Se podría decir que la vida le dio una segunda oportunidad, aunque quizá es más preciso indicar que fue él mismo quien la buscó y la encontró. 35 años de una “feliz” y fructífera carrera profesional no fueron suficientes. Por eso, después de esa primera vida laboral, el funés Alfonso Antoñanzas inició un nuevo proyecto en compañía de su hermano, sus tres hijos y su sobrino.
Así, un par de ejercicios después de constituir Gabyl, el clan familiar fundó su segunda empresa, Exkal (Exposición y Conservación de Alimentos), cuya sede central se ubica en Marcilla. Esta firma, fabricante de refrigeración comercial para el sector retail y el canal Horeca, nació con la vocación de apostar por la sostenibilidad y la innovación. “Para llegar a esos desarrollos sostenibles, teníamos claro que necesitábamos innovar. Hoy en día, además, sabemos que debemos investigar”, rememora Antoñanzas.
«Para llegar a esos desarrollos sostenibles, teníamos claro que necesitábamos innovar. Hoy en día, además, sabemos que debemos investigar»
Esa aspiración se convirtió en toda una declaración de intenciones: Exkal, for future generations (Exkal, ‘para las futuras generaciones’). “Con eso ya lo decimos todo. Queremos que lo que hagamos hoy no impida que mañana otros puedan tomar sus propias decisiones”, señala el director general de la compañía, que cuenta con delegaciones en Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, China y Chile.
La apuesta se fue concretando paulatinamente, hasta que la plantilla se vio capacitada para lanzar su primera línea de productos sostenibles. “Planteamos la posibilidad de construir muebles que consumiesen un 50 % menos de energía en comparación con los niveles registrados en 2005 -prosigue-, que redujeran sus emisiones contaminantes en un 45 % y que garantizaran un retorno de la inversión en menos de tres años”.
Aquella apuesta salió bien. Actualmente, “casi el 80 %” de los muebles que fabrica Exkal llevan la etiqueta de sostenibles. “En 2020, presentamos en Euroshop el primer equipo de clasificación B, que ahorra un 80 % de energía con respecto a lo que conseguíamos cuando iniciamos la empresa. Fue un salto descomunal. Ahora, nuestro objetivo para 2025 es presentar en la misma feria un mueble de clase A, que consuma menos del 10 % de la energía que se necesitaba en 2000”, avanza Antoñanzas.
En el camino, el director general de la compañía navarra trabaja por cumplir otros sueños. Tras conseguir que la totalidad de su catálogo esté compuesta por productos fabricados con refrigerantes naturales, “que no calientan la atmósfera ni deterioran la capa de ozono”, Exkal está inmersa en un proyecto de producción de hidrógeno verde, que permitirá reducir “en un 80 %” el consumo de gas natural dentro de su planta de Marcilla.
¿Su último reto? Trabajar para reducir el desperdicio alimentario que se produce tanto en los supermercados como en los hogares. A nivel global, y tal como recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), alrededor de un tercio de los alimentos que se producen terminan en la basura.
La firma cuenta con delegaciones en Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, China y Chile
“Allí hay un campo brutal de trabajo -afirma-. Desde que tenemos un centro tecnológico, nuestra investigación se centra en eso. Recientemente, presentamos un mueble que paraliza muchísimo la actividad bacteriana de los alimentos. Y, ahora, trabajamos en un proyecto en el que hemos involucrado a grandes multinacionales. Estamos desarrollando un prototipo para alargar la vida de los productos frescos, que podría transformar el mundo de la alimentación”.
Cada día, la empresa construye los muebles frigoríficos “para tres medianas superficies”. Ese crecimiento exponencial experimentado en pocos años, sin embargo, no ha hecho olvidar a Antoñanzas sus orígenes. “Nosotros hicimos la inversión inicial de la empresa con fondos propios. Construimos una nave de 10.000 metros cuadrados porque no nos daba para más, y el resto lo subcontratábamos. Pero, como empezamos a crecer rápidamente, acudimos al BBVA, que creyó en nuestro proyecto. Y no solo confió y nos proporcionó financiación, sino que además lo hizo con unas condiciones equiparables a las de sus mejores clientes”, apostilla Antoñanzas.
Hoy, la entidad financiera sigue siendo para él “uno de sus bancos de referencia”. De hecho, la empresa ha contado con su apoyo para la consecución de su última gran inversión: una “superlínea” de pintura emplazada en las instalaciones de Marcilla.