domingo, 28 abril 2024

La causa de Amaya Rández

Nuestra entrevistada ha sido elegida 'Lawyer of the Year' en Navarra por el directorio Best Lawyers dentro de la disciplina de Corporate y M&A. Tras trabajar en grandes firmas, esta tudelana decidió regresar a la Comunidad foral. Y, después de ocho años en Caja Navarra, aceptó la propuesta de su actual socio, Ignacio del Burgo, para cofundar su propia firma. Conozca a esta abogada, que derrocha tanta alegría y amabilidad como pasión por su oficio.


Pamplona - 29 diciembre, 2023 - 13:52

Amaya Rández, letrada en Del Burgo Rández Abogados y es reconocida como Mejor Abogada del Año. (Fotos: Maite H. Mateo)

Hay fantasmas que nunca nos abandonan del todo. Como el miedo a la oscuridad o la adicción al azúcar. Los deseos tampoco se marchan, ni siquiera aquellos que cultivamos hace décadas, cuando éramos niños. Imagino que triunfar en la vida debe de ser algo parecido a convertirse en quien una siempre ha imaginado, ¿no? Y no sé usted, pero yo de niña siempre soñé con salvar el mundo con alguna hazaña memorable. Cuando pensamos en superpoderes, nos suelen venir a la cabeza conceptos tradicionales como la invisibilidad, la telepatía o la fuerza sobrehumana. Así nos lo han enseñado las películas y los libros. Estamos acostumbrados a ver en pantalla a hombres con capa que vuelan (ahora al fin también mujeres), a individuos capaces de modificar su aspecto o que pueden transportarse de un lugar a otro en milésimas de segundo, casi siempre vestidos con un traje ajustado de estética más que cuestionable.

Pero todo, incluidos esos sueños idealizados, se van renovando con el tiempo. Y, de pronto, nos encontramos aquí, en una oficina, charlando con una profesional que nos hace replantearnos ciertas cosas y que, en consecuencia, nos surja una duda: ¿Defender una causa ajena a través del lenguaje podría considerarse un superpoder? Después de sentarnos con ella y conocer su historia, nosotras decimos que sí. Hoy compartimos la vida de una mujer que se dedica en cuerpo y alma a la abogacía. Su nombre es Amaya Rández. Sé que usted no la olvidará.

Al revisar con cariño su catálogo de recuerdos, le cuesta escoger uno concreto. Las palabras bailan con dulzura en su boca cuando menciona a sus padres y a su hermana. “Fui una niña feliz”, reconoce en una frase pausada. Tras un silencio breve vuelve a sacar a bailar su voz y, con seguridad, esta vez hablando en presente, añade: “Soy una mujer feliz”. No hace falta que lo jure, nosotros lo habíamos intuido nada más cruzar la puerta de su despacho, adornado con muy buen gusto, por cierto. Con una sonrisa permanente, mientras perfilamos los detalles de esa alegre infancia, Amaya nos invita a un café y continúa haciendo memoria. “Me siento tremendamente afortunada porque siempre he estado rodeada de buenas personas, tanto en el terreno profesional como en el personal”, recalca.

«Me siento tremendamente afortunada porque siempre he estado rodeada de buenas personas, tanto en el terreno profesional como en el personal»

Licenciada en Derecho Económico por la Universidad de Deusto, está adscrita al Colegio de Abogados de Pamplona. Todavía recuerda con detalle su etapa universitaria. Natural de Tudela, decidió mudarse a Bilbao y comenzar allí su aventura en la universidad. Con la mezcla de miedo y emoción que caracteriza el inicio de una nueva fase, Amaya empezó a formar parte de una gran familia a la que hoy recuerda con un cariño inabarcable. Dieciocho añitos, un par de maletas y un futuro incierto por delante. Así llegó a las puertas del Colegio Mayor Deusto. “Había gente de todas las carreras y ciudades. Ahí asomaron mis inquietudes”, apunta con la voz colmada de nostalgia.

