Nos recibe en la sede de Abarca Sports, un espacio recién remodelado por el estudio Verne y cuyos arquitectos han situado en puntos estratégicos algunas de las bicicletas sobre las que los ciclistas, pedalada a pedalada, han trazado la historia de la escuadra con el mejor palmarés del ciclismo mundial. Al pasar ante ellas nos cuenta quién las montó y qué triunfo lograron mientras acaricia el cuadro de esta o la rueda de aquella. Llegamos a su despacho y, bajo un gran lienzo de quien más gloria ha dado al equipo, Miguel Induráin, nos congratulamos de poder tenerlo enfrente tras varios intentos fallidos. ¿Cuántos días al año pasa de viaje? Eleva las cejas y resopla: “Buf, pues he llegado a estar entre siete y ocho meses durante muchos años, ahora ya no tanto”.
“He llegado a estar entre siete y ocho meses fuera de casa durante muchos años, ahora ya no tanto”.
Comenzamos el repaso a su trayectoria. Vivía en Orkoien e iba en bicicleta hasta el Colegio Lasalle, que dejó con 16 años para trabajar en la empresa familiar, Piensos Unzué. “Tuvimos unos padres muy inquietos por pura necesidad. Mi padre, Sebastián, fue un auténtico emprendedor que progresó poco a poco ganándose la confianza de sus clientes y proveedores. La actividad fue creciendo, llegó un momento en que nos necesitaba y me dijo “pues si no quieres estudiar…”. Pero antes de empezar en el negocio, estuvo cuatro meses en un taller de mecánica “para aprender porque ya teníamos vehículos para el transporte de pienso”.
Ya disputaba algunas pruebas ciclistas y entrenaba al salir de trabajar “cuando podía” para competir los fines de semana. Corrió entre 1971 y 1973, inicialmente como independiente. “Fui a mi primera carrera en La Estellesa, en febrero, con aguanieve. ¡Aún recuerdo el frío que pasé! Les debí dar tanta pena a los hermanos Legarra, que tenían un equipo, el Iruzungo, que me trajeron a casa y me ficharon. Estuve con ellos esos tres años y, el último, José Legarra me dijo que me bajara de la bicicleta y que pasara a la dirección del equipo. Tenía 18 años y acepté de muy buena gana”. Hace gestos que podrían ser de incredulidad al recordarlo: “Nunca pensé que, en ese momento, estaba decidiéndose lo que iba a ser mi futuro. Visto desde la perspectiva actual… fíjate”.
Habla pausadamente. Un detalle que, después, se lo comentamos a un amigo común. Este enseguida nos corrige: “No, lo que pasa es que mientras pronuncia una frase ya está pensando en lo que va a decir en la siguiente”. Puede ser. Su primer año en la dirección fue también el primer año de patrocinio de Reynolds, la marca del papel de aluminio fabricado en Irurtzun por Inasa. El equipo competía en categoría juvenil, pero en 1976 pasó a ser amateur y a disputar vueltas cada vez más importantes. En 1980, con la incorporación de José Miguel Echávarri como manager general, se forma el equipo profesional. Acostumbrados a la modestia, presentaron un presupuesto tan comedido, 10 millones de pesetas, que el “patrón” de Inasa, Juan García Barberena, les dijo “poned 15 millones, que con 10 no vais a ninguna parte”. Pudieron debutar en la Vuelta a España tras incorporar a veteranos como Greciano “y, sobre todo, José Luis Laguía, que fue quien nos hizo explotar deportivamente”. Por fin, en 1983 fueron al Tour y Ángel Arroyo terminó segundo. Fue el primer gran éxito de la larga serie que llegaría en los años posteriores tras la incorporación al equipo de Miguel Induráin.
“En Reynolds dimos pasos muy importantes, que sirvieron para dignificar la profesión desde la honestidad”.
