“Visitar Bodegas Valdemar es la mejor experiencia para los sentidos”. Así lo aseguran los expertos que la galardonaron este año con el premio internacional Innovative Tourism Experience, concedido por la revista especializada Drinks International por ser la primera bodega europea 100 % accesible.
En estos meses de postconfinamiento, las medidas sanitarias les han hecho reorganizar las visitas, “porque ahora mismo no pueden entrar visitantes a las zonas de producción”, explica a NavarraCapital.es su responsable de Enoturismo y Eventos en la bodega, Marisa Alonso. No obstante, se muestra convencida de que el resultado final seguirá siendo satisfactorio para sus clientes.
Tras el confinamiento, la bodega ha tenido que adaptar las visitas, las experiencias y las degustaciones.
Los aromas forman parte de cualquier visita a una bodega, hablan y transmiten una historia. Dependiendo de la época del año, huele a planta, a tierra, a uva, a vino… Pero, sin duda, las sensaciones son mucho más perceptibles en esta bodega localizada en Oyón, con Denominación de Origen Rioja (Rioja Alavesa), pues está especialmente adaptada para potenciar la experiencia a través del olfato, el gusto y el tacto. Aunque la empresa tuvo que cerrar sus puertas por la pandemia, el 26 de junio volvió a abrirlas a los visitantes.
Cada zona está preparada para todas las personas. Quienes tienen problemas de movilidad pueden entrar, visitarla y disfrutar de cada rincón. Las explicaciones están igualmente adaptadas con una ‘guía fácil’ para personas con discapacidad intelectual. Quienes sufren dificultades de visión pueden conocerla a través del tacto, con etiquetas e información en braille. Y las personas con problemas de audición cuentan con las imágenes y las explicaciones en lenguaje de signos y vía Códigos QR. Ahora, además, hay una persona encargada de desinfectar continuamente las estancias, además de las alfombras especiales higienizantes y los dispensadores de hidrogel.
ASÍ SE GESTÓ EL PROYECTO
A lo largo de su carrera profesional, Marisa Alonso había conocido la discapacidad y, quizás por eso, quería abrir las puertas de Valdemar a todo tipo de público. Los responsables de la bodega, los hermanos Ana y Jesús Martínez Bujanda, la apoyaron en esta pionera iniciativa, que ha recibido otros premios de gran prestigio en 2020 como uno de los Best Of Wine Tourism Awards, concedido por Great Wine Capitals. Eso sí, para ponerlo en marcha necesitaron asesoramiento especializado, de modo que contaron “con la empresa navarra Marketing Inclusivo”, que les auditó “en todo momento” y les guió “de principio a fin”.
«En muchas bodegas te hablan del ácido tartárico, la película que se queda en los depósitos de vino. Pero aquí han recogido esos restos y se pueden tocar y oler para que quienes no vemos sepamos por fin de qué se habla”, detalla a este medio Luis Casado, responsable de Marketing Inclusivo.
Antes de la pandemia, también se podían «tocar los depósitos de aluminio y golpearlos para hacerte una idea de su tamaño gracias al eco». Una experiencia que, tal y como lamenta Alonso, «no se puede sentir de momento» por las restricciones debido al Covid-19. Pero desde el punto de vista de la interacción, la visita es muy interesante «y fluye porque el equipo de atención lo explica todo adaptado», detalla Casado.
La historia de esta bodega comenzó hace más de 130 años, en 1889, con Joaquín Martínez Bujanda, primera generación de esta saga bodeguera que ya entonces elaboraba vinos en Oyón, pueblo natal de la familia. Siguieron sus pasos su hijo Marcelino y su nieto Jesús, quien junto a sus hijos, Ana y Jesús, crearon en los años 80 Bodegas Valdemar.
«Es rentable una bodega totalmente inclusiva y accesible».
La responsable de Enoturismo y Eventos habla de la primera adaptación a la que se sometió la empresa para ser 100 % accesible y, aunque es muy difícil calcular la inversión total, «porque es la suma de muchos detalles», destaca que ya contaba con la ventaja de unas infraestructuras cómodas y pocas barreras de movilidad. Tras el cierre durante la cuarentena, los propietarios han tenido que invertir en personal para realizar labores permanentes de desinfección y para aplicar el resto de medidas ya citadas.
También para reformular las nuevas visitas, degustaciones, dar más importancia a los viñedos… Pero a pesar de todas esas dificultades, los responsables de la bodega, que se adentraron en el enoturismo hace tres años, lo tienen claro: «Es rentable una bodega totalmente inclusiva y accesible al visitante«.
Entra aquí para saber más sobre el sector agroalimentario.