Cumplió 45 años el pasado 6 de septiembre. Pero Patxi Puñal, nacido en Huarte, siempre será el eterno capitán rojillo, máximo exponente de ese selecto grupo de jugadores cuya figura coinciden en ensalzar la crítica y la afición. De hecho, recientemente ha protagonizado la campaña de lanzamiento de las nuevas camisetas diseñadas con motivo del Centenario de Osasuna. Señal evidente de que su legado sigue vivo.
Por algo es el jugador con más partidos en el conjunto pamplonés. En concreto, 513. Colgó las botas en 2014, coincidiendo con el descenso del club a Segunda. Fue entonces cuando tuvo que plantearse un futuro que, curiosamente, no pasaba por los banquillos a pesar de que más de uno le veía con alma de entrenador. «No tenía claro hacia dónde iba a orientar mi vida. Tenía ganas de salir del mundo de fútbol, así que arrancamos un proyecto con doce socios y cuarenta trabajadores», señala.
Patxi Puñal: «He aprendido muchas cosas del día a día y también a base de palos. Cuando van mal las cosas en el mundo empresarial, te toca aprender más rápido que en el fútbol».
Ese proyecto fue el Centro Neurológico de Atención Integral (CNAI), ubicado en Imárcoain y donde ha aprendido muchísimo junto al médico Manu Murie y el gerente de la empresa, Patxi Ongay.
Desde hace algo más de un año, la compañía es gestionada por la firma madrileña Grupo 5 CIAN. «La experiencia es muy enriquecedora. Ver cómo mejoran los pacientes es lo que más vale. He aprendido muchas cosas del día a día y también a base de palos. Cuando van mal las cosas en el mundo empresarial, te toca aprender más rápido que en el fútbol», comenta el excentrocampista.
Puñal destaca lo difícil que resulta emprender, más aún si el cambio de profesión es tan radical. Pero, en su caso, ha merecido la pena: «Si llevas en el futbol veinte años, es difícil que tú solo valores la viabilidad de un proyecto. Por eso busqué gente que me asesorase. Es una etapa en la que he podido estar en contacto con pacientes, médicos… Y ese círculo es mucho más abierto que en el fútbol». Un intenso trabajo que le ha servido también para pasar más desapercibido en la calle. «Agradezco tener cierta tranquilidad. Antes estaba en el punto de mira de todos. Pamplona es una ciudad pequeña y muchos me paraban para animarme y otros me decían de todo, sobre todo si el equipo iba mal», rememora entre risas.
Patxi Puñal: «Si llevas en el futbol veinte años, es difícil que tú solo valores la viabilidad de un proyecto. Por eso busqué gente que me asesorase».
Ahora bien, no cierra las puertas a un posible regreso al mundo del fútbol. «Nunca se sabe porque el fútbol me gusta. Pero ahora tengo niños pequeños y quiero dedicarles tiempo. Además, también deseo hacer cosas que aporten a la sociedad. Y ver cómo personas con daño cerebral van progresando es muy gratificante», remata.
DEL FÚTBOL AL PÁDEL
Precisamente, otro de sus socios en el CNAI es César Cruchaga, casi dos años mayor que él y con quien también lidera un segundo proyecto: Navarra Pádel, un espacio deportivo con más de once pistas, donde el de Ezcároz ejerce como gerente y que ambos gestionan junto a Javier Pueyo y Eduardo Zabaleta.
Cruchaga, otro de los históricos capitanes rojillos y con 385 partidos en el club a sus espaldas, atiende a Capital Sport en pleno ajetreo de partidos. Quien portara el 7 de Osasuna echa la vista atrás para recordar cómo se lanzó al mundo empresarial: «Estaba en activo y mi cuadrilla empezó a jugar a pádel. En Navarra, en aquella época, aún no estaba muy de moda este deporte. Pero empezó a demandarse más y la idea surgió un día hablando con Eduardo Zabaleta. Comentamos la posibilidad de poner una pista en su huerta y, viendo que el coste no era muy grande, decidimos crear un club con cinco o seis. Ganamos el concurso público en Mutilva Alta, lo hicimos más grande de lo pensado en un principio y aquí llevamos ya diez años», detalla el exzaguero.
César Cruchaga: «Cuando abrimos, no era para ganar dinero. Pero veíamos que no lo íbamos a perder. La parte sentimental del negocio es muy importante. Ver a otras personas felices haciendo deporte… Eso no tiene precio».