Reynolds renovó un ciclismo anquilosado, se distinguió en el rechazo al dopaje entonces generalizado en el pelotón y fue el primero en contar con un médico en su plantilla. Nuevos métodos de entrenamiento, dietas alimenticias científicas… “E introdujimos la Seguridad Social en este entramado. Dimos pasos muy importantes, que sirvieron para dignificar la profesión desde la honestidad“. Fueron años en los que se sentaron las bases de la estructura actual de la empresa que dirige Eusebio Unzué, Abarca Sports, y del Movistar Team. Hoy, el ciclismo “no tiene nada que ver con el de entonces”, dice mientras traza un arco con su mano como mostrándonos la evolución del proyecto, que sigue aportando iniciativas pioneras: “Nos preocupa la sostenibilidad de la estructura. Desde hace cuatro años, mantenemos la apuesta por el ciclismo femenino, estamos en el desarrollo digital y hemos montado el primer equipo de e-Sports. Además, estamos trabajando con el ‘Big Data’ de Telefónica y otra empresa japonesa en el análisis de ese montón de datos que tenemos de nuestros corredores… Son cosas impensables hace nada más que cinco o seis años”.
LOS PATROCINADORES, LA CLAVE
Todo este tinglado, bastante caro, se sostiene gracias a los patrocinadores. Unzué reconoce que, antes de que el equipo se ganara el reconocimiento general, lograr un patrocinio era fruto más del trato personal que de otra cosa. Algo que sigue sucediendo, aunque ahora es más fácil gracias a su reconocida forma de hacer las cosas y los triunfos conseguidos a lo largo de los 42 años de la organización que dirige. “Nos han dado un crédito que, en algún caso, nos ha permitido acceder al espónsor sin pasar por los departamentos de marketing. Generamos una cierta confianza”. La misma que les ha hecho merecedores de acuerdos inusualmente largos: “Vivimos siempre con la inseguridad, aunque a la vez con la convicción, de poder continuar porque es difícil cerrar contratos de patrocinio a más de dos o tres años vista salvo casos excepcionales como los de Caja Rural o Cofidis. Cada uno en su categoría, son los espónsores más antiguos. Nosotros tenemos desde 2011 el magnífico acuerdo con Telefónica y esperamos seguir dando motivos para que se prolongue”. De hecho, con el inicio del Tour se ha anunciado que continuará al menos hasta 2023.
“Conseguimos el patrocinio de Telefónica con la ayuda de buenos amigos, casi se convirtió en un asunto de Estado”.
Agradecido, dice que le gustaría dar un Tour a Telefónica, como sucedió en cinco ocasiones con Banesto en su etapa (1990-2003) y en una a Caisse d’Epargne. “El patrocinio busca dar notoriedad a tu imagen, tu marca o tu producto, y se trata de que lo que invierten en ti lo devuelvas multiplicado por dos o por tres”. Cuando un espónsor se retira, hay que emprender la tarea más difícil para un equipo: buscar un sustituto. “Por eso, les pedimos que nos lo comuniquen al menos con dos años de antelación”. Recuerda la angustiosa búsqueda tras la marcha de Banesto. “Estuvimos en la cuerda floja, nos salvamos in extremis, y también nos costó mucho. Pero con ayuda de buenos amigos conseguimos convencer a Telefónica, casi se convirtió en un asunto de Estado“.
Por sus triunfos destacan Miguel Indurain, por supuesto, Pedro Delgado o el incombustible Alejando Valverde. Pero, ¿hay algún otro que sin llegar a ese nivel deportivo haya dejado huella en Eusebio Unzué? “Todos, tengo un grandísimo recuerdo de todos“, responde sin dudar para empezar a recitar nombres acto seguido: “José Luis Laguía fue quien nos consolidó. Luego llegaron Arroyo y Perico, estaba la lealtad de Julián Gorospe… También todos esos corredores que han sido vitales para que los líderes consiguieran sus éxitos; figuras como Olano, Álex Zulle, Denis Menchov… Todos ayudaron a sentar unas bases que, al margen de presupuestos, nos han dado una personalidad y una imagen que han facilitado mucho que el equipo haya podido crecer y tener esta trayectoria”.
