“Bueno para tu intestino. Cargado con 50.000 millones de cultivos vivos y activos. Es todo lo que deseas en un compañero de vida: belleza, inteligencia, salud y energía”. Así “vende” la americana Good Culture su leche que incluye el probiótico BC30 para mejorar la absorción de aminoácidos en el torrente sanguíneo. En dicho lanzamiento, esta firma ha involucrado a Dairy Farmers of America (DFA), una de las asociaciones ganaderas más importantes del país.
No es el único de los alimentos con probióticos en los que viene trabajando desde hace tiempo la industria agroalimentaria mundial. En China, por ejemplo, Nestlé comercializa los alimentos infantiles Garden of Life, que aprovechan el potencial de microorganismos y bacterias testadas en el laboratorio para impulsar el crecimiento y la salud inmunológica de los más pequeños. Por otro lado, en Singapur existe la posibilidad de mejorar la actividad del microbioma en el intestino desde la barra del bar. Solo hay que pedir la cerveza probiótica Grown up Yakult, entre cuyos componentes está el lactobacillus paracasei L26. Eso sí, su consumo debe hacerse a menos de cinco grados centígrados para que mantenga todas sus condiciones en un estado óptimo.
Por su parte, en España, AMC Natural Drinks está trabajando en un zumo probiótico con B.coagulans, que tiene potencial para prevenir enfermedades intestinales, y Mun Ferments promueve una kombucha con bacterias vivas, que ayudan a la digestión. En Navarra, además, Biosasun produce y comercializa un kéfir de agua con polifenoles de olivo, es decir, una bebida fermentada con bacterias vivas potencialmente probióticas (tres tipos de lactobacillus, bifidobacterias y lactococcus) que destacan por su capacidad para luchar contra la helicobacter pylori.
Grand View Research estima que el mercado mundial de los probióticos alcanzará los 113.820 millones de euros en 2030, con un crecimiento del 7,5 % anual
En estos tres proyectos ha participado CNTA (Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria) que dispone de ingredientes probióticos como una cepa de lactobacillus sakei con potencial antiinflamatorio, otra de lactobacillus alimentarius con potencial modulador de la respuesta inmune y una tercera de lactobacillus plantarum con potencial para luchar contra la obesidad.
Estos y otros casos demuestran que el movimiento vinculado a los alimentos con probióticos “está de moda”. Muestra de esa popularidad son algunas de las previsiones que manejan estudios y consultoras. Por ejemplo, Grand View Research estima que el mercado de los probióticos alcanzará a nivel mundial los 113.820 millones de euros en 2030, tras registrar una tasa de crecimiento anual del 7,5 %. Así mismo, CHR Hansen confirma que cerca del 75 % de los 15.000 consumidores encuestados en un total de dieciséis países (uno de ellos España) aseguró estar “familiarizado o muy familiarizado” con el término ‘probiótico’. No solo eso, lo relacionaron con conceptos tan positivos como ‘salud’ o ‘inmunología’.
COMERCIALIZACIÓN EN EUROPA
En el caso europeo, la comercialización de un alimento o bebida con probióticos debe tener en cuenta tres aspectos. En primer lugar, la forma de transmitir las potencialidades de este tipo de alimentos o bebidas. “La presencia de un aval científico ayuda a que el consumidor comprenda mejor las propiedades del alimento con probióticos y garantiza que la funcionalidad del alimento en cuestión es cierta”, asegura Raquel Virto, responsable del Departamento de Investigación en Microbiología del Área de I+D+i de CNTA.
En segundo lugar está el aspecto normativo. Aquí, Virto recuerda que “en Europa el uso de probióticos está sujeto a los requisitos generales del Reglamento (CE) nº 178/2002, relativo a la seguridad alimentaria”.
A todo lo anterior hay que sumar, además, la falta de un marco armonizado sobre cómo etiquetar estos productos, por lo que su legislación corresponde a cada Estado miembro. En el caso concreto de España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) no se opone al uso de la palabra en “productos alimentarios”. No obstante, recomienda que se haga con cautela “hasta que a nivel comunitario se regule el tema y sin ‘claims’ saludables asociados”. Como única excepción a este caso están “los cultivos vivos del yogur o leche fermentada que mejoran la digestión de la lactosa del producto en las personas con problemas para digerirla”. Precisamente, esta es la única alegación saludable aprobada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
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