jueves, 25 abril 2024

Las nuevas conquistas sociales de Cristóbal Colón

Hace más de cuatro años, aprovechando su presencia en Pamplona, hablamos con Cristóbal Colón sobre La Fageda, la exitosa empresa que había fundado y que da trabajo a personas con discapacidad psíquica y enfermedades mentales de La Garrotxa (Girona). La firma era rentable y una de las mejor valoradas del sector alimentario de todo el país, todo ello además al servicio de un proyecto social de calado. Hoy queremos saber cuál ha sido la evolución de La Fageda, de ahí que hayamos charlado de nuevo con Colón.


Pamplona - 13 noviembre, 2021 - 00:02

Cristóbal Colón visitó Pamplona para participar en el Congreso Nacional de la Empresa Familiar. (Fotos: Víctor Ruiz)

Cuando le preguntamos qué ha sucedido desde hace cuatro años, Cristóbal Colón responde «pues que hemos pasado una pandemia», como preguntándonos si nos parece poco. Enseguida añade que continúa con La Fageda, que el proyecto sigue siendo un éxito y está bien «valorado por los consumidores y la población en general». Al ser una actividad esencial, trabajaron durante el confinamiento y sufrieron brotes, «pero afortunadamente sin percances graves». «Lo gestionamos bien y, por eso, estamos muy contentos», añade.

Recapitulemos. En nuestra anterior conversación, nos contó que había nacido en Zuera (Zaragoza), ahora hace más de 70 años, y dejó claro que no es descendiente de quien desembarcó en América en 1492, pero juega con su nombre. Cuando apenas tenía 13 años, vio morir a su padre y empezó a trabajar con su tío, que era sastre. Después estudió Psicología y, al terminar la mili, visitó el psiquiátrico de Zaragoza. Lo que vio le dejó tan impresionado que decidió trabajar allí «para intentar mejorar algo» la vida de las personas usuarias.

«Militaba en el Partido Comunista y la Brigada Político Social presionó hasta que me despidieron del hospital, así que me tuve que ir a trabajar a manicomios de Barcelona». En ellos comprendió que el trabajo «es tan importante para la gente que le ayuda a vivir, y también que podía ser una herramienta terapéutica para las personas con una enfermedad mental o discapacidad psíquica».

Armado con ese convencimiento, emprendió actividades y proyectos que buscaban «transformar la vida de esta gente, sacarles de la monotonía de esos patios en los que no tenían otra cosa que hacer que consumirse». Contaban con algunas ocupaciones, «pero era hacer como si trabajásemos, estábamos jugando a trabajar«. Tras diez años en los hospitales psiquiátricos, entró en una profunda crisis profesional al comprobar que las mejoras conseguidas eran escasas y que tenía muy poco margen para avanzar: «Abandoné la psicología convencional al darme cuenta de que la única forma de ayudar a esta gente es montar una empresa de verdad».

«Nos equivocamos decenas de veces, pero detrás de un error siempre hay una solución».

Sus azarosos primeros pasos para poner en marcha el proyecto, cuyo objetivo era que las personas con discapacidad se sintieran útiles y capaces, podrían inspirar una película tragicómica. Su idea era buscar una masía para instalarse y producir o fabricar algo «que ya se vería lo que era». La localizaron en Olot y, en 1982, acompañado de su mujer, Carme Jordá, visitó al alcalde para explicarle el proyecto: «El pobre vio a un señor con pelos largos que decía que era Cristóbal Colón, que venía de un hospital psiquiátrico y que quería montar una empresa con catorce personas con enfermedades mentales, pero que no sabía lo que iba a producir. Me miró pensando que el enfermo mental era yo«.

Su proyecto social de La Fageda se ha consolidado gracias al éxito empresarial.

Sin un duro consiguió un crédito de 500.000 pesetas a un interés del 16 %. Y, con un puñado de colaboradores, se lanzó a la aventura. Lo intentaron con la imaginería religiosa, un fracaso al que siguió el del taller textil. «Nos equivocamos decenas de veces, pero detrás de un error siempre hay una solución».

Al final la encontraron en casa. La masía había sido una explotación ganadera y probaron fortuna con la producción de leche, aprovechando una parte para hacer yogures. Quienes los iban conociendo se convertían en fieles clientes que, además, fueron pregonando sus virtudes. Boca a boca, sin ninguna publicidad, la demanda fue aumentando y hoy producen una veintena de derivados lácteos y helados, además de conservas vegetales, con leche de la propia granja. Allí, las vacas son criadas con mimo y cuidados especiales, como la música clásica que suena en los establos.

«La Fageda es un proyecto social, que utiliza como herramienta una estructura empresarial».

Además, cuentan con brigadas de jardineros que son contratadas por ayuntamientos de La Garrotxa para el mantenimiento de sus zonas verdes, y reciben unos 50.000 visitantes al año en la masía, que también ofrece actividades asistenciales como servicios de residencia e integración social, terapia ocupacional o actividades de ocio y tiempo libre.

ESCUELA DE FORMACIÓN

Ya hemos llegado al presente. Antes de nada, nos recuerda que la filosofía de La Fageda no ha variado: «Es un proyecto social que utiliza como herramienta una estructura empresarial». Y recalca que «hacemos una actividad empresarial para resolver problemas sociales, ese es el orden». Ahí sí se han producido novedades porque ahora también acoge a jóvenes que están fuera del sistema educativo y no trabajan. «Tenemos el propósito de convertir todo el proyecto en una escuela de formación, con la filosofía de que el trabajo es una herramienta absolutamente indispensable en la vida de las personas».

