viernes, 26 abril 2024

Joseba Pérez, un directivo que cree en las personas

En su carrera profesional ha recorrido medio mundo y ahora, asentado en Pamplona, es director general de Fluitecnik y utiliza su experiencia en la primera empresa que ha creado, dedicada al coaching


Pamplona - 23 febrero, 2019 - 06:00

Joseba Pérez Trullós.

Joseba Pérez Trullós nació hace 57 años en Pamplona, en una familia humilde y numerosa. Es el tercer hijo de los ocho que tuvieron sus padres, que -“sobre todo mi madre”- les legaron valores como el trabajo responsable, la dedicación y el esfuerzo.

Estudió Formación Profesional en el Instituto Virgen del Camino, en la segunda promoción de Automatismos neumáticos y oleohidráulicos, “pero me di cuenta de que quería algo más y pensé hacer Ingeniería Técnica en El Sario, el embrión de la Universidad Pública de Navarra. Cuando me indicaron lo que tenía que pagar tuve que decirles que no tenía dinero, sencillamente, y el director, José Mari Montes, me dijo bueno, de momento paga el seguro y el resto lo obviamos. Pude estudiar gracias a eso  y a los amigos de mi hermano mayor  que me dejaron los libros, no podía comprarlos”. Ese querer hacer algo más lo atribuye al influjo de su madre, “siempre ha sido una referencia para mí, trabajaba fuera y nos ayudaba a todos, pero era una persona emprendedora, con muchas ideas que nunca pudo hacer realidad”.DSC_0555

El inicio de su trayectoria profesional fue trepidante. Terminó la carrera y la mili y mientras trabajaba becado por la Escuela de Ingeniería le llamaron de SEAT, la actual Volkswagen Navarra, para dar cursos de automatismos al personal de mantenimiento. Cuatro meses después fue contratado en ZF, lo que entonces era TRW, para trabajar como ingeniero de procesos. “En un solo año apostaron por mí y me hicieron jefe de ingeniería de fabricación”. Tenía entonces 25 años. “Confiar en alguien con un año de experiencia fue atrevido por parte de mis jefes, y eso me marcó porque ahí empecé a entender la importancia de las personas en una empresa”, un concepto al que Joseba Pérez aludirá en numerosas ocasiones a lo largo de la entrevista. “Cometí errores –reconoce- cuando te hacen jefe de algo en apenas un año crees que lo sabes todo, hasta que te das cuenta de que cualquiera del equipo sabe más. Cuando fui consciente de eso tuve la oportunidad de aprender de esos maestros y supe que debía ser su líder, no su jefe. Fui con ellos, aprendiendo, aquello fue clave y es lo que he ido aplicando desde entonces en mi trabajo”.

Cometí errores, cuando te hacen jefe de algo en apenas un año crees que lo sabes todo, hasta que te das cuenta de que cualquiera del equipo sabe más”.

Estando en TRW, con 28 años, surgió lo que define como “mi primera oportunidad aventurera porque una empresa navarra, el Grupo Solano, le ofreció ir a Irlanda como director general de una planta de la empresa. “Yo pensé: Irlanda, extranjero, otro idioma, otra cultura… ¡Adelante! No pregunté ni por las condiciones, me las dijeron después, eran muy buenas”. Estaba recién casado y se marcharon los dos. Volvió a Pamplona para hacerse cargo de la dirección industrial de Arwin (Faurecia), y poco después ascendió a director de planta, primero, y director general después. Bajo su gestión la fábrica ganó en dos ocasiones consecutivas el premio a la mejor planta de Arwin del mundo, y durante el acto de celebración de uno de esos galardones, al que invitó a los directivos de la multinacional, pronunció un discurso “en el que les expliqué cómo una empresa podía crecer y que las personas te sigan, que ganar un premio no es por  lo que uno hace, sino por lo que es capaz de conseguir que los demás hagan”.DSC_0557

Debió ser una intervención impactante porque cuando bajó del estrado se le acercó el presidente de Arwin y le pidió que se fuera con él a Estados Unidos. Un tanto aturdido lo consultó con su esposa y ambos descartaron la oferta, pero 45 días más tarde insistieron con una propuesta “que ni me la creía”, así que la pareja hizo una lista en la que “todo eran pros, excepto un contra: los hermanos, nuestros padres”. Ya con un hijo de 5 años volvieron a hacer las maletas entre el escepticismo general: “¿Dirigir mil norteamericanos en una multinacional norteamericana? No vas a durar ni seis meses. Pues estuve los tres años previstos y aún me pidieron que siguiera, pero tenía muy claro que quería volver a Europa”, y lo hizo con una hija que nació allí.