Cinco años de carrera necesitó para darse cuenta de algo: “Pararse a pensar es importantísimo”. ¿Una hora? ¿Un día? ¿Una semana? ¿Un mes? Qué más da, las necesidades no entienden de tiempos. Por eso nuestra letrada optó por permanecer un año en el limbo, reflexionando hacia dónde quería orientar su vida. Solemos hablar de la temida selectividad, de qué decidirán los adolescentes cuando terminen el colegio… ¿Letras o ciencias? ¿Aquí o allí? ¿Universidad pública o privada? La vida del estudiante no es sencilla, pero tampoco lo es el mundo adulto. Por fin acabas la carrera. ¿Y ahora qué? Nadie te ha preparado para esto. ¿Máster? ¿Doctorado? ¿Prácticas? ¿Trabajo? Decidir es difícil. “A muchos, tomarse una temporada de reflexión les parece una pérdida de tiempo, pero no deberíamos tener prisa para saber qué queremos hacer. A mí me sirvió para encontrarme a mí misma”, destaca Amaya. Pasado un año, lo tuvo claro: quería dedicarse al Derecho Mercantil. Así, se lanzó a cursar el Máster en Asesoría Jurídica de Empresa en el IE Business School.

Una vez finalizados sus estudios, inició su andadura en el mundo laboral. Backer & McKenzie la acogió con los brazos abiertos y le enseñó a prestar servicios de asesoramiento a empresas cotizadas de distintos sectores, con especialidad en el ámbito financiero y regulatorio. Fue precisamente allí, en ese primer contacto con la profesión, donde encontró a quien sería su futuro marido. “Allí conocí al padre de mis dos hijos, ¡fíjate si me sirvió meditar sobre mis estudios!”, ríe, con la certeza de que supo tomar buenas decisiones. Tras cinco años en Madrid, Caja Navarra le hizo una oferta. “Sentí que era el momento de regresar a Navarra. Venir suponía volver a casa”, nos cuenta convencida de que su destino se encontraba aquí.

En Caja Navarra vivió “una de las experiencias profesionales más ricas hasta ahora” pero, después de ocho años “muy intensos”, quiso cambiar de aires. Así acabó ejerciendo un cargo directivo en KPMG, donde coordinó el área legal del País Vasco y la Comunidad Foral. En todo este vaivén laboral, de pronto recibió una llamada. Ignacio del Burgo tenía una propuesta muy interesante para ella.

EL PODER DE LA PALABRA

¿Una firma de abogados independiente y especializada en Derecho Mercantil que busca la excelencia? Sonaba muy bien. Una oferta tentadora a la que no se pudo resistir. «Tenía referencias de Ignacio y sabía cuál era su trayectoria, pero no lo conocía. Igual fui una loca, pero solo necesité una conversación con él para darme cuenta de que era el socio ideal para este proyecto”, relata satisfecha.

Así, en 2016, se creó Del Burgo-Rández Abogados, un despacho que ha hecho de la atención personalizada una de sus señas de identidad. Ha despertado nuestra curiosidad, así que le preguntamos qué destacaría de su firma por encima de cualquier otra cosa. No tarda ni media milésima de segundo en responder: “Disfruto muchísimo de mi trabajo, en parte porque no tenemos la presión de un jefe al que rendir una cuenta de resultados. Nos podemos permitir dedicar más tiempo a los clientes. La verdad es que, en términos de atención, preparar un pleito de mil euros cuesta lo mismo que preparar uno de un millón”, subraya, haciendo hincapié en la libertad que supone trabajar como socia en el despacho. Contenta al hablar sobre su trabajo, da un sorbito a la botella de agua y, con modestia, menciona: “Al final, Ignacio y yo no dejamos de ser dos emprendedores más con un modelo de trabajo personalizado. Nos encanta lo que hacemos y eso se nota”.

Amaya Rández, especializada en Derecho Mercantil, hizo un Máster en Asesoría Jurídica de Empresa en el IE Business School.

Amaya Rández, especializada en Derecho Mercantil, hizo un Máster en Asesoría Jurídica de Empresa en el IE Business School.