Cruchaga todavía se acuerda de aquellos inicios, caso tan inciertos como los momentos actuales que viven las instalaciones deportivas ante las últimas restricciones impuestas por el Covid-19. Una etapa que fue «muy importante» en su aprendizaje como emprendedor.
«Osasuna me ofreció renovar un año más, pero al final decidí no continuar. Yo no era la persona adecuada para este negocio porque no tenía ningún tipo de experiencia empresarial ni sobre el pádel. Sin embargo, tuve cerca de mí gente que me supo asesorar», atestigua. Una oportunidad, la de montar su propio negocio, que le ha servido para disfrutar al fin de los fines de semana: «Cuando abrimos, no era para ganar dinero. Pero sí veíamos que no lo íbamos a perder. La parte sentimental del negocio es muy importante. Ver a otras personas felices haciendo deporte y que hablen bien de ti… Eso no tiene precio».
Tampoco oculta que el reconocimiento público logrado por él y por Puñal como futbolistas era un punto a favor de cara al negocio. «Cuando eres conocido, es cierto que no pasas desapercibido. Y tanto a Patxi como a mí nos ha venido bien para lanzar la empresa y abrirnos puertas». Eso sí, el pádel ha evolucionado muchísimo en los últimos años desde que naciera su empresa: «Antes había más demanda que oferta. Después ha aumentado la competencia y los gastos han subido, pero nosotros hemos mantenido los precios e incluso los hemos bajado».
César Cruchaga: «A la gente no la ves venir, te fías y te la clavan. Pero eso te hace espabilar y te sirve para gestionar una empresa con todas las garantías».
Preguntado por el futuro de este tipo de instalaciones deportivas, el de Ezcároz ve «difícil» que se construyan más en Pamplona, aunque «en el resto de Navarra puede que exista un hueco». Y, con su habitual naturalidad, también reconoce que en los negocios le han tirado algún «caño». «A la gente no la ves venir, te fías y te la clavan. Pero eso te hace espabilar y te sirve para gestionar una empresa con todas las garantías», sentencia.
EL JOSETXO FUNCIONARIO
Durante muchos años, Cruchaga compartió línea defensiva con José Romero, más conocido por la parroquia rojilla como Josetxo. Con 43 años y 314 partidos en Osasuna, vive una nueva etapa profesional como administrativo en el Área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Pamplona.
Josetxo Romero: «Dejé el fútbol en 2011. Me di cuenta de que quería dedicarme a mi familia y a mis hijas. Y así lo hice. Desconecté totalmente».
«Terminé en Osasuna, me fui al Huesca y dejé el fútbol profesional en 2011. Me di cuenta de que quería dedicarme a mi familia y a mis hijas, que entonces eran pequeñas. Y así lo hice. Desconecté totalmente. No me veía como entrenador u ojeador», detalla.
Quien vistiera el 14 de Osasuna vivió unos años de reflexión tras colgar las botas, en los que se centró en su formación: «Me puse a estudiar y, en aquel momento, salieron unas oposiciones para bombero. Me lo estuve planteando, pero vi lo que conllevaba. Y preferí no presentarme».
Sin embargo, se dio cuenta de que presentarse a unas oposiciones no era una mala opción para poder llevar el tipo de vida que anhelaba. «En 2015 salieron unas para administrativo en el Ayuntamiento de Pamplona, me apunté a una academia y me puse a preparar los exámenes».
Josetxo Romero: «En el fútbol vives en una burbuja. Ahora me toca tratar con mucha gente y ahí ves las cosas como realmente son».
Al final, logró su plaza y, unos meses más tarde, ya se encontraba trabajando, primero en una oficina de Atención Ciudadana y, más tarde, en el Área de Seguridad Ciudadana: «Ya llevo casi tres años allí y estoy feliz porque me gusta lo que hago. Ahora llevo el tema de multas, eventos que se hacen en la calle o instalación de terrazas».
Así que si uno tiene que hacer un trámite administrativo municipal, es posible que acabe encontrándose con él. De hecho, algunos ciudadanos, sin saber quién era realmente, le han hablado en algunas ocasiones sobre su enorme parecido con el exfutbolista…
Hoy, con la serenidad que da el paso del tiempo, quien fuera uno de los capitanes en la época dorada de Osasuna hace una lectura distinta sobre el mundo del fútbol. «Los deportistas de élite llevan una vida muy pautada. Vives en una burbuja y lo de alrededor es como que no existe. Ahora me toca tratar con mucha gente y ahí es donde ves las cosas de otra manera, como realmente son. Antes no era dueño de mi tiempo y ahora sí soy el dueño de mi vida», resalta.
