Aitor Martirena adora la bicicleta. De hecho, hace trece años decidió combinar su afición por las dos ruedas con sus conocimientos de mecánica para hacer de su hobby una forma de vida. Así nació Txirrinta Bikes, un negocio ubicado en Tafalla y que centra su actividad en la venta, reparación y mantenimiento de bicicletas. Además, cuenta con su propio equipo ciclista.
Desde 2009, su negocio ha evolucionado de forma positiva. Hasta 2020, la demanda de servicios relacionados con las bicicletas fueron en aumento de forma exponencial, pero él siempre podía dar respuesta a sus clientes casi de forma instantánea. “Antes de la pandemia, el sector de las bicicletas crecía a buen ritmo”, señala a Capital Sport. Sin embargo, la situación dio un vuelco con la llegada de la pandemia.
Primero, las ventas disminuyeron en marzo de 2020 debido a las restricciones que trajo consigo el Covid-19. El tafallés se vio obligado a cerrar la tienda, tal y como sucedió con infinidad de establecimientos. Pero desde mayo de 2021, con la vuelta a la ‘normalidad’, se generó una repentina fiebre por las bicicletas, que disparó las ventas: “Tuve que coger gente para que me ayudase porque esto era una pasada. Se montaban un montón de bicicletas. La gente que tenía mucho stock en tiendas más grandes pudo generar bastantes ingresos. Se sacaron a la venta todas las bicis que había y se agotó todo”, rememora.
“Se desregularizó el mercado, empezó a faltar materia prima y, como consecuencia, hubo una subida de precios”.
Ese esplendor solo duró unos meses. Entre finales de 2021 y principios de 2022, las ventas cayeron por culpa de un mercado volátil. Y ahora, según explica el propietario de Txirrinta Bikes, la realidad a la que se enfrenta el sector dista bastante de aquel boom postpandémico. “Se desregularizó el mercado y empezó a faltar materia prima. Este fue el detonante. Además, los problemas para conseguir existencias elevaron los precios”. Una situación que, sobre todo, afecta a las pequeñas y medianas empresas. Y aunque desde su establecimiento detecta que la gente sigue queriendo comprar bicicletas, también ve un cambio en el comportamiento de los consumidores: “No se atreven a gastar tan alegremente como antes”.
CAMBIO EN EL MERCADO
Otro hándicap al que se enfrentan las empresas en estos momentos es que no pueden vender los productos con precios cerrados. Durante el tiempo que transcurre desde que solicitan los artículos hasta que los reciben, se van encareciendo las materias primas y los proveedores terminan vendiendo el producto por encima de la cifra establecida al inicio. “¿Cómo vamos a vender una bicicleta a una persona diciéndole que no sabemos cuándo le va a llegar ni cuánto dinero le va a costar?”, cuestiona Martirena. Por ahora, el propietario de la firma prefiere no programar pedidos para 2023, ya que aún no ha recibido todos los solicitados para este año.
“¿Cómo vamos a vender una bicicleta a una persona diciéndole que no sabemos cuándo le va a llegar ni cuánto dinero le va a costar?”.
“Lo que estamos haciendo es vender lo que ya tenemos pedido. Es decir, lo que compramos en julio del año pasado con un precio ya cerrado”, especifica.
En concreto, hace un año que encargó 120 bicicletas, de las que todavía debe recibir algunas. Martirena cuenta que los distribuidores establecieron un cupo de bicicletas para cada tienda para poder atender a todos los negocios. “Todavía estábamos en la efervescencia y se preveía que las compras seguirían siendo altísimas, pero luego todo esto bajó. En mi caso, pude hacer acopio de un 80 % de la cantidad que tenían registrada respecto a pedidos anteriores. Me arriesgué, gasté unos 280.000 euros y, gracias a eso, hoy en día tengo existencias. Me han ido sirviendo las bicicletas con goteo: unos meses cuatro, otros ninguna… De hecho, hay encargos que todavía no han llegado, que llevan un año de espera”.
La venta de bicicletas a consecuencia de todas estas circunstancias también ha bajado. “Yo estoy vendiendo por debajo de 2019 y los precios de las bicicletas y de las reparaciones han subido entre un 20 % y un 30 % respecto a entonces”, detalla.
EL EQUIPO CICLISTA
Txirrinta Bikes también participa en eventos deportivos con su propio equipo ciclista, que nació a la par que la tienda. Está compuesto por unos quince deportistas de distintas edades y categorías, que llegan hasta máster: “Solemos estar diez mayores y el resto niños. Aunque en el caso de los más pequeños, si se apuntan más siempre tienen cabida. Es un proyecto altruista, con el que no cobro cuotas ni nada. Alimento al equipo con las subvenciones que recibo del Ayuntamiento y con lo que puedo poner de mi bolsillo”. A sus 50 años, él también forma parte de la plantilla.
Después de dos temporadas en las que prácticamente no se celebraron carreras, este año ha vuelto la actividad con un mayor número de competiciones: “Hay una propuesta más amplia y, por lo tanto, se ha diversificado la participación en cada una. En mi club, esta temporada nos han becado a los chavales”, destaca.
Participar en estas carreras ayuda a dar visibilidad y presencia a la marca. En la actualidad, el equipo de Martirena tiene representación en diversas competiciones que llegarán a su fin poco antes de San Fermín: Greenseries (Vizcaya); Open de Euskadi (Gipuzkoa, Navarra y Álava); Caja Rural (Navarra y La Rioja) y Súper Prestigio (Comunidad Valenciana y Navarra). “Me preocupo por que demos una buena imagen, que todos los ciclistas vayan arreglados. Todo el mundo sabe que Txirrinta Bikes es un sitio serio”, remata.
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