Ambrosio Liceaga (1972, Pamplona) es ingeniero industrial por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), “de la segunda promoción”, además de experto universitario en Ciencia de Datos y Big Data. Antes de dedicarse de lleno a la gerencia del clúster TIC de Navarra, Atana, trabajaba en el Instituto Smart Cities de la UPNA, y colaboraba en proyectos de divulgación científica y de descubrimiento de talentos como la First Lego League. Asegura que precisamente una de sus prioridades como gerente es “favorecer las vocaciones”, puesto que la captación y retención del talento se está convirtiendo en uno de los primeros desafíos para las empresas que contratan personas formadas en tecnologías.
Además de, “por descontado”, prestar el mejor servicio posible a las necesidades que transmitan tanto la junta directiva de la asociación como las empresas asociadas, Liceaga tiene marcada como prioridad “transmitir a todas las empresas la urgencia, la necesidad del cambio digital. Y también la disponibilidad que hay de empresas de muy diferentes tamaños para ayudarles en ese cambio una vez que se decidan a hacerlo”, remarca. También se postula como dinamizador de la interlocución con la Administración, “un diálogo que ya existe”, apunta, y aliado de las empresas en los proyectos conjuntos: “Reducción de costes, compras conjuntas que generen ventajas competitivas… cualquier cosa que podamos responder de forma agrupada”, recalca.
¿Cómo es la situación de partida de Navarra para la transformación digital de sus empresas?, ¿a qué desafíos nos enfrentamos?
Navarra está bastante bien preparada para la revolución tecnológica que supone la transformación digital. Hay un interés por parte de la Administración, también desde el punto de vista académico -conozco especialmente la UPNA, donde hay grupos e investigación muy activos en la materia-, y también por los centros tecnológicos, como el nuevo Naitec (Centro Tecnológico de Automoción y Mecatrónica), que han apostado por esta línea. Y nosotros, las empresas, somos el foco más cercano a la actividad, por así decirlo, a la puesta en marcha de esas tecnologías, pero cooperamos con el resto del ecosistema en convertir esas investigaciones en actividad económica empresarial.
“A principios de 1984 teníamos un 34% de mujeres en estudios TIC, el porcentaje ha ido cayendo un 2% anual hasta el 12% actual”.
En cuanto a los desafío, tenemos algunas limitaciones: la mayor parte de las empresas son relativamente pequeñas, lo cual está asociado al tamaño de Navarra. También tenemos Tracasa, Nasertic, Inycom o Conasa, pero la mayor parte del tejido es pequeño. Y uno de los objetivos de Atana es darles apoyo para permitirles crecer y desarrollar todo su potencial.
Cada vez es más común hablar de la crisis de vocaciones en las carreras científicas, las carreras STEM, que está generando ya problemas a las empresas para contratar personal cualificado… ¿qué se puede hacer?
Sí, es una de las líneas prioritarias marcadas por la junta de Atana. Yo provengo del mundo de la divulgación, y sí, en diferentes ramas de la ciencia notamos la necesidad de que haya más vocaciones. Tenemos un grave déficit más bien. Lo estamos intentado paliar. Con la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN) colaboramos precisamente con un programa llamado Vocaciones TIC, para atraer a estudiantes que en estos momentos están acabando la enseñanza obligatoria y tienen que decidir qué rama de conocimiento escoger. Les proponemos que prueben. Si analizas las matrículas en Informática en las universidades españolas -aunque no todas las TIC son estudios universitarios, pero tenemos datos más fiables- a principios de 1984 teníamos un porcentaje importante de vocaciones TIC, y sobre todo un 34% de mujeres. Ese porcentaje ha ido cayendo un 2% anual hasta el 12% de mujeres. Tenemos el doble problema de que hay pocas vocaciones, y la mitad del talento, que son las mujeres, no nos escogen y prefieren irse hacia las ciencias sociales. Es un problema muy serio, muy importante.