Al producto tradicional, los yogures y postres lácteos, se ha unido una línea de mermeladas «que tienen muchísimo éxito». Pero Cristóbal Colón afirma que no buscan ser innovadores. «En ese sentido, carecemos de las capacidades y recursos que tiene una multinacional. Dejamos que otros innoven y abran mercados para colocarnos detrás de ellos ofreciendo las peculiaridades de nuestros productos: mejor calidad, más artesanal… Es nuestra estrategia». El reconocimiento por parte del consumidor es muy alto, ya que se ha posicionado como una de las empresas con mejor reputación del sector alimentario de todo el país.

«Cuatro o cinco productos de La Fageda se venden más en Cataluña que los equivalentes de Danone».

A pesar de sus limitaciones, la firma compite ventajosamente con gigantes. «Cuatro o cinco productos de La Fageda se venden más en Cataluña que los equivalentes de Danone. Para nosotros es una inmensa satisfacción no por superar a Danone, sino porque hemos podido demostrar que estas personas por las que nadie daba un duro, que nunca habían trabajado y que vivían unas vidas sin sentido, son capaces si se encuentran en un escenario adecuado y con las ayudas que necesitan, como todos necesitamos, de competir con grandes empresas que lo hacen muy bien». Tras una pausa, sin duda para evitar malentendidos, aclara que su mercado es Cataluña «no por el procés, sino porque somos pequeños y queremos movernos en un entorno pequeño«.

Le indicamos que probablemente habrá quién le haya sugerido que se dedique a ganar dinero. Sobre todo teniendo en cuenta su habilidad para ser un emprendedor de éxito. Pero, muy serio, rechaza la idea. «Me sobra el dinero que tengo, para mí es un medio y no un fin. Tengo el suficiente para hacer lo que quiero. Y, como por suerte quiero poco, necesito poco y puedo dedicar mi tiempo a otras cosas que considero más interesantes… ¡Es que lo tengo clarísimo!».

Cristóbal Colón abandonó la psicología tradicional, desanimado por la carencia de resultados para los pacientes.

Colón abandonó la psicología tradicional, desanimado por la escasez de resultados para los pacientes.

Luego, ¿La Fageda siempre será fiel a sus principios sociales? «Claro, claro, absolutamente. Es que no puede dejar de serlo. Siempre digo que yo solo soy el propietario intelectual de un proyecto que está bajo la figura jurídica de una fundación, con un capital protegido por la Administración, en este caso la Generalitat, gestionado por privados que no cobran un duro. Y, aunque este patronato tuviera la tentación de vender la marca, no podría hacerlo. El patrimonio está blindado con la fundación, he querido dejar eso bien atado. Porque tentaciones, haberlas, haylas».

Al ser un proyecto tan personal, tan ligado a Cristóbal Colón y Carme Jordá, nos cabe la duda de si les sobrevivirá. «¡Hombre, eso espero!», contesta abriendo los brazos, que después apoya sobre la mesa para proseguir su argumentación. «Somos conscientes del reto que supone la sucesión en cualquier ámbito donde ha habido un fundador. Por eso, hacemos todo lo que sabemos para que esté garantizada. Estamos muy ocupados en este asunto, pero no preocupados«.

Precisamente, la entrevista se desarrolla en el contexto del XXIV Congreso Nacional de la Empresa Familiar, donde el relevo siempre es un tema de vital importancia. «Mi hijo no está y se lo agradezco porque así tiene su vida independiente. Mi hija sí, pero no será la nueva directora general porque es psicóloga y, para dirigir esto, se necesitan otras habilidades», analiza.

«Tengo el suficiente dinero para hacer lo que quiero. Y, como por suerte quiero poco, necesito poco».

Su intervención en el congreso suscitó un gran interés. De hecho, fue muy reclamado por los asistentes. Le preguntamos qué le consultaban, pero desvía la respuesta con elegancia: «Lo que pretendo cuando me llaman para hablar en público es decir siempre la verdad, no tendría sentido no hacerlo, e intentar inspirar, remover, concenciar… Que la gente se haga preguntas que quizás no se hayan hecho hasta que me han oído. Y sí, se quedan sorprendidos al saber que esas personas que vivían en un estercolero, porque era eso, un estercolero, sean quienes hacen posible que estemos compitiendo con Danone. Eso es lo que pretendo, que se hagan preguntas y que encuentren las respuestas. No les voy a decir cómo lo tienen que hacer, les puedo decir cómo lo hago yo».

Comentamos que es una lástima que no existan más iniciativas como la suya, pero replica que sí las hay. «Quizás no tengan la relevancia de estar compitiendo con grandes multinacionales o de estar vendiendo a Carrefour o Mercadona, nuestro caso tiene esta particularidad un tanto sorprendente. Pero aquí en Pamplona, en Navarra, hay instituciones que trabajan con personas de estas características y lo hacen muy muy bien. Tasubinsa, por ejemplo. Y si te vas a Aragón, el País Vasco o cualquier otro lugar, encontrarás más organizaciones con una filosofía muy parecida a la nuestra».

Esa filosofía hace que las más de 300 personas que trabajan en La Fageda hayan pasado «a levantarse felices por la mañana porque se sienten útiles, saben que son muy importantes para la cooperativa y forman parte de un equipo». Es decir, porque «su realidad ha cambiado». Advierte de que eso no hace que se curen, pero sí mejora su autoestima y sentimiento de valía personal, con lo que también mejora su enfermedad «o al menos su control».

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