Como si fuese la mismísima creadora del abecedario, Amaya selecciona con exactitud y decisión cada palabra que proclama. “Si quieres dedicarte a la abogacía, es importante dominar el lenguaje”, destaca. Tras escuchar su reflexión, intentamos escoger con rigor las preguntas que le planteamos. Por eso, conversamos prestando más atención aún si cabe a cada verbo y adjetivo (para algo una estudió Literatura y Escritura Creativa).

Nuestra invitada, a sus 48 años, tiene claras cuáles son las cualidades por excelencia de un buen abogado. Entre ellas, sin duda, figuran la «escucha activa» y la capacidad de sacrificio. Con la mirada tranquila de quien ha superado obstáculos y aprender de los errores, Amaya nos cuenta que también tuvo que trabajar en ambas habilidades. “Todo tiene su proceso, una no nace sabiendo”, apunta. “Escuchando puedes encontrar la clave para los problemas del cliente. Escuchar es lo más importante, escuchar es lo más importante, escuchar es lo más importante… Me repito más que el ajo y se lo digo a todo el mundo, pero es que es cierto, escuchar es lo más importante”, ríe acto seguido. Asentimos (en el periodismo también lo es) y tomamos nota. Aquello que se repite a veces es verdad. Así nacen los refranes. Y resulta que todos ellos tienen razón.

«Me repito más que el ajo y se lo digo a todo el mundo: en un abogado, escuchar es lo más importante»

Otra virtud que describe la trayectoria de Amaya es la pasión por su trabajo: «A veces bromeo con que me toque la lotería, pero cuando lo digo enseguida me cortan la frase y me dicen: ‘¡Pero si incluso así seguirías viniendo al despacho!'».

Reconocer el trabajo bien hecho es algo que siempre emociona. El rostro de nuestra invitada se ilumina cuando mencionamos su más reciente hito: su elección, dentro del directorio Best Lawyers, como ‘Lawyer of the Year’ en Navarra en la disciplina de Corporate y M&A. La organización reconoce anualmente a los mejores letrados del país entre los más de 150.000 que ejercen la profesión, y Amaya lleva desde 2020 apareciendo en la lista. Pero es la primera vez en la que obtiene esta distinción como tal. «Es especial porque se trata de una valoración de tus compañeros, y eso significa mucho para mí. Sin tener una gran firma detrás y bajo el empeño de hacer bien mi trabajo, estoy en la misma liga que los despachos que he ido dejando atrás. Esto demuestra que no hace falta ser grande para que se reconozca un trabajo bien hecho”, puntualiza orgullosa de sus logros. “Si he llegado hasta aquí es porque siempre he tenido buenos referentes. La suerte es fundamental, pero también lo son la voluntad, el esfuerzo y las personas que te acompañan en el camino”.

«Si he llegado hasta aquí es porque siempre he tenido buenos referentes. La suerte es fundamental, pero también lo son la voluntad, el esfuerzo y las personas que te acompañan en el camino»

En esta última edición, el listado incluye a un total de 196 galardonados, de los cuales más de una docena son navarros (nuestra protagonista es la única mujer). Además, según los datos facilitados por Best Lawyers, la presencia masculina en la lista es del 70 %, frente al 30 % de mujeres. Amaya reflexiona sobre el asunto y nos aporta un poco de luz sobre esta realidad. «No me suelo encontrar con muchas compañeras, predominan los compañeros. Aunque he tenido la suerte de tener jefas como la gran Christine Lagarde o María Gracia Rubio, es verdad que todavía queda camino por recorrer», atestigua.

El reloj marca las dos menos cuarto. Es tarde, nos tenemos que marchar. Sin darnos cuenta llevamos hora y pico charlando con nuestra protagonista y, aunque nos quedaríamos mucho tiempo más, ella tiene causas que defender y nosotros noticias que redactar. Con la misma simpatía que ha derrochado durante toda la conversación, nos abre la puerta y nos desea un buen día. “Qué majicos sois”, sonríe una vez más. Le devolvemos la sonrisa, el aprecio es mutuo. Nos despedimos con un “hasta pronto”, que carece de esa incomodidad inicial tan propia de las entrevistas, y nos marchamos del despacho con la certeza de que el mundo está lleno de buenos profesionales y, también, de buenas personas. Su nombre es Amaya Rández. Sé que usted no la olvidará.


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