viernes, 11 octubre 2024

Iñaki Gabilondo, certidumbres para tiempos de estupor

Charla con un referente del periodismo que cada día trata de orientarnos entre los vertiginosos cambios que experimentan cada uno de los registros de la vida


Pamplona - 14 abril, 2018 - 06:00

El periodista Iñaki Gabilondo.

Nos reunimos con Iñaki Gabilondo en la Universidad de Navarra, donde acababa de pronunciar una conferencia durante la que ha sufrido un ligero desvanecimiento. Le vemos perfectamente recuperado y cuando nos interesamos por su estado responde con un rápido gesto con la mano, como si aventara nuestra pregunta, de modo que no insistimos y pasamos a la conversación.

Recordamos brevemente su paso por la Universidad, en la que obtuvo la licenciatura en Ciencias de la Información en 1963, y donde fue profesor de radio entre los años 1964 y 1970. De nuevo vuelve a las aulas de la Facultad de Comunicación para compartir sus experiencias y vivencias: “Vuelvo a la casa en la que aprendí algo que me ha acompañado en mi carrera profesional: la responsabilidad, el compromiso con la verdad y con la búsqueda de la excelencia”. Son muchos los vínculos, profesionales, familiares y afectivos, que le ligan a Navarra y a Pamplona, nos dice con la mirada perdida en el verdor de un campus anegado por la lluvia que cae incesante.inaki-gabilondo4

Como no podía ser de otra forma, charlamos de periodismo y de su faceta como analista de la actualidad política, dos actividades que, por distintos motivos, no pasan por sus mejores momentos. El periodismo está ahora en un momento de transición muy grande, entre un mundo que se cae y otro que no acaba de formarse, estamos ahí, en ese meneo, y la política efectivamente está pasando por un descrédito grande, de descolocación superlativa, ha perdido su eje. Bueno, pues es el tiempo que nos ha tocado vivir, mi oficio es ese y me obliga a hablar sobre estas cosas”.

Añade que no tenemos suficientes pistas para saber hacia dónde va el periodismo, “salvo que el modelo de solidez empresarial tradicional ya no va a valer y se están dibujando señales de muy distinto color sin que haya cuajado todavía ninguna de ellas para poder identificarla como la salida y la respuesta”.

Sí tiene más claro qué está sucediendo con la política, que “está sufriendo una crisis muy grande” porque “se le ha olvidado su capacidad de transformación”. Explica, con su gran capacidad para la didáctica, que “es una herramienta con una capacidad extraordinaria para transformar la sociedad, pero los políticos no se acuerdan de eso y la gestión que están haciendo de esa gran herramienta es muy pequeña, patatera, casi exclusivamente táctica, de colocación, sin tener en cuenta ese poder que tiene para transformar la sociedad”.

Por eso, entiende la reacción de una ciudadanía que “a base de verse defraudada por el uso que los políticos hacen de esa herramienta que ha puesto en sus manos, han dejado de darle importancia a la política, cuando en realidad es importantísima”. Cree que debería ser compatible su crítica a las actuaciones políticas “con el respeto a la trascendencia enorme que tiene para la sociedad la política, la gente tiene que saber que es muy importante y los políticos tienen que saber que no pueden seguir manejando un arma tan poderosa para juegos de codazos y de quítate tú para que me ponga yo. Con ella pueden transformar la sociedad, pero no están haciendo nada porque están entretenidos en chiquilladas”.