“Algunas empresas pueden aspirar a regular los tiempos según sus necesidades, pero que la transformación digital llega es clarísimo”.
Los datos hablan por sí solos, ¿cuáles son las razones?
Es difícil saberlo. Pero distintos estudios apuntan a razones culturales, en general. Las TIC se ven como carreras difíciles, que exigen mucho esfuerzo. Y además no están suficientemente reconocidas. Pero eso realmente ha cambiado, porque ahora hay tanta demanda que tienes un reconocimiento en forma de salarios adecuados. Nuestra labor es explicarlo, y seguir el lema conocer, practicar y elegir. No hace falta que todo el mundo se vaya por las TIC, pero nos da pena que gente que podría disfrutar y tener éxito profesional en estas carreras no las elija. Hay grandes oportunidades en las carreras TIC, y no solo son científicas. Hay ciencia dura, desde luego, pero el desarrollo de interfaces atractivas para los programas o la dirección de equipos involucran a profesionales de diferentes campos dentro del paraguas de las TIC.
¿Qué podemos esperar de la jornada del próximo martes, 25 de junio, ‘La transformación digital debe estar presente en la estrategia de las empresas’?
Las tecnologías TIC son herramientas, son el motor de la transformación digital. Pero es función de las direcciones de las empresas definir cuáles son los problemas, o que procesos son susceptibles de mejora, o qué información necesitan que no tienen. Y a partir de ahí, el uso de tecnologías TIC, de tecnologías digitales, supondrá una transformación. Pero es lo de siempre: aunque tengamos un martillo, tenemos que saber que no todo son clavos, aunque lo parezcan. Y esa es una función de la dirección empresarial, no de las tecnologías. Nosotros podemos asesorarles, ayudarles a buscar los problemas -y las soluciones-, pero es un proceso compartido. Porque las soluciones existen, y si las empresas no se plantean utilizarlas sus competidores sí, y acabarán quedando en desventaja. Abordaremos algunas claves de ese proceso, que no es tan complicado como podría parecer.
“Las tareas que hacemos hoy se harán de manera más eficiente y con menos personas, pero surgirán muchas nuevas tareas que ni siquiera nos habíamos planteado”.
¿Cuáles son las principales barreras para la transformación digital en las empresas?
Comprensión de la tecnología, resistencia al cambio, preocupación por los costes… los factores pueden ser múltiples, pero la transformación digital es absolutamente inevitable. Algunas empresas pueden aspirar a regular los tiempos en función de sus necesidades, pero que el cambio llega es clarísimo. Lo que las empresas tienen que hacer es pensar cómo quieren hacerlo. A su ritmo como organización, dando prioridad a unas temáticas u otras en función de su situación, pero ponerlo en marcha ya.
Se escribe mucho de la transformación digital y el empleo: ¿usted la considera amenaza, oportunidad, ambas cosas a la vez?
Cuando me toca hablar de este tema utilizo una fotografía. Es una fábrica antigua, en la que se ve una enorme sala llena de personas con calculadoras manuales tomando notas de contabilidad. Eso eran empleos que existían porque las empresas los necesitaban, pero en un momento dejaron de hacerlo: una simple hoja de cálculo o programas un poco más sofisticados han reducido esos departamentos a unas pocas personas. Sin embargo, sigue habiendo mucho trabajo, porque hemos descubierto que cuanta más información recopilamos, más cosas podemos hacer. Es cierto que las tareas que hacemos hoy se harán de manera más eficiente y con menos personas, por lo que necesitaremos plantillas menos abultadas. Pero surgirán muchas nuevas tareas que ni siquiera nos habíamos planteado. Un ejemplo característico es el interés en la trazabilidad de los productos. El control exhaustivo de si el algodón de nuestra camisa se ha cultivado de forma ecológica, si lo han tejido personas con derechos laborales… son nuevas demandas que eran imposibles de cubrir hasta ahora. La tecnología ya lo permite.