Las casas rurales Catalingarde de Isaba, Urruska de Elizondo y los hoteles Elbete de Baztan y Heredad Beragu de Gallipienzo han puesto en marcha un Plan de Circularidad con cinco años de vigencia que contempla generar menos residuos, neutralizar la huella de carbono o maximizar el uso de los recursos de manera rentable para los establecimientos. Dicha iniciativa, conocida este jueves, forma parte de la colaboración de ANAPEH con Navarra Zirkular, que “seguirá promoviendo la implantación de planes de circularidad en establecimientos hosteleros tras esta primera experiencia”, según informaron sus promotores en un comunicado.
Los Planes de Circularidad, revisables anualmente, se han diseñado de manera integral abarcando cuatro áreas clave: alimentos (fomentando el uso de productos locales, de temporada y ecológicos); materiales (priorizando que sean duraderos, reciclados y reutilizables, así como el equipamiento y el mantenimiento de las instalaciones); el agua (con medidas para su ahorro) y la energía (promoviendo el uso de energías renovables y la eficiencia energética).
Los establecimientos han puesto en marcha más de quince acciones para alcanzar los objetivos del plan. Todas ellas cuantificadas desde el punto de vista económico, asegurando que no supongan un coste adicional para los negocios, sino más bien una inversión con retorno. De hecho, el coste medio de las inversiones no supera los 5.000 euros. Además, muchas de estas medidas son de aplicación inmediata sin coste, ya que se basan en la optimización de la operativa diaria o en la documentación de prácticas ya existentes.
Entre los principales hitos se busca reducir los consumos, neutralizar la huella de carbono, sensibilizar e involucrar a proveedores y clientes, maximizar el uso de los recursos, rediseñar los procesos operativos integrando la circularidad y comunicar para poner en valor las acciones y ser un elemento diferencial en la comercialización.
LA EXPERIENCIA DE LOS ESTABLECIMIENTOS
Los cuatro establecimientos que han participado en este plan de circularidad coinciden en que “la sostenibilidad es un concepto importante que debe ser aplicado en todos los ámbitos de la vida” y en que “es responsabilidad de empresas, administración pública y consumidores trabajar por un futuro más sostenible”.
Según declaran en el comunicado, el proceso de aplicación del Plan de Circularidad ha puesto nombre a muchas de las prácticas que realizan habitualmente como el compostaje, el uso de alimentos de kilómetro cero, la compra en establecimientos cercanos que ahorran recursos y contribuyen al entramado económico de los pueblos o la eliminación de los plásticos.
En este sentido Mª Ángeles Ezker, de Catalingarde de Isaba, asegura que “en este negocio, desde que mi madre empezó, ha habido un criterio de sostenibilidad. Es una educación que se ha tenido en los pueblos. Antes no tenía nombre, era sentido común”.
En Posada Elbete, Belén Urrutia comenta: “Utilizamos productos de temporada porque son más baratos y tienen mejor sabor, son todo ventajas. Tenemos tres composteras que utilizamos para reciclar todos los productos orgánicos, que se convierten en tierra y van a nuestra huerta”.
Para María José Iparraguirre, de Casa Rural Urruska, hay aspectos en los que siempre se puede mejorar, pero en muchos casos “como los productos son nuestros, no compramos envases de leche o de yogures… ahí está la sostenibilidad: consumir lo mínimo posible y tener un producto fresco todos los días”.
En cuanto a Heredad Beragu, Ramón Navarro recuerda que el hotel se creó como un lugar ecológico y sostenible, al que ahora añade el concepto “contemplativo”. “Cuando construimos el hotel lo hicimos con un 90% de material de derribo reciclado”. Para Navarro “desde que hemos puesto en marcha el plan de circularidad nos damos cuenta de que ya hacíamos esas cosas, ahora solo tenemos que estandarizar todo, regularizarlo y hacerlo entre todos”.
En cuanto a las dificultades, señalan que si bien el “papeleo” puede hacerse algo más farragoso, el apoyo de la asesoría ha facilitado las cosas. Admiten también algunas trabas: “hay cosas que no podemos hacer porque la propia administración no lo permite, por ejemplo, poner placas fotovoltaicas, ya que es un espacio de afección paisajística y cañada real. Ya se ha trasladado a los departamentos correspondientes, pero la administración no avanza a la velocidad necesaria”, defiende Navarro.