CASTAÑEDA Y LOS SEGUROS
El madrileño Javier Castañeda es otro de los bastiones que lideró la defensa rojilla. En su caso, durante once temporadas. Con los 65 años recién cumplidos y tras superar recientemente un coronavirus que lo mantuvo ingresado dos semanas, sigue siendo uno de los jugadores del club con más partidos disputados (395).
Javier Castañeda: «En las concentraciones, leía revistas de seguros. Y durante mi etapa en el Castilla, el entonces vicepresidente del Real Madrid me inculcó el interés hacia este sector».
Castañeda, capitán y buque insignia del osasunismo en la década de los ochenta, recibe a este medio en su despacho, donde cuelga un cuadro donde aparece marcando a Diego Armando Maradona en El Sadar, durante la temporada 83-84. El astro argentino llegaría a decir de él que era un «excelente marcador, limpio y con una nobleza como pocos».
Ahora ejerce como director de su propia correduría de seguros, que fundó en 2007. Pero apenas dos meses después de haber terminado su carrera como futbolista en junio de 1991, ya se encontraba trabajando en el sector asegurador. «En las concentraciones, leía revistas especializadas en seguros. Y fue durante mi etapa en el Castilla cuando el entonces vicepresidente del Real Madrid, Javier Gil de Biedma, me inculcó el interés hacia este sector», explica.
Durante dieciséis años trabajó en otra empresa antes de crear su actual negocio. «Es un sector en el que tienes que estar en continua formación. He hecho mis cursos y he metido muchas horas. Al final, tienes que cambiar el chip. Pero, en mi caso, ha merecido la pena. Siempre me gustaron los retos. Me marqué mis objetivos y se han ido cumpliendo», subraya orgulloso.
El relevo generacional de la empresa está garantizado con sus hijas María y Natalia. Pero Castañeda no se ve dejando del todo el trabajo. «En el futuro reduciré mis horas, pero no tengo prisa por jubilarme. Si trabajase en la SEAT, me jubilaría a los 65 años, eso lo tengo claro. Pero este trabajo es muy gratificante para mí», incide.
Al evocar el pasado, no se arrepiente por no haber continuado en el mundo del fútbol tras su etapa como jugador: «Por mi carácter no hubiese valido para ser entrenador. Estuve casi veinte años de profesional, de los 18 a los 36 años. Y entrenas mucho, viajas mucho y tienes que dedicar un tiempo a la familia que esta profesión no te permite». Lo cierto es que su análisis no dista mucho del realizado por Josetxo. «Salir del fútbol era lo que quería cuando colgué las botas. Gracias a los seguros, he contactado con mucha gente de diferentes ámbitos y eso el fútbol no te lo permite. Es una burbuja», precisa.
Javier Castañeda: «El deportista debe emprender sobre algo que domine. Porque a muchos jugadores los han engañado».
El exrojillo también admite los riesgos a los que se enfrentan los futbolistas cuando desean emprender después de haber disfrutado de una vida acomodada gracias al deporte. Pero él se siente realmente feliz: «Había que apostar. Yo quise probar seis meses con los seguros para ver si tenía empatía y era capaz de captar clientes. A los cuatro años de haber montado mi empresa, ya tenía los ingresos del fútbol».
De todas formas, se muestra convencido de que es un privilegiado y de que no todos sus antiguos compañeros han gozado de la misma suerte: «He visto a algunos trabajar como representantes de vinos o de ropa que vivían de su imagen, pero no sabían de lo suyo. Yo me di cuenta rápido de cómo era este negocio. Aunque todo el mundo me recibía y, en ese sentido, reconozco que mi carrera de futbolista me ha ayudado».
Quizás por eso tenga muy claro que un deportista solo debe emprender en aquel sector o actividad en el que se sienta realmente cómodo. «Debe ser sobre algo que uno domine. Porque hay muchos exjugadores a los que les han engañado. Antes se montaban bares y pubs, pero el futbolista solo ponía la cara. Y como no sabía del negocio, acababa yéndole mal», remarca.
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