico; restringir la construcción de grandes infraestructuras que rompan la integridad de los espacios verdes; potenciar la agricultura de proximidad; limitar la expansión de las ciudades; compensar la destrucción de puestos de trabajo con la creación de nuevos empleos, reduciendo las jornadas laborales; o dificultar la promoción de aquellos productos procedentes de la sobreexplotación agrícola y de la naturaleza.
EVIDENCIAS “DEMOLEDORAS”
Enrique Baquero, profesor de Zoología y Ecología en la Universidad de Navarra y miembro del Instituto de Biodiversidad, atestigua en este sentido que las evidencias relacionadas con la biodiversidad son “demoledoras”. Como, por ejemplo, que el área dedicada a la agricultura en el mundo se ha incrementado entre un 70 y un 80 % durante el siglo XX, utilizando grandes cantidades de agroquímicos.
Enrique Baquero: “El crecimiento de la economía, según el paradigma actual, está asociado a una pérdida de la biodiversidad”.
De los ocho millones de especies que se estiman sobre la tierra, un millón están amenazadas de extinción: “El crecimiento de la economía, según el paradigma actual, está asociado a una pérdida de la biodiversidad. Las economías con alto PIB consumen más recursos y energía y transforman superficies ejerciendo un alto impacto sobre ella”. A su juicio, las políticas de desarrollo actuales no están considerando, ni consiguiendo, que los habitantes del planeta vean mejoradas sus condiciones de vida a pesar del crecimiento más o menos estable del PIB de sus países. “Más bien llevan tiempo siendo rehenes de un sistema que se basa en el proteccionismo de las grandes empresas”, critica Baquero.
Pere Camprubí i García: “La economía de mercado no computa en sus costes de producción muchos de los beneficios aportados por la biodiversidad y los ecosistemas”.
El planteamiento propuesto por los investigadores supone afrontar cambios en todos los niveles de la sociedad, desde el individual hasta la política y el comercio internacionales. “Si no se camina hacia este escenario, la situación global del planeta llevará a una catástrofe en términos de acceso a alimentos, sanidad, seguridad y, debido a todo lo anterior, desigualdad y pobreza extremas”.
Pere Camprubí i García, decano del Colegio Oficial de Biólogos (COB), sostiene que los modelos basados en el PIB no valoran “la salud integral” de las personas. “La economía de mercado no computa en sus costes de producción muchos de los beneficios aportados por la biodiversidad y los ecosistemas. Además, los operadores económicos tienden a dañar, consciente o inconscientemente, estos generadores de bienes”.
Jorge Labarta: “El PIB, por sí solo, es insuficiente para estos nuevos tiempos”.
Jorge Labarta, socio-fundador de Quant, discrepa de la propuesta presentada en ‘Conservation Letters’. Considera que no tiene en cuenta algunas cuestiones sociológicas relevantes. “La naturaleza humana siempre busca progresar. Y esto no incluye que se logre ‘per se’ siendo sostenible o ecológico. Además, las personas respondemos mucho mejor al incentivo que a las prohibiciones o limitaciones que plantea el estudio”, destaca. Sin embargo, sí se muestra de acuerdo “en el empoderamiento de un índice paralelo al PIB, que pudiese llamarse PIB sostenible”. Un indicador que sumase la producción de aquellos bienes y servicios que cumpliesen unos requisitos mínimos de respeto al medioambiente o al bienestar de las personas en las organizaciones. “El PIB, por sí solo, es insuficiente para estos nuevos tiempos”.
INDICADOR DE DESARROLLO HUMANO
Al igual que Labarta, Mikel Casares, profesor del Departamento de Economía de la UPNA e investigador de INARBE (Instituto de Investigación Avanzada en Negocios y Economía), considera que las medidas propuestas por este grupo de científicos pueden favorecer la preservación del medio ambiente, pero no entiende “por qué han de vincularse a un decrecimiento económico”.
Mikel Casares: “Si la actividad económica se reorienta al uso eficiente de energías renovables y al reciclaje, estaremos diseñando una actividad respetuosa con el medio ambiente y la diversidad”.
“Si la actividad económica se reorienta al uso eficiente de energías renovables y al reciclaje, a la vez que se reducen las emisiones de CO2 y otros gases contaminantes, estaremos diseñando una actividad respetuosa con el medio ambiente y la diversidad. Y es muy probable que, gracias a la innovación y la mejora tecnológica, la producción (renta) per cápita también sea mayor”, añade.
Además, recuerda que la idea de utilizar indicadores alternativos al PIB para medir el bienestar social no es nueva: “Desde 1990, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) utiliza el Indicador de Desarrollo Humano (IDH), en el que se incorporan muchas variables que determinan el bienestar de las personas como la esperanza de vida, años de escolarización, etc.”.
En este sentido, el también economista y director de Eximia Consultores, Carlos Medrano, resalta que los autores del artículo “obvian un dato importantísimo” cuando hablan del consumo de los recursos naturales, la polución y la destrucción de zonas naturales: el desarrollo tecnológico y las soluciones de “abaratamiento energético, renovable e infinito”. Y cuestiona cómo afectarían las propuestas desglosadas a la enorme deuda mundial, tanto pública como privada: “Si ahora parece imposible costearla, ¿cómo se va a pagar cuando seamos más pequeños? Casualmente los que peor estamos somos los países del sur de Europa y los subdesarrollados. Y no es por culpa del capitalismo salvaje”.
