La producción de cereales este año en Navarra se ha visto reducida en un 15 % frente a la registrada el pasado 2021. La sociedad pública INTIA realizó dicha estimación este martes en un encuentro celebrado con cooperativas asociadas en Olite. En ese foro, confirmó que la campaña de 2022 se saldó con un total de 670.000 toneladas de grano recolectado. Una cifra que desde INTIA achacaron, en gran medida, al “tiempo extremo” que se ha padecido y que ha venido representado por “ausencia de lluvias y temperaturas de máximos históricos“.
En la zona sur “se han conseguido rendimientos normales” mientras que los cultivos del norte “han acusado en mayor medida la merma en la cosecha”.
Al mismo tiempo, desde la sociedad pública destacaron, a través de un comunicado, la “gran disparidad de rendimientos” que se ha producido en la recolección “tanto por zonas como por parcelas e incluso con diferencias notables dentro de una misma parcela”. Sin embargo, en términos generales, concluyeron que en la zona sur de Navarra “se han conseguido rendimientos normales, próximos a la media de campañas precedentes”, mientras que los cultivos situados más al norte de Navarra “han acusado en mayor medida la merma en la cosecha”. Por otro lado, en la zona intermedia de la Comunidad Foral, “el cereal se ha resentido en menor medida frente a las zonas de Baja Montaña donde el rendimiento global ha sido claramente inferior”.
CULTIVOS Y EXPERIMENTACIÓN
En cuanto al tipo de grano recogido, el comportamiento de la cebada “ha sido más que aceptable en todas las zonas” mientras que el trigo “ha sufrido más en el norte”. Muestra de ello es que el balance de este último cultivo ha sido “el peor de los últimos doce años”.
Entre los cultivos más damnificados, el trigo con “el peor resultado de los últimos doce años” y la avena cuya campaña ha sido “muy negativa” en producción y peso específico.
Por lo que respecta a otras variedades, la avena ha vivido una campaña “muy negativa tanto productivamente como a nivel de peso específico” mientras que la colza “ha podido salvar el tipo”. El incremento de la superficie de girasol, sin embargo, ha sido menor del inicialmente previsto. Se ha pasado, en concreto, de 4.400 a 5.200 hectáreas, lo que representa un aumento del 20 %. Y, en leguminosas, “las habas han tenido un comportamiento malo en términos generales, frente al guisante que ha sabido resistir bien a esta difícil situación”.
La cita de Olite sirvió, asimismo, para presentar los resultados de los ensayos llevados a cabo en parcelas experimentales de diferentes zonas. Unos cultivos que se han visto igualmente condicionados por el factor meteorológico. De ahí que los responsables de INTIA decidieron prolongar un año más los ensayos para obtener en 2023 unos resultados “más concluyentes”.
También se aprovechó este foro para exponer algunas estrategias que se deben tener en cuenta para la siguiente campaña. Así, por ejemplo, en lo que respecta a herbicidas, se insistió en la importancia de tener un conocimiento preciso de cada parcela para aplicar cualquier tratamiento. En fungicidas, dado el calor padecido, se aconsejó seguir como hasta ahora y, en fertilización nitrogenada y de fósforo, ajustar las cantidades “a lo estrictamente necesario”.
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