En la última década, España ha vivido una avalancha de proyectos de energías renovables. Según datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales (Cogiti), las iniciativas revisadas por los profesionales de este sector aumentaron «un 280 %» entre 2019 y 2023, año en el que participaron en 24.107 iniciativas de esta industria. Pero, a pesar de su evidente papel protagonista en la transición energética, las empresas de renovables se enfrentan en paralelo a una problemática de calado, avivada al mismo tiempo que su actividad se intensifica: el creciente rechazo social en muchos lugares donde pretenden instalar sus parques eólicos y fotovoltaicos.
Navarra no es ajena a este fenómeno. «La gran afluencia de proyectos que experimentó el Ejecutivo foral desde que la normativa facilitó su implantación despertó, a su vez, una preocupación social que se puso de manifiesto en alegaciones en contra estas instalaciones», atestigua la abogada Amaya Sanz, cofundadora de Mediación Navarra. Por eso, la Dirección General de Energía del Gobierno de Navarra contactó en 2021 con esta cooperativa para que moderase las Mesas de Diálogo sobre el Cambio Climático y la Energía, que buscaban «abrir un camino de mediación entre los agentes del sector para neutralizar posibles disputas respecto a la instalación de energías renovables en el territorio». La iniciativa obtuvo el Premio Convive de Iberdrola en la categoría de Participación Ciudadana.
Mediación Verde centra su actividad en jornadas de sensibilización, sesiones de participación ciudadana, mesas de diálogo verde, mediación en conflictos y análisis de riesgos sociales
Sanz y Maite Ruiz, actuales socias de Mediación Navarra, conocieron durante estos encuentros a Lucas Monsalve, historiador doctorado en Desarrollo Rural y Energías Renovables con amplia experiencia en el análisis estratégico para empresas. Tras identificar «la demanda de estos servicios en el sector», los tres profesionales lanzaron Mediación Verde, firma de innovación social que gestiona conflictos suscitados por proyectos renovables. Un camino en el que recibieron el apoyo del Centro Europeo de Empresas e Innovación de Navarra (CEIN) a través de su programa Ruta31.
«Decidimos de esta forma unir dos grandes fortalezas de Navarra: las energías renovables y la mediación. Por eso, así mismo, decidimos crear la empresa en Pamplona, donde comparte de momento la oficina con Mediación Navarra», agrega Ruiz.
En concreto, su actividad se organiza en torno a cinco ejes: jornadas de sensibilización, que incluyen dinámicas para la recopilación de opiniones y sensibilidades; sesiones de participación ciudadana, que permiten un primer contacto con el territorio; mesas de diálogo verde para identificar intereses y canalizar posibles descontentos; mediación en conflictos, con el foco en la consecución de acuerdos; y análisis de riesgo social, que analiza los asuntos más relevantes que pueden afectar a la viabilidad de las iniciativas.
«En este sentido, no solo nos dedicamos a mediar en los conflictos ya existentes entre las empresas y las poblaciones donde se sitúan sus proyectos, algo que en el sector renovable se conoce como relacionamiento social. Trabajamos también para prevenir estas situaciones en colaboración con profesionales de áreas intangibles como psicólogos, abogados o expertos en comunicación«, desglosa Monsalve. Para ello, la firma cuenta con el conocimiento de sus tres promotores y el apoyo de otros tres profesionales, de modo que la plantilla suma seis personas en total.
PROYECTOS CON «LICENCIA SOCIAL»
En última instancia, el objetivo de Mediación Verde es propiciar que los proyectos de renovables obtengan la «licencia social». «En la actualidad, las iniciativas no solo deben ceñirse a la obtención de una licencia administrativa, que se centra en el cumplimiento de una serie de requisitos técnicos. También es relevante contar con la aprobación del territorio donde aterrizan. De lo contrario, por más hitos de control que superen, hay un alto riesgo de que no lleguen a materializarse por el rechazo social de los vecinos».
Entre los objetivos de su primer año de vida, la empresa navarra espera «consolidar su marca» en el mercado español, donde ya está gestionando «media docena de proyectos». Pero, al mismo tiempo, sus promotores estudian expandirse en Latinoamérica y Europa. «Entre nuestros clientes hay multinacionales que nos han hablado de proyectos fuera de España. Desde luego, estamos abiertos a acompañarles donde necesiten aproximarse a las poblaciones», remata Monsalve.