Miguel Iraburu nació en Pamplona, como su esposa y sus cinco hijos, donde también nacieron y viven su madre y cinco hermanos, aunque su padre era de Valcarlos. Estudió Ingeniería Industrial en Tecnum, en la Universidad de Navarra en San Sebastián y después hizo el programa de Dirección del IESE. Se trata de un hombre que ha ocupado los más altos cargos directivos en destacadas empresas de casi todos los sectores, y no se trata de ninguna exageración. Verán.
Empezó a trabajar en Bilbao, donde estuvo año y medio, hasta que le llamaron de Torfinasa (la actual TRW) y volvió a Pamplona. “Me gusta mucho el sector de la automoción y estuve 11 años, fue mi verdadera escuela profesional, pasé por calidad, ingeniería, comercial… la verdad es que fue un aprendizaje con un equipo estupendo del que tengo el mejor de los recuerdos”.
El salto a Madrid lo dio con 34 años, para hacerse cargo de la dirección general de ITT Automotive, y tras tres años en los que se familiarizó con la actividad internacional pasó a ser uno de los tres directores generales de Alcatel: “Una época apasionante, era un sector nuevo para mí, las telecomunicaciones, y me tocó de todo: una reestructuración importante, fundar una nueva empresa en el parque tecnológico de Málaga, traer la tecnología de móviles desde Japón, aquellos famosos maletines… “. Después fue presidente de Alshton, la multinacional ferroviaria francesa, en la que además tuvo su primer contacto con el mundo de la energía porque también hacía turbinas de gas y de vapor.
“Creo que habré estado, entre puestos ejecutivos y no ejecutivos, en empresas de unos 30 sectores diferentes”
En Alshton permaneció cinco años en los que tuvo especiales responsabilidades en Latinoamérica. Dirigía un equipo de 12.000 personas de las que 3.500 estaban en México. Su siguiente paso le llevó a la dirección general de Auna, el holding de empresas entre las que estaban Retevisión, Amena, Madritel o Supercable, con otras 12.000 personas a su cargo y de nuevo en un sector diferente. Cuando se vendió la compañía asumió la presidencia de Azkoyen durante siete años.
Cuando estaba en Alsthon comenzó a formar parte de consejos de administración de empresas tan importantes como Mediaset, representó a un fondo canadiense en CLH, estuvo en el consejo asesor de AT Kearney y ahora está en Islalink, la compañía de telecomunicaciones que tiene el cable submarino entre la península y Baleares. “Creo que habré estado, entre puestos ejecutivos y no ejecutivos, en empresas de unos 30 sectores diferentes”, nos aclara antes de que nos perdamos al echar cuentas, aunque luego aún añade más: la banca y las finanzas, porque ha sido vicepresidente del banco de inversión Ambers, y ahora trabaja en otro, Eurohold. Y continúa en diversos consejos.
Sin darnos tiempo a preguntarle cómo consigue atender a tantos frentes profesionales nos revela el secreto: “Es que soy un poco hiperactivo, y eso hace que tenga muchas inquietudes, muchas ganas de aprender”. De hecho, habla cuatro idiomas, español, francés, inglés y alemán, “y sigo trabajando mucho y sigo aprendiendo”. Aunque parezca imposible, además forma parte de la junta directiva del Círculo de Empresarios y está integrado en APD y en la Asociación de Navarros en Madrid, y en Pamplona “donde voy todos los meses y por eso estoy bastante al día de todo”, es miembro de la Institución Futuro y de Sociedad Civil Navarra.
NO A LA POLÍTICA, SI A LA EMPRESA
¿Un profesional de éxito? “Mi mayor éxito, con muchísima diferencia, es mi familia, tengo una familia fantástica. Los éