miércoles, 1 mayo 2024

‘FitWilly’ luce músculo emprendedor gracias a las redes sociales

Guillermo Herce, pamplonés y amante del culturismo, suma 226.000 seguidores en Instagram, 481.000 en TikTok y 189.000 suscriptores en YouTube, donde se le conoce como 'FitWilly' y publica contenidos motivacionales, sobre nutrición y entrenamientos. El éxito cosechado en las redes le permitió poner en marcha una asesoría deportiva 'online', redondeando así su modelo de negocio. Ahora estudia lanzarse a nuevos sectores al margen del 'fitness'.


Pamplona - 2 octubre, 2023 - 05:59

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«Los sueños no se cumplen, se trabajan». Esta máxima ha llevado a Guillermo Herce, más conocido como ‘FitWilly’ en las redes sociales, a conseguir todo aquello que se ha propuesto. Hoy, este pamplonés de veintiséis años suma más de once millones de visualizaciones en algunos de los vídeos que publica en Instagram. Y, además, tras haber estado a punto de convertirse en culturista profesional, puso en marcha su propia asesoría deportiva online hace cuatro años, con la que está teniendo una gran éxito.

Herce comenzó a apasionarse por los gimnasios a los diecisiete años, cuando realizaba halterofilia en Anaitasuna. En 2016 decidió mejorar su estética y fue empapándose de la filosofía del culturismo. Un año más tarde, creó su perfil de Instagram, donde retransmitía sus entrenamientos y «empezó a engancharse al feedback de la gente». Fue entonces cuando empezó a idear un modelo de negocio, que le permitiera dedicarse de lleno al deporte.

Tras terminar el grado superior de TAFAD, se mudó a Australia. Allí trabajó como entrenador personal en una de las cadenas de gimnasios más importante del mundo: Gold’s Gym

Tras terminar el grado superior de Técnico Superior en Actividades Físicas y Deportivas (TAFAD), decidió dar el gran salto: mudarse a Australia. Allí logró trabajar como entrenador personal en una de las cadenas de gimnasios más importante del mundo: el Gold’s Gym. Pero también sufrió más de un revés… «Allí no servía mi título y estuve estudiando para lograr otro certificado mientras trabajaba. Luego entrené prácticamente gratis para darme a conocer», rememora para Capital Sport. Diez meses más tarde, ya contaba con una amplia cartera de clientes, pero extrañaba a sus familiares y amigos, por lo que decidió volver y volcarse en las redes sociales.

ASÍ ES SU NEGOCIO VIRTUAL

Este emprendedor ha diseñado dos programas diferentes de entrenamiento. Por un lado, el plan basic, donde el interesado recibe una rutina personalizada para lograr sus objetivos y recibe una supervisión quincenal. También existe la opción prémium, que incluye un repaso semanal, además de poder contactar con el entrenador por videollamada o WhatsApp en caso de que el usuario lo precise. Los precios de estos servicios son más «económicos» que uno presencial. La tarifa más barata es de 87 euros mensuales.

Gracias a la flexibilidad de su negocio, Herce puede atender a sus clientes en cualquier lugar con su portátil o su móvil.

El modelo de negocio que ha desarrollado le dota de «una gran libertad financiera y logística» a este pamplonés residente en Valencia, ya que solo precisa de un móvil y un portátil. Gracias a esta flexibilidad, puede viajar y no perder de vista a sus clientes, aunque también se impone unos horarios: «Hay personas que no tienen límites y me llaman a las doce de la noche para ver si pueden comer cereales. Cuando empecé, debía complacer a todo el mundo y contestar siempre». En este sentido, tuvo que disminuir su clientela el año pasado ante la avalancha de peticiones que recibió. Consciente de que hoy su servicio posee una mayor calidad que en sus inicios, encareció las tarifas y priorizó a quienes mostraban más compromiso.

«Hay personas que no tienen límites y me llaman a las doce de la noche para ver si pueden comer cereales. Cuando empecé, debía complacer a todo el mundo y contestar siempre»

La proyección de Herce en las redes sociales dio alas a su negocio. Atesora 226.000 seguidores en Instagram, 481.000 en TikTok y 189.000 suscriptores en YouTube. Y publica vídeos donde da consejos sobre nutrición y entrenamiento, además de subir contenidos motivacionales o humorísticos. Incluso ha lanzado su propio merchandising, con el que vende camisetas, cuadernos de entrenamiento o manuales.

Para ir mejorando progresivamente sus contenidos, recientemente invirtió 1.500 euros en la renovación del equipo de grabación. También destina parte de sus ingresos a pagar a editores de vídeo y sufragar viajes, con lo que puede subir temas más frescos y novedosos. Pero los biógrafos representan sus principales gastos, ya que le acompañan cuando compite como culturista durante largas jornadas. Por cada día de seguimiento, estos cobran unos 300 euros.

2022 fue el año en el que este deportista y emprendedor pamplonés cosechó más victorias como culturista.

«Para monetizar las redes sociales, es clave crear una comunidad, donde los usuarios interactúen con el creador. En Instagram, por ejemplo, las marcas contactan con el gestor y, en función del número de seguidores que tenga la cuenta, podrá optar a tener un sueldo fijo y recibir comisiones por las ventas o, en el menor de los casos, a recibir un lote de productos y tener un código de descuento», detalla.

LOGROS DEPORTIVOS

A nivel competitivo, 2022 fue su año de mayor esplendor, tras un 2021 en el que había cambiado su dinámica de entrenamiento y había puesto el foco en aumentar el volumen muscular. Con esa planificación, ganó la Hércules Cup, el Verónica Gallego y el Ben Weider en la categoría classic physique del National Physique Committee (NPC). Y, en esta última competición, se quedó a las puertas de obtener la tarjeta profesional al quedar segundo en la prueba absoluta. Cerró aquella temporada con un quinto puesto en el Olympia de Portugal.

Lo cierto es que, por ahora, no se plantea abrir su propio gimnasio, ya que el mercado «está muy saturado». Pero adelanta que tiene algunos «proyectos cociéndose» al margen del fitness. «Me apetece abrirme a nuevas formas de negocio. En las redes no sé nunca lo que puede pasar, por lo que no quiero pillarme los dedos», remata.

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