Por cierto, ¿qué presupuesto tiene Abarca Sports y cómo se cubre? “No tenemos otra vía de ingresos al margen de los espónsores. Telefónica es el principal, también está Canyon, que nos cede las bicis y hace una aportación económica. En total, viene a cubrir hasta el 30 % e incluso más del montante total, que está cerca de los 19 millones de euros”. Volvo proporciona los coches, Alé la ropa… “Tenemos hasta 33 espónsores técnicos. Somos casi 100 personas, incluyendo a veintinueve ciclistas varones y catorce mujeres, directores deportivos, médicos, preparadores, mecánicos, administración y comunicación…”. Junto a él trabajan sus hijos Alejandra, responsable de Administración; Sebastián, “que hace más o menos lo mismo que, yo pero con las chicas”; y Jorge, sobrino y preparador del equipo femenino.
“Los ciclistas pasan por momentos que nadie puede ni imaginar, con umbrales de sufrimiento que muy pocas personas podrían soportar”.
ESTRELLAS DE NETFLIX
El hecho de proyectar la imagen de una multinacional conlleva compromisos. “Como bien dice nuestro presidente, José María Álvarez Pallete, las cosas, además de hacerlas, hay que contarlas. Y el Departamento de Comunicación es de lo que más está creciendo, ya que parte de nuestro cometido es generar contenidos”, detalla. En 2019, el equipo rodó la serie ‘El día menos pensado’, tres horas condensadas en seis capítulos, estrenada el año pasado y que Unzué nos recomienda que veamos en Netflix, donde ya está disponible una segunda temporada. “Fue una idea de Álvarez Pallete después de seguir una etapa del Tour de 2018. Nos dijo que era muy importante contar a la gente todo lo que generábamos en el día a día y no sale en la televisión. Ha sido todo un éxito”.
Hablamos después de la dureza del ciclismo: “Lo han calificado de épico y os puedo decir que se pasa por momentos que nadie puede ni imaginar, con unos umbrales de sufrimiento que muy pocas personas serían capaces de soportar. Es un deporte basado exclusivamente en el esfuerzo. Trazas una estrategia, sí, pero lo mismo hacen en los otros veintidós equipos y todos pensamos en lo mismo, en ganar, cuando sólo puede hacerlo un corredor de un equipo. La estrategia llega hasta donde llegan las fuerzas“.
Hace un leve gesto de negación y añade que, tras una extenuante etapa, el ciclista puede llegar hundido anímicamente si no ha respondido como se esperaba. “Y no tienes tres días para recuperarlo. Solo catorce horas después, empieza otra etapa. Hay que pasar página porque lo bueno es que has perdido una oportunidad, pero igual tienes otra y la aprovechas al día siguiente”.
Pero, por duro que sea, no lo llega a ser tanto como algunas situaciones que depara la vida. Por ejemplo, enfermedades como la ELA que afecta a su hermano Juan Carlos, destacado portero de fútbol hasta 2003 y entrenador. “Hombre, no diría que el deporte te hace mirar con más frialdad, pero sí facilita asimilar estas cosas. Ayuda a pensar que no merece la pena convertir esto en un drama, si no vas a poder cambiar absolutamente nada. Como él dice, me ha tocado y la vida es así“.
“Cosas como la enfermedad de mi hermano Juan Carlos te hacen ver que tienes que estar preparado para lo que te llegue y aceptarlo”.
De hecho, subraya que Juan Carlos está reaccionando de forma ejemplar. “Y eso nos ayuda a quitarle un poco del dramatismo que tiene algo que sabes que le ha puesto fecha de caducidad y que, en el día a día, ves cómo se le está escapando la vida…”. Eusebio elogia el reto que se ha autoimpuesto el más pequeño de sus cuatro hermanos para dar visibilidad a la enfermedad y conseguir recursos que ayuden a la investigación. “Le está sirviendo de revulsivo, ve que gracias a su notoriedad está teniendo éxito en sus mensajes, que está siendo un apoyo para otras personas con ELA y otras enfermedades… ¿Qué podemos hacer nosotros? Pues ayudarle a que el tiempo que nos queda por acompañarlo lo viva de la mejor forma posible”, señala con entereza y sin tratar de edulcorar la sentencia impuesta por la esclerosis lateral amiotrófica. “La vida es así. Un día puede traerte suerte y fortuna y otro desgracias. Con cosas como esta, ves que tienes que estar preparado para lo que te llegue y aceptarlo“.