APLICACIÓN EN NAVARRA
Según Enrique Baquero, para implementar un nuevo modelo económico de tal calado sería indispensable implicar a todas las regiones del mundo. Por eso recurre al ‘Piensa globalmente, actúa localmente’ de David Walker. “El comienzo de esta revolución debería producirse en las regiones con capacidad de cambio. Navarra está entre ellas por su alto nivel cultural”, afirma.
Los indicadores de la Comunidad foral respecto a cantidad y calidad de vida; uso del territorio y su gestión; características de los sectores agrícola, ganadero y silvícola; o planificación urbanística, en elevada sintonía con la sostenibilidad, permiten concluir que “le resultaría más fácil que a otras integrarse en el nuevo escenario”. Para que fuera viable, sería clave la transparencia en el comercio sobre la información de origen de los productos, la huella ecológica, las características nutricionales clave y la contribución del sector primario a la economía.
Enrique Baquero: “Aunque el modelo propuesto sea acertado, adecuado, incluso necesario, es muy difícil de aplicar”.
“Solo una muy pequeña parte de la población es consciente de que el planeta está amenazado”, agrega. Pero el cambio de modelo que permitiría redirigir la historia y la economía del planeta implicaría la participación de todos sus habitantes. “Esto define una situación complicada. Aunque el modelo propuesto sea acertado, adecuado, incluso necesario, es muy difícil de aplicar. Mientras los científicos adquirimos datos, los analizamos y utilizamos para explicar fenómenos o situaciones, los políticos basan sus decisiones en objetivos distintos y los motores de la economía global son los que dirigen el destino de la humanidad”, analiza Baquero.
Parecida es la lectura de Camprubí, quien supedita el cambio de modelo a la voluntad de los poderes públicos, de la sociedad civil navarra y de las organizaciones sindicales, empresariales y profesionales. Por eso, formula varias propuestas para que pudiera implantarse, como emplear indicadores más precisos y exactos que el PIB y sus derivados a la hora de describir la situación socioeconómica de Navarra: “El PIB es la agregación de muchísimos datos económicos, por lo que es engañoso hacer valoraciones exclusivamente, o casi, en función de dicho concepto”.
Pere Camprubí i García: “Los 100.000 visitantes anuales al Señorío de Bértiz hacen muchísimo más rentable este ecosistema que convertirlo en madera“.
El decano señala que sería necesario un enfoque multidisciplinar, “primando la protección de los ecosistemas amenazados sobre las visiones productivistas y cortoplacistas en caso de conflicto de intereses”. Y sugiere que Navarra debe mejorar su gestión ambiental: “Es importante conservar los paisajes y su biodiversidad en consonancia con la estrategia europea ‘La innovación al servicio del crecimiento sostenible: una bioeconomía para Europa’ o la Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que entiende la sostenibilidad en sus tres patas: económica, social y ambiental, totalmente interrelacionadas”.
Desde el COB proponen, así mismo, restringir o adecuar la construcción de grandes infraestructuras que rompan la integridad de los espacios verdes. “Las cerca de 625 casas de turismo rural que hay en Navarra son una buena prueba de la importancia de esta actividad económica. Los 100.000 visitantes anuales al Señorío de Bértiz hacen muchísimo más rentable este ecosistema que convertirlo en madera”.
Jorge Labarta: “Los políticos deberían alcanzar acuerdos de mínimos, al menos en aquello que estuviesen de acuerdo, para blindar acciones e implantarlas de modo estructural, sin vuelta atrás”.
Labarta pone en valor que la Comunidad foral ha apostado por las energías limpias desde hace tiempo mediante el incentivo financiero y mediático. Y, también, desde el convencimiento. “Hoy somos una comunidad a la vanguardia. Es un ejemplo de incentivo para trazar un camino a seguir”, defiende.
Otra vía para que Navarra potenciase la sostenibilidad, a su juicio, sería la repoblación de los pueblos en torno a las principales ciudades: “Pero para ello hay que incentivar decididamente los servicios, empleo y calidad de vida de dichas localidades”. Por eso, la transformación será inviable si no existe un mensaje que cale a nivel cultural. “Los políticos deberían alcanzar acuerdos de mínimos, al menos en aquello que estuviesen de acuerdo, para blindar algunas acciones e implantarlas de modo estructural, sin vuelta atrás”.
Carlos Medrano: “Hay grandes ideas que nos pueden llevar directos a la ruina. Mucho cuidado”.
Carlos Medrano aporta otra perspectiva al debate. Explica que instalando paneles solares en una quinta parte del desierto de Almería, se podría dar electricidad a todo España: “Suma a esa energía el resto de renovables y tienes la solución en la mano”. Pero respecto a medidas concretas relacionadas con la agricultura, por ejemplo, hace un llamamiento a la reflexión. Especialmente respecto al uso de productos químicos en el campo y al comercio internacional de alimentos: “Tienen que darse cuenta de que eso ha permitido quitar el hambre en el mundo a niveles nunca imaginados hace pocos años”. Y remata con un ejemplo gráfico.
“Si los países en vías de desarrollo no nos pueden mandar sus tomates, será una buena noticia para los agricultores de mi pueblo (Azagra), que podrán subir precios y vivir como reyes. Pero, ¿qué opción les queda a los del norte de África? La economía es una ciencia experimental antiintuitiva. Hay grandes ideas que nos pueden llevar directos a la ruina. Mucho cuidado”.
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