Las marcas están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana. Y las mascarillas, ese equipo de protección obligatorio contra el Covid-19 que ya nos acompaña cada día, no son una excepción. Clubes de fútbol, partidos políticos, ONG… Son muchas las organizaciones que, desde hace algunas semanas, cuando su uso se tornó obligatorio, se lanzan a serigrafiarlas con sus logotipos. Una tendencia a la que se están sumando numerosas empresas, también navarras, que consideran factible garantizar la seguridad de los trabajadores y, al mismo tiempo, reforzar su imagen corporativa. Otras, en cambio, optan por las mascarillas convencionales, ya sean quirúrgicas o del tipo FFP2, alegando que se trata de un material puramente sanitario. NavarraCapital.es plantea el debate surgido en torno a este tema y recoge los argumentos de unos y otros.
Ángel Garrido: “Desgraciadamente, tendremos que convivir una temporada larga con las mascarillas”.
Lo cierto es que la personalización de mascarillas en el ámbito empresarial, además, está generando importantes ingresos en el sector del merchandising. Por ejemplo, la empresa Garrido Artículos Publicitarios, afincada en Pamplona, inicialmente no se planteó impulsar esta línea de negocio. “Durante el confinamiento hubo necesidad, pero teníamos claro que no íbamos a vender mascarillas quirúrgicas porque nos parecía un insulto a todos nuestros sanitarios y al personal esencial, que no disponían de ellas entonces”, apunta Ángel Garrido, gerente de la compañía.
En Events Hotels consideran que la combinación de la imagen corporativa y los EPI es una fórmula positiva “siempre y cuando se siga protegiendo al trabajador”.
Sin embargo, la mascarilla se convirtió poco a poco en un producto de primera necesidad para todos. Y tras la gran cantidad de llamadas recibidas por parte de empresas, comenzaron a fabricarlas y personalizarlas. La “mayor preocupación” era buscar materiales que se ajustaran a la normativa vigente y que fuesen de producción nacional. Ahora, continúan pensando “en nuevas ideas y diseños porque, desgraciadamente, habrá que convivir una temporada larga con las mascarillas”. De hecho, ya las suministran a empresas de todo el país que buscan “reforzar su imagen”. Además, son “más económicas” que las quirúrgicas y aguantan“más de 25 lavados”.
LA IMAGEN CORPORATIVA
En una crisis como la actual, en la que la confianza del consumidor se está viendo muy afectada, las empresas concentran gran parte de sus esfuerzos en reforzar su marca y en transmitir seguridad. Por eso, Patricia Fraile, directora de Explotación de Events Hotels, considera que la combinación de la imagen corporativa y los EPI es una fórmula positiva “siempre y cuando se siga protegiendo al trabajador”. Esta cadena navarra ha implantado mascarillas personalizadas, con su logotipo serigrafiado, “para que todos los empleados, sin importar la tarea que desempeñen, transmitan la misma imagen de cara al público”. Eso sí, por ahora habrá algunas excepciones: las personas que trabajan en el área de cocina, por ejemplo, seguirán utilizando modelos FFP2.
Víctor Sánchez: “Los trabajadores del hotel llevan uniforme y, durante un tiempo largo, las mascarillas serán una parte esencial de este”.
Desde finales de junio, también los empleados del Hotel Tres Reyes portan unas mascarillas “hipoalergénicas, certificadas a nivel europeo, lavables hasta sesenta veces” y que incorporan el nombre de la empresa.
Para Víctor Sánchez, director del establecimiento, “lo prioritario es que tanto los trabajadores como los clientes se sientan seguros”. Pero en su momento vio factible garantizar la protección de su equipo y dar un nuevo paso que ayudara a mejorar la imagen del hotel: “Los trabajadores llevan uniforme y creo que, durante un tiempo largo, las mascarillas serán una parte esencial de este”. Según Sánchez, la implementación de estas mascarillas no solo contribuye al fortalecimiento de la imagen corporativa, sino que, además, evita que los empleados deban costearse su adquisición fuera del trabajo. Básicamente porque pueden portar las de la compañía siempre que lo deseen.
Pachi Esparza, de Unsain Grupo, considera que las mascarillas personalizadas resultan “más limpias, ecológicas y económicas”.
Pachi Esparza, presidente de Unsain Grupo, fue uno de los primeros empresarios navarros que comenzó a utilizar esta clase de mascarillas en su compañía. Por un lado, cree que resultan “más limpias y más ecológicas” frente a las desechables. Y, adicionalmente, son “más económicas” para las empresas, ya que se pueden lavar y reutilizar. En Usain Grupo se han diseñado estos artículos exclusivamente para uso interno, pero la empresa también ha personalizado botes de hidrogel y toallitas desinfectantes, tanto para sus trabajadores como para los clientes que acceden a sus instalaciones.
MEJOR SIN LA MARCA
A pesar de la creciente popularidad de estas mascarillas, también hay empresarios que prefieren las de “usar y tirar”. Es el caso de Miguel Ayerra, director gerente de Iruña Motor. En este concesionario se siguen utilizando las FFP2. Aunque en las últimas semanas le han ofrecido la posibilidad de serigrafiar mascarillas con su logotipo y esta alternativa le parece “bonita”, no la cree “conveniente”. Él se siente más tranquilo con las mascarillas convencionales, aunque es consciente de que inclinarse por esta opción también supone, en muchas ocasiones, un incremento del gasto: “Quizá es más cara, pero la estimamos más segura”.
Miguel Ayerra (Iruña Motor) ve “bonita” la opción de personalizar las mascarillas, pero apuesta por las desechables porque las cree “más seguras”.
“Antes de que fuera obligatorio” proporcionar EPI a los trabajadores, en Aceites Sandúa ya se habían abastecido de mascarillas FFP2 para empleados del área de Producción y de reutilizables para conductores y personal de oficina.
Así lo recuerda Laura Sandúa, gerente de la compañía, quien descartó personalizarlas porque se decanta por “el cambio continuado de mascarillas, incluso más de una diaria, y dependiendo de la exposición al riesgo” que tenga cada empleado. Es cierto que abastecerse de tantas unidades resultó tremendamente complicado durante los primeros meses de la pandemia, cuando se registró un notable desabastecimiento de EPI. Pero su empresa lo logró y “nunca hubo falta de mascarillas”. No obstante, tuvo que pagar un “precio elevado” por ellas.
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