sábado, 22 febrero 2025

La abogacía artesanal del pamplonés Ignacio del Burgo

Su abuelo paterno era historiador y su abuelo materno ejercía como abogado, igual que su padre. Quizás por eso, Ignacio del Burgo decidió continuar con el "ADN familiar" y, en 2016, cofundó Del Burgo-Rández Abogados, despacho especializado en Derecho Mercantil. Además, ya ha publicado cuatro novelas históricas.


Pamplona - 21 febrero, 2025 - 15:03

El pamplonés Ignacio del Burgo cofundó Del Burgo-Rández Abogados en 2016. (Fotos: Ana Osés)

Aterrizamos en un lugar que conocemos bien. Los coloridos cuadros que adornan las paredes, el blanco pulcro que tinta los pasillos de las oficinas, el sutil runrún de la impresora… De pronto me invade cierta nostalgia. Todavía recuerdo verme allí, algo tímida, con mi libreta y mi bolígrafo. Era la primera entrevista que hacía para Navarra Capital. Del Burgo-Rández Abogados anunciaba un elegante cartel en la puerta. Aquel día conversé con la letrada Amaya Rández sobre el «superpoder» de escuchar y defender una causa ajena a través del lenguaje. Más de un año después, es a su socio, Ignacio del Burgo, a quien tengo el placer de entrevistar. Al cruzar la puerta, no puedo evitar sonreír.

Hacer memoria es un ejercicio que merece su tiempo. Por eso, nuestro protagonista suspira y trata de recordar con nitidez aquellos momentos que han dejado una profunda huella en su interior. «El pasado tiene las claves para comprender quiénes somos ahora», murmuramos con una mirada cómplice. Lo cierto es que su niñez estuvo marcada por la actividad política del momento. Su padre, Jaime Ignacio del Burgo, fue el primer presidente en democracia de Navarra. «En aquel entonces, ETA causaba estragos y él era un objetivo a batir. Abanderó la causa de que Navarra posee su propia personalidad, mientras en la calle había una gran tensión política propiciada por el nacionalismo más radical», apunta antes de recalcar que fueron años complicados, sobre todo por la preocupación que suponía pensar que, alguna noche, su padre podría no regresar a casa.

A la hora de forjar su camino hacia el futuro, Ignacio pensaba una y otra vez en cómo sería ejercer de periodista. Aquella vocación nació a raíz de una visita a la radio. «Antonio Herrero entrevistó a mi padre y yo le acompañé», rememora emocionado. Pero cuando llegó el momento de escoger una carrera universitaria finalmente se decantó por Derecho, profesión que heredó de su abuelo materno y de su progenitor, que además de la política es un gran apasionado de la abogacía. “Al final me pudo el ADN familiar», apostilla nuestro protagonista. 

PARA EMPRESARIOS Y DIRECTIVOS

En la Universidad de Navarra disfrutó de una etapa maravillosa. Tanto es así que recuerda aquellos años como «muy sanos» y de «muchas ilusiones y sueños». A sus 52 años, les repite a sus tres hijas una y otra vez lo mucho que te puede enriquecer la universidad: «Te abre la mente, haces amistades que luego mantienes toda la vida… Es un capítulo extraordinario de la vida».

Al finalizar su formación, comenzó a trabajar en el despacho de su padre, quien le enseñó el oficio. «Aprendí mucho sobre Derecho Administrativo, pero lo aborrecía. Poco a poco me fui inclinando hacia el Derecho Mercantil para ejercer como abogado de empresas», detalla. Con el tiempo, conoció a Amaya Rández. Y juntos decidieron lanzarse a la aventura de emprender. «Teníamos referencias el uno del otro. Un día nos presentaron y pensamos: ‘Esto puede cuadrar’. Fue casi una cita a ciegas profesional», bromea.

Amante de la escritura y de la Historia, nuestro protagonista ha publicado cuatro novelas históricas.

Amante de la literatura y de la Historia, nuestro protagonista ha publicado cuatro novelas hasta la fecha.

Así, hace nueve años nació Del Burgo-Rández Abogados, una firma especializada en Derecho Mercantil que «busca la excelencia». La atención personalizada es una de sus señas de identidad: «Queríamos crear un despacho bien dimensionado en el que pudiéramos atender personalmente a nuestros clientes sin delegar en terceras personas. Buscábamos una abogacía artesanal». En concreto, Ignacio y Amaya deseaban enfocarse en empresarios y directivos para acompañarles en la prevención de sus problemas, en la toma de decisiones y en sus procedimientos en los juzgados.

HORAS, CARIÑO Y ESCUCHA ACTIVA

En ese instante, Ignacio nos desvela su receta secreta… «Lo dice siempre mi compañera Amaya. ‘Hacen falta dos ingredientes muy importantes: horas y cariño'», incide. Otra de las claves para alcanzar el éxito en un caso es la «escucha activa». Solo así se puede conocer a fondo la situación del cliente. «Hay que defender sus intereses como si fueran los tuyos», agrega convencido.

«Hay que defender los intereses del cliente como si fueran los tuyos»

En concreto, son ocho los profesionales que forman parte de las oficinas ubicadas en Pamplona. Además de Navarra, la firma también trabaja en Bilbao y posee clientes en Palma de Mallorca. Pero Del Burgo-Rández Abogados expande sus horizontes más allá del ámbito nacional. De hecho, el pasado 2023 se alió con el prestigioso despacho mexicano Sánchez Medal Abogados, fundado en 1906 y con oficina central en Ciudad de México. «Con esta alianza, la idea es acompañar a personas mexicanas que han venido a España, y también a aquellos clientes que han querido cruzar el charco. Hay que apoyarles en la búsqueda activa y exitosa de nuevas oportunidades de negocio a ambos lados del océano», valora.

Conflictos societarios, disputas comerciales, elaboración de contratos, impugnación de acuerdos sociales de las compañías… Estos son algunos de los desafíos más comunes a los que se enfrentan los clientes de nuestro protagonista. Además, Del Burgo-Rández Abogados también actúa como consultoría legal para adaptar a las empresas a todos los requerimientos legales en materia de compliance, ESG y protección de datos, entre otros. 

APASIONADO DE LA HISTORIA

Desde niño vivió rodeado de libros. De misterio, policíacos, ensayos… Aunque leía de todo, pronto el género histórico se convirtió en su favorito. «Mi abuelo paterno era historiador, quizá por eso la Historia siempre ha tenido mucha presencia en mi formación», sopesa reflexivo. 

De tanto leer, leer y leer, pronto le picó el «gusanillo» de escribir un libro y, con tan solo veintisiete años, publicó su primera novela histórica, titulada La conspiración del Temole. Unos años más tarde, salieron a la luz Asedio y Cae la noche en La Habana. «Cuando lees un libro de Historia, siempre hay un episodio concreto que despierta tu curiosidad. Ahí empiezas a profundizar en ese tema y, combinado con una buena dosis de imaginación, creas la idea para escribir una novela», expresa al tiempo que nos invita a hojear todas sus obras.

Su último libro, El trono en llamas. Los tres días que precipitaron la caída de Alfonso XIII, sumerge al lector en un relato apasionante sobre «cómo el resultado de unas simples elecciones municipales se convirtió en un plebiscito que decidió la suerte de la Monarquía». Pasamos las páginas con admiración y, de escritora a escritor, compartimos algún que otro consejo que cala hondo en nuestro interior: «Para escribir hay que leer mucho. Cuanto más lees, mejor escribes. Hay que ser capaz de guiar la tinta hacia un lugar donde la creatividad se libera y todo toma forma».


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