Posiblemente el nombre de Jan Taminiau no les suene de primeras. El diseñador holandés se acaba de instalar en nuestro país (acaba de abrir su tienda de prêt-à-porter en el número 14 de la calle Claudio Coello de Madrid) pese a que lleva ya un tiempo viviendo en la capital. Pero si les decimos que el hombre con el que hablamos esta vez es el diseñador del icónico vestido que lució la reina Máxima Zorreguieta el día de la coronación de su marido, Guillermo de Holanda, como rey de los Países Bajos… ahora sí saben de quién estamos hablando.
Es uno de los hombres llamados a renovar la alta costura, calendario del que participa desde hace ya un tiempo, y ahora se lanza al ready-to-wear con la idea de conquistar el armario femenino, de hacerlo más bello, más estiloso y con más poesía. Divide su tiempo en la actualidad entre Ámsterda y Madrid, a donde llegó por amor y donde se ha encontrado un país lleno de artesanos que aman las cosas bien hechas. ¿Una locura de vida? No tanto, según afirma, ya que dos horas de avión, para él no son nada.
¿Dónde podemos decir que tienes tu base?
No lo sé… lo bueno de vivir en Europa es que puedo tenerla en dos sitios a la vez. Los aviones te ayudan mucho a eso, son como los autobuses.
¿La apertura en Madrid supone la confirmación del crecimiento y expansión de la firma?
Totalmente. Es muy excitante dar un paso como este, estoy encantado. Me parece muy divertido ver como la gente entra y sale de la tienda, nunca había tenido esta experiencia, lo mío era sentarme con el cliente, ver qué quería, dibujar un boceto, pruebas… pero ahora llegan, lo ven, se lo prueban y se lo llevan.
¿Por qué producir en España?
Sabíamos que el prêt-à-porter no íbamos a poder hacerlo en Holanda porque allí está la sede de nuestro atelier de costura, son otros ritmos, otro tipo de trabajo. Así que la decisión de instalar aquí esta otra línea fue fácil. Además, hay grandes artesanos y mucho amor por hacer las cosas.
¿Cómo se transmiten los valores de la costura al prêt-à-porter?
Lo bueno es que como llevo quince años haciendo costura tengo ya ese conocimiento, muchas técnicas, bordados o pequeños detalles que sabemos que podemos poner en los vestidos de prêt-à-porter, de esta forma lo enriquecemos con un trabajo más artesanal a la vez que a la costura también la enriquecemos con los conocimientos que estamos obteniendo de este nuevo mundo.
Pero no es tu primera experiencia en prêt-à-porter…
Lo intenté hace tiempo, no tanto por mí. Surgió más como algo que se me demandaba por parte de la prensa debido a mi exposición mediática. Me decían que tenía que hacerlo, que debía de hacer más accesibles mis diseños. Lo intenté y, para mí, fue un fracaso. Lo dejé en seguida porque vi que no estaba preparado para ello y no entendía el mercado en ese momento. Ahora considero que ya he adquirido los suficientes conocimientos y preparación para lanzarme de verdad. La clientela de costura es pequeña, pero me gusta vestir a la gente.
También vais a lanzar novedades de manera online
El concepto es poder hacer un armario femenino. Cuando vengas a la tienda conocerás tus tallas y no hará falta que vengas a la tienda de Madrid o de Ámsterdam para adquirir nuevas prendas. Mis clientes viajan, se mueven y el futuro croe que va a ser así. Cuando baje el petróleo, cuando no sea caro repostar el coche… empezaremos a viajar todavía más ni estar en un sitio. Así hemos pensado nuestra expansión online.
¿Cómo defines tu colección de prêt-à-porter?
Básicamente con lo que te comentaba del armario femenino. La mujer se mueve y hay que hacer tarjes fáciles de llevar, que puedan funcionar por la mañana y por la tarde, que se puedan llevar al trabajo, pero también a una cena.
¿Fue arriesgado decantarte en tus inicios por la costura?
Cuando terminé la carrera di el salto a la costura. La gente me decía que no tenía sentido, que era un mercado muy pequeño y más en Holanda. Todos esos pequeños detalles, bordados… no forman parte de la vida de ahora. Pero yo confié y defendí que si haces bien tu trabajo al final la gente te busca y te encuentra. Y la gente vino. Esa es la parte bonita de la costura: es un producto que hace feliz a mucha gente, desde todos los que trabajan en él (en un vestido pueden llegar a trabajar hasta 18 personas) a la persona que lo lleva, las que lo contemplan… y pasado el tiempo sigue haciendo feliz por su belleza.
He leído que para ti la luz es muy importante, ¿cómo trabajas ahora en Madrid una ciudad con una luz muy distinta a la de Holanda?
La luz siempre es distinta y tiene que tenerla en cuenta y jugar con su magia. El brillo de un vestido puede ser más dramático dependiendo de si es de día o de noche, y tienes que saber cómo va a funcionar. Es como la pintura: los maestros de la luz como Rembrandt entendieron a la perfección cómo afecta. Los bordados, por ejemplo, tienen mucho que ver con esto y debes de saber dónde quieres centrar la atención.
¿Cómo llegaste a vestir a Máxima Zorreguieta para el día de la coronación?
Ella era cliente de la firma, pero lo cierto es que fue un momento irreal. Ahora soy consciente que algo así solo pasa una vez en la vida. La próxima vez que suceda una coronación yo seré muy viejo. Y cuando pienso que yo ocupé un hueco en algo que tarda tanto en suceder y que ocurre tan pocas veces en la vida… fue maravilloso. He tenido que pellizcarme varias veces.
¿Cómo planteasteis ese vestido?
Ellos me contactaron para ese encargo después de presentar mi desfile. Llegué con el azul, con varios vestidos de tarde, bocetos, telas… ella me dijo que este tenía que ser algo especial y diferente a todo lo que le había hecho. Y poco después se anunció la abdicación de la reina Beatriz. El problema con este vestido es que en Holanda estábamos acostumbrados a ver la coronación de reinas y en este caso iba a ser un hombre. Máxima iba a ser la consorte. Pensé que si le diseñaba algo con forma redondeada iba a quedar más desapercibida, por eso optamos por unas hombreras de corte más masculino. Así, además, seguíamos la tradición del hombre consorte al que estábamos acostumbrados. Y la cosa al final funcionó.
¿Eres consciente de que creaste un icono para la historia?
Lo fui cuando pasó todo aquello, en el momento en el que dijeron mi nombre cuando Máxima salía con el vestido. Vi que todo se hacía realidad. Hasta ese momento había estado muy enfocado en hacer el vestido y nada más. Cuando dijeron mi nombre en la televisión y los teléfonos empezaron a sonar pensé: “esto es algo distinto”.
Reportaje para VanityCapital de José Luis Díez-Garde.