Javier Aguirre.
Desde que constituimos la asociación EnREDaRSE, vimos que partíamos de la base de que la sostenibilidad se “malentiende” y se “hace compleja” tanto entre las pymes como en la propia sociedad, que no la reconoce como tal. Recordemos que las pymes suponen el 97 % de las empresas en España y que la sociedad es la receptora de muchos de sus productos / servicios.
La asociación nació con el propósito de “acercar y naturalizar el término sostenibilidad”. Ya solo al explicar qué es la sostenibilidad, una parte importante de las pymes y personas se van al “medio ambiente”, cuando en sostenibilidad los aspectos sociales son de gran importancia al igual que el desarrollo de una actividad económica competitiva, rentable y sobre la base de un “buen gobierno”.
Se habla constantemente de la Taxonomía Europea, de la Materialidad, de la CSRD (Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa), de la Directiva sobre Diligencia Debida de la Empresas, de políticas, de estrategias y de impactos. Tanto los conceptos como todas estas obligaciones, que llegaran a pymes “grandes” y “pequeñas” por tracción de las primeras, se hacen complejas y de difícil comprensión. Quizás el error esté en que lo hacemos complejo o poco accesible para este tipo de colectivos.
Un primer reto sería la simplificación de todas estas obligaciones y/o acciones para que tengan un “sentido” claro para las pymes y también se facilite que lleguen a la sociedad. En este camino, la búsqueda del “sentido común y lo sencillo” es fundamental para hacerles entender que sostenibilidad es competitividad. El primer paso, por tanto, es empezar por preguntarse «¿qué hago hoy?»:
- De forma natural, ya se puede estar trabajando en ella cuando se escucha a las personas de la organización y se abren espacios de colaboración, se preocupan por su bienestar, por su conciliación, se les promociona y se les “cuida” en momentos de crisis.
- También cuando colaboran con el club de fútbol de su localidad, establecen relaciones con el ayuntamiento para el impulso de la formación y el empleo, cuando hacen campañas de Navidad con alguna asociación o causa vinculada con la empresa o la plantilla, cuando se ceden materiales, medios o conocimiento para causas sociales.
- O cuando invierten en equipos más eficientes, en autoconsumo fotovoltaico, reducen las mermas en sus procesos o estudian como reintroducirlos en el proceso de fabricación, cuando se innova en un packaging más sostenible o se estudian rutas de reparto para reducir la huella carbono, cuando se analizan los residuos – subproductos para cederlos a terceros como materia prima, cuando ven un residuo como oportunidad a través del upcycling (…)
- Y cuando se preocupan por formar a los consejos de administración y determinar acciones para evitar posibles “irregularidades”, cuando se dictan las reglas de funcionamiento y los códigos de conducta, cuando se preocupan por reinvertir los beneficios en la propia empresa para garantizar su desarrollo…
Tras entender sus alcances e identificar todo lo que ya están trabajando, otro reto importante es ordenarlo, cuestionarse si está bien dirigido y alineado con su actividad – producto – servicio, si es equilibrado, y también medirlo y ponerlo en valor. ¿Lo que hago hoy lo mido y lo pongo en valor?
- Trabajar con los criterios ASG [Ambiental + Social + Buen Gobierno] ayuda a estructurar las actuaciones en tres pilares clave para el desarrollo de la sostenibilidad de la organización y facilita su comprensión.
- En este punto, también es importante cuestionarse si todo lo que estoy haciendo es coherente con el tipo de organización – productos – servicios que se desarrollan y sobre una base de lo que el entorno (grupos de interés) espera o necesita de la empresa. La alineación de ciertas acciones más propias facilitará una mayor coherencia y, a futuro, la sostenibilidad en el tiempo pese al momento que atraviese la compañía.
«Juntar lo que sabemos hacer bien con las necesidades del entorno y devolver un poquito de lo tomado es clave». En este aspecto, buscar algunos puntos de medición es importante tanto para tomar decisiones sobre datos objetivos como para marcarse metas y, por supuesto, poner en valor todo lo que se está desarrollando con más consistencia.
- Algunas ideas para trabajar las acciones de forma ordenada podrían ser el comenzar a enfocarlas en conjuntos como pequeños proyectos con metas – retos comunes, involucrar a todos los agentes, acompañar su desarrollo, identificar hitos, medir y comunicar.
- La puesta en valor de las actuaciones es clave para trasmitir el “valor añadido” de la organización y de sus productos – servicios. Como sociedad y consumidores – usuarios, la sensibilidad es creciente, la implicación de los empleados en el proyecto empresarial es sustancialmente mayor y el atractivo de la compañía resulta diferencial.
Por último, el mayor de los retos es buscar y encontrar “el camino de mejora” porque la sostenibilidad es una carrera de fondo, no un esprint. ¿Qué puedo hacer mañana? Establecer retos alcanzables a través de la escucha, que estén alineados, sean coherentes y sirvan de guía para el desarrollo de nuevas acciones que incrementen los impactos positivos de la organización. Y siempre con una visión 360ª de la actividad, saliendo de un único foco en producto y precio.
- Crear una visión y compromisos.
- Priorizar e implementar mejoras progresivas.
- Escuchar y evaluar el desempeño.
- Comunicar y poner el valor.
Como le escuchaba a un compañero de la asociación, si queremos riqueza y actividades económicas es complejo ser 100 % sostenibles, pero sí podemos ser 100 % honestos con lo que hacemos e ir mejorando día a día.
Javier Aguirre
Presidente de la asociación EnREDaRSE
