En mi anterior artículo hablaba sobre las “6 razones para emprender utilizando Inteligencia Competitiva”.
La primera de ellas era: “La Inteligencia Competitiva muestra ventanas de oportunidad. A partir del dibujo de los mapas de innovación se muestran estas ventanas facilitando que el esfuerzo del emprendedor se dirija al nicho más interesante”
Es compresible que esta afirmación parezca genérica o alejada de sus posibilidades a muchos emprendedores.
Imaginemos que estamos en nuestra oficina y tenemos una ventana que da a la calle. Por ésta pasan coches, bicicletas, viandantes, incluso animales. Según la hora y el día hay diferentes tipos y cantidades de personas, vehículos o animales. En realidad, cada minuto, o incluso cada segundo, es distinto.
Si yo dejara cajas con mi producto en la calle cada cierto tiempo, en cada ocasión sería vista por personas diferentes. De vez en cuando pasaría alguien que ya estuvo y la volvería a ver, algunos con gusto la abrirían, otros pasarían indiferentes y hasta puede ser que alguien la depositara en una papelera.
¿CÓMO PUEDO INNOVAR CON GARANTÍAS?
En esa situación yo no tendría demasiado control sobre la situación, mientras que lo que realmente quiero es que mi producto llegue a las personas concretas a las que va dirigido. Para lograr esto debería conocer mucho mejor qué pasa en la calle y qué tenderá a pasar. Yo, observando detenidamente, tomando nota, buscando patrones de comportamiento, podría establecer rutinas que me permitirían conocer cómo está la calle en cada momento. De esta forma podría colocar el producto en el lugar exacto donde va a pasar la persona que me interesa, y además lo haría antes que mis competidores.
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Mis competidores están ahí, no estoy solo, y yo querré saber qué cajas están depositando en la calle, también desearé saber qué ventajas o desventajas tengo, y qué productos resultan cada día más atractivo o menos.
Si escucho también a los vehículos, personas o animales que pasan por la calle, podré saber qué piensan sobre mí y sobre mis vecinos, qué echan en falta y qué les harta.
Analizando toda esa información tendré un mapa que me relacione los productos o servicios más originales con las reacciones más positivas, de forma que será mucho más fácil el diseñar un producto para ser lanzado a la calle en el momento justo, ahorrando esfuerzo, tiempo y mejorando los resultados. En definitiva, podré adaptar mi producto o servicio para que lo aproveche el tipo de persona que más lo va a apreciar. A esa adaptación la llamamos innovación.
«Innovar es, simplemente, adaptar mi producto o servicio para que lo aproveche la persona que más lo va a apreciar».
Esto es lo que le pasa al emprendedor que está tomando una decisión. Tiene muchas ventanas por las que le llega información muy diferente y tiene ventanas en las que solo hay dudas. Por tanto, le falta una ventana que diga claramente qué día hace, cómo está el tráfico, qué viandantes circulan… y cómo será eso en las siguientes horas, incluso mañana. También en esa ventana es bueno que se vea a los competidores, sus productos, servicios, tecnologías, etc. En definitiva, una ventana que me diga en qué innovar para llegar a mi cliente.
La Inteligencia Competitiva te construye esa ventana. Conociendo muy bien las necesidades del emprendedor, sus capacidades, gestionando de forma eficiente las fuentes de información más adecuadas y analizando de forma operativa y estratégica para llegar a conclusiones que ayuden a reducir el riesgo del proyecto emprendedor.
Iñaki Oroz Llander
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