En 1969, hace ahora 50 años, la marca española SEAT estaba conquistando el mercado español en todos los segmentos, incorporando continuas novedades. El popular 600 ya había cedido el favor del público a la gama 850, más capaz, moderna y versátil. No en vano la componían una berlina con dos o cuatro puertas, un bonito y deportivo coupé y -desde 1969- un exclusivo descapotable.
Este último fue denominado 850 Sport, aunque era gemelo al 850 Spider de FIAT, pero los italianos -que eran hermanos, pero no primos- no quisieron que se emplease el mismo nombre. Dio igual, porque generaciones lo han conocido como 850 Spider y nadie se acordó de lo de «Sport». Hoy, para conmemorar su medio siglo de vida, los propietarios de estos vehículos están convocados a una gran concentración que tendrá lugar en la Casa de Campo de Madrid el próximo 23 de febrero.
En los ’70 fue muy popular entre las «niñas bien», a lo que contribuyó la cinematografía de la época.
Hablamos de un vehículo que empleaba un nuevo motor de mayor cilindrada, 903 cc, que daba alas a este pequeño biplaza de sólo 730 Kg de peso. Motor que también fue empleado en la «evolución» del 850 Coupé al año siguiente y que -lógicamente- fue denominado «Sport Coupé».
Ambos fueron coches muy exclusivos en su época, con notables prestaciones para su pequeña cilindrada y una estética italiana fuera de discusión; eso sí, acompañadas de un precio tan alto (138.000 pesetas de la época.) que los convirtió en auténticos «caprichos». Quizá por eso son piezas de colección muy buscadas. Baste decir que del Sport descapotable sólo se comercializaron 2.500 unidades hasta 1972.
UN LUJO DE OTRA ÉPOCA
Además, el 850 Sport sólo se vendía con capota de lona, aunque en su tiempo se podían adquirir techos duros de fibra de vidrio, procedentes de empresas de accesorios independientes. Algunos, similares a los del Alfa Romeo Spider, hasta realzaban su línea; pero hubo otros de los que periodistas de la época decían que, años después, «aún no se habían recuperado de la impresión».
Los chicos, por su parte, preferían el Sport Coupé, con su carrocería alargada y su poderoso frontal de cuatro faros.
Sin mucha protección anticorrosión, lamentablemente, buena parte de los 850 Sport han sido víctimas del óxido, pero otros muchos han sobrevivido hasta convertirse en codiciadas piezas de colección.
Conducir uno de ellos es un placer de otra era. Sentir el viento en la cara, manejar un gran volante con una dirección ligera, acostumbrarse a unos pedales desplazados hacia la derecha (el paso de rueda delantero impedía centrarlos) y oír allá atrás el ronroneo del motor 903, que empezaba a mostrar su caballería a partir de las 4.000 rpm, al abrirse el doble cuerpo del carburador. Y, sobre todo, disfrutar de la ligereza de un deportivo de menos de 1.000 Kg, que hoy es una auténtica utopía.
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