Le hicieron responsable de la división europea de Arwin, con 2.800 empleados y sede en una localidad al sur de Francia en la que trabajaba pero volvía cada fin de semana a Pamplona para estar con su familia. En esas estaba cuando Eaton le propuso dirigir una división mundial, con 4.000 empleados a su cargo y una facturación de 800 millones de euros. Le ofrecieron vivir donde quisiera y eligió Madrid.

“No se puede mejorar ninguna empresa sin tener en cuenta a las personas que allí trabajan”.

Seguía siendo muy joven y ya había conocido el éxito profesional, “pero además había aprendido mucho, había disfrutado con algo por lo que me habían reconocido y pagado, me trataban muy bien. No me podía quejar y sin embargo cuando después de trabajar cenaba en uno de los hoteles de lujo donde me alojaba, solo, y me preguntaba ¿ésta es la vida que quiero? No veo a mi mujer, mis hijos crecen y yo ni me entero…” Como nunca le han faltado ofertas eligió una que le permitió a acercase a Pamplona, del sector del automóvil pasó al aeronáutico, y de Madrid a Vitoria, concretamente como director general de Aernova, una empresa con 4.000 empleados que facturaba 400 millones en sus plantas de España, México, Brasil, Rumanía y EE.UU, a las que viajaba constantemente aunque volvía para estar cada fin de semana en su casa.

Pero no había terminado su etapa internacional, porque aunque ingresó en una empresa navarra, MTorres Diseños Industriales, como director de desarrollo de negocio, su destino fue Seattle, donde ha vivido dos años. Regresó hace uno para hacerse cargo de la dirección general de Fluitecnik, su actual ocupación.

Previamente, en el año 2014, le sugirieron que aplicara su experiencia, con sus aciertos y errores, en ayudar a otros empresarios, y entró así en el mundo del coaching, una actividad que desarrolla a través de su propia empresa. Fue precisamente en una sesión de coaching externo que impartió en Fluitecnik cuando le propusieron ser su director general con participación en el accionariado. La empresa, nacida hace 25 años, se ha transformado y de fabricar componentes hidráulicos y neumáticos a producir automatizaciones complejas porque “hemos apostado por la innovación y hemos cambiado la gestión empresarial, que como director general la baso en las personas, no se puede mejorar ninguna empresa si no se tiene en cuenta a las personas que allí trabajan”.DSC_0552

Le preguntamos si el mismo método de gestión vale para unos trabajadores norteamericanos, españoles o irlandeses, y Joseba dice que su experiencia le ha hecho ver que hay unos valores comunes en todo el mundo, “si tratas a la gente bien, te sigue, pero hay que ser consciente de que son culturas diferentes y hay que saber entenderlas”. Eso incluye el idioma, y reconoce que su nivel de inglés no es de los mejores, “en Estados Unidos, cuando vivía en Indiana, les decía que mi acento era de Kentucky, pero es una limitación, claro”.

Joseba Pérez utiliza esa y otras experiencias en sus charlas como coach, sin eludir sus errores, como el creerse uno que es jefe y el no saber aprovechar el talento de algunas personas, “ese ha sido mi mayor fracaso, porque la gente tiene mucha más capacidad de lo que aprovechamos y quiere dar mucho más de lo que les pedimos. Una inversión no es fácil pero se puede conseguir, pero el diferencial de las empresas no va a ser el acceso al dinero sino al talento, y las personas están dispuestas a darlo todo si son tratadas adecuadamente”.

“El diferencial de las empresas no va a ser el acceso al dinero sino al talento, y las personas están dispuestas a darlo todo si son tratadas adecuadamente”.

Durante unos minutos hablamos sobre los efectos económicos derivados del buen trato de los trabajadores, y se pregunta por qué nadie ha medido aún los beneficios que supone. Se nota que es un coach, utiliza frases y argumentos elocuentes en los que intercala el nombre de su interlocutor. Y resulta convincente.

Vamos terminando. Nos cuenta que tras su “etapa aventurera” vuelve a disfrutar de Pamplona y de la compañía de sus familiares y amigos, aunque sigue viajando: “Mira, hace dos semanas hice una formación en Australia, no estoy dispuesto a dejar de aprender nunca, y fui con mi hijo, que tiene 24 años. Oye ¡encantado de poder convivir una semana con él!”. Le preguntamos si fantasea ya con su jubilación, y nos confirma lo que suponíamos: “Ahora tengo un compromiso con Fluitecnik y lo voy a cumplir, ¿significa eso que ya no voy a cambiar de trabajo? No lo sé. ¿No voy a trabajar más en el extranjero? No lo sé. Pero nunca pienso en la jubilación porque eso sí que lo sé, no me quiero jubilar porque el trabajo me permite disfrutar de la vida, y eso es lo que quiero, que la gente vaya a trabajar con la misma ilusión con que lo hago yo. ¿Dónde estaré dentro de dos años, de cuatro? Pues donde tenga que estar”.

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