Como no puede ser de otra manera, desde el colectivo de arquitectos técnicos, ingenieros de edificación y aparejadores somos testigos de las nuevas maneras de entender el concepto de ‘vivienda’ que estos tiempos están acarreando. Al fin y al cabo, somos especialistas en construir, rehabilitar y mantener viviendas. Y, en ese sentido, siempre hemos estado al servicio de la sociedad para garantizar que esos lugares en los que vivimos sean lo más confortables y eficientes posible.
Nos encontramos en el periodo de presentación de aportaciones al borrador del ‘Proyecto de Decreto Foral por el que se regulan las condiciones mínimas de habitabilidad de las viviendas en la Comunidad foral’. Los ciudadanos disponen de la oportunidad de hacerlo hasta el 31 de agosto, mientras que los profesionales del sector también vamos a presentar nuestras aportaciones y sugerencias.
No solo esta normativa, cuyo anterior decreto vigente en Navarra fue aprobado hace ya dieciséis años, sino también las de carácter estatal, como las recientes modificaciones del Código Técnico de la Edificación, vienen remodelando las características técnicas de nuestros hogares. La revolución vivida en este sentido en los últimos años ha sido vertiginosa, y las viviendas que actualmente se construyen presentan importantes mejoras frente a las que se hicieron, por ejemplo, a principios de los años 2000, cuando el concepto ‘crisis’ aún no nos era tan familiar. Nuestras viviendas son en la actualidad mucho más eficientes en términos energéticos y funcionales, y el borrador del decreto del Gobierno de Navarra es exigente en términos de ahorro de energía y estima mejoras funcionales como la habilitación de cuartos de bicis o silletas de manera obligatoria. Todo ello siguiendo la tendencia general de estos últimos años.
“La revolución vivida en los últimos años ha sido vertiginosa, y las viviendas que hoy se construyen presentan importantes mejoras frente a las que se hicieron a principios de los años 2000”.
Pero lo cierto es que no solo la normativa cambia rápidamente. Si nos faltaba algo, a esta mutante realidad le hemos sumado un nuevo ingrediente: la crisis originada por la Covid-19.
Cada mes no tiene nada que ver con el anterior. Septiembre es un planeta lejano, que ya exploraremos, y este año 2020 es una continua caja de sorpresas. Estuvimos confinados en nuestras viviendas por motivos sanitarios. A la fuerza. No nos ha quedado más remedio que darnos cuenta de que el lugar donde vivimos, nuestra vivienda, es muy importante. Y especialmente si no puedes salir de ella…
No sabemos, tan solo intuimos, cuántos de los cambios que el Covid-19 nos ha traído, con su ‘amigo’ el confinamiento, vienen para quedarse. Está claro que hemos suspirado por balcones y terrazas y que su existencia en las viviendas se valorará cada vez más pase lo que pase. Hemos detectado también, algunos por primera vez, la necesidad de disponer de un lugar tranquilo, a salvo de interrupciones para poder teletrabajar, o quizás un cuarto rosa acolchado con apertura retardada, donde dejar a los más pequeños mientras al menos lo intentábamos. A algunos les han entrado ganas de instalar una piscina en el balcón y, si tuvieron la suerte de consultar a un aparejador cercano, a buen seguro que este les advirtió de los riesgos de que la piscina acabara en la planta de abajo.
QUEDA MUCHO POR HACER
Otro aspecto importante que podemos y debemos reseñar tiene que ver con el consumo energético. Afortunadamente, al menos el confinamiento nos llegó en marzo, donde los rigores del invierno ya no lo eran tanto. Sin embargo, la necesidad de mantener nuestra vivienda caliente en invierno -o fresquita ahora que el verano aprieta- a un precio razonable ya sabíamos que cada vez es más importante. A la angustia que nos causó la incertidumbre del confinamiento, en muchos casos hubiéramos tenido que sumarle la de cómo afrontar la próxima factura de la climatización funcionando las 24 horas del día. Muchas familias ya sufren la pobreza energética, pero la crisis incrementará su número. Reducir la demanda energética de las viviendas, mejorando el aislamiento de nuestros cerramientos y la eficiencia de las instalaciones, es un objetivo ineludible. El cambio climático no se ha ido. Nos acecha en la calle como el virus, y, al igual que ante este, tenemos que prepararnos como sociedad para hacerle frente.
“El cambio climático no se ha ido. Nos acecha igual que el virus y tenemos que prepararnos como sociedad para hacerle frente”.
Las administraciones y los técnicos trabajamos para solucionar estos problemas desde hace tiempo. Como indicaba antes, la revolución normativa y tecnológica que estamos viviendo en el sector de la construcción durante estos años es simplemente espectacular, y Navarra es puntera en cuanto a la promoción, desarrollo, investigación y ejecución de edificios de consumo casi nulo.
Nuestro colectivo sufrió la anterior crisis en primera fila de batalla, y probablemente su huella desarrolla la empatía. Esta nueva crisis afecta a muchos sectores, pero creo que en esta ocasión estamos siendo más sensibles con el drama que se vive en muchas familias. Se detecta en la sociedad más solidaridad. Comprar producto local o colaborar con ese restaurante al que tantas veces hemos ido son ideas que creo que estamos compartiendo.
Es por ello que los aparejadores, arquitectos técnicos e ingenieros de edificación queremos ser importantes en esa labor solidaria que como sociedad estamos acometiendo. Y seguiremos siendo el técnico de confianza que se requiere para llevar a buen puerto la construcción o reforma de nuestras viviendas.
Tenemos muchos cambios que emprender, la vivienda es uno de ellos y seguro que entre todos lo conseguiremos.
Javier Arana Garro
Arquitecto técnico e ingeniero de edificación
Vocal del Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Navarra