«Los políticos están asistiendo a lo que sucede en plan comentaristas, como si lo que sucede fuese un hecho geológico en el que no pueden influir con sus decisiones»

Apuntamos que, quizás, el problema está en una ausencia de figuras políticas, de líderes, y Gabilondo nos da la razón, aunque añade que “además falta convicción. Cuando los políticos proclaman que dentro de cuarenta años en España habrá no sé cuántos viejos y tantos jóvenes lo que están haciendo es coger la actual realidad y proyectarla cuarenta años después. Pero no se les ocurre que esa realidad podrá ser otra según qué cosas hagan, según como transformen las cosas, porque tienen esa capacidad. Eso demuestra que están asistiendo a lo que sucede en plan comentaristas, como si lo que sucede fuese un hecho geológico en el que no pueden influir con sus decisiones. Lo primero que necesitan es dar ese viraje en su cabeza, y es cierto, no es un buen momento de liderazgos, la política está aplatanada y se ha conformado con gestionar el día a día más o menos bien, con jugar sus pulsos de pequeñas batallas locales y domésticas sin mirar más allá”.inaki-gabilondo2

INCERTIDUMBRE

El caso es que no tenemos a quién seguir, nadie da unas indicaciones que sirvan para orientarnos. Según Gabilondo “entre la globalización y las nuevas tecnologías se ha producido la conciencia colectiva de que todo está cambiando, y que está cambiando, además, a una velocidad supersónica, de tal forma que en cualquier plano de la vida y en cualquier rincón de nuestro planeta todo el mundo siente el estupor, es el tiempo del estupor, la sociedad no puede seguir una realidad que va transformándose con una rapidez extraordinaria en cada uno de los registros de la vida. Cualquier ángulo que observes está de viaje hacia otra cosa con una increíble celeridad, y eso tiene a todos los seres humanos mirando con un poco de inquietud y desconcierto, porque las certidumbres han desaparecido, el mundo de las certezas en el que vivíamos ya no existe. Lo único cierto, precisamente, es que todo va a cambiar y que lo va a hacer a una enorme velocidad”.

«Todo lo que he dicho en mi vida lo he dicho porque era lo que me parecía a mí, no he dicho nada porque me haya dictado nadie»

Entonces, ¿a qué nos podemos agarrar que sea firme? Se sonríe, duda un momento y finalmente responde que “pueden parecer muy mayúsculos, pero los elementos a los que uno se puede agarrar están en el fondo del ser humano: su dignidad, su valor cívico, su manera de afrontar las transformaciones de la vida con firmeza… Y sobre todo a la impresión de que no está escrito el futuro. Creo que es muy peligroso que las generaciones adultas estén dando por hecho que el futuro esté ya predeterminado, esto ha sido muy habitual en la historia, alguien dijo que el pasado está lleno de futuros que nunca se cumplieron, y la sociedad adulta está todo el santo rato diciéndoles a los jóvenes que esto está hecho, que el mundo no tiene futuro, y eso es una tontería. El futuro lo escriben los seres humanos con lo que hacen, con lo que no hacen y con lo que permiten que se haga. Por tanto uno no puede acogerse a nada salvo a la convicción de que nada va a pasar que no hagamos, porque la pregunta no es qué va a pasar, sino qué vamos a hacer”.

Con una actitud muy propia suya se rebela contra la teoría de un mundo predeterminado, “esa vieja manía de la humanidad que no ha parado de equivocarse y no ha dejado de insistir en esa idiotez de que el mundo está escrito, porque no es así. Vamos, yo tengo 20 años y me dicen que no tengo futuro… cuando no tengo futuro es ahora, que tengo 75 años”, proclama entre risas.

Cuando habla, uno tiene la impresión de estar escuchándole en su videoblog o en sus colaboraciones radiofónicas, y vistos los derroteros por los que discurre la política, parece que sus autores no le hacen caso. Por eso le preguntamos si no tiene la sensación de ser a voz que clama en el desierto, a lo que Iñaki Gabilondo reacciona con un gesto de divertida sorpresa y dice que “es que no tengo mucha conciencia de ser voz, ni de clamar, ni de estar en el desierto… bueno, expreso mis puntos de vista pero no sé si tienen un valor especial. Eso sí, todo lo que he dicho en mi vida lo he dicho porque era lo que me parecía a mí, no he dicho nada porque me haya dictado nadie, con eso me conformo y a ver si puedo llegar así hasta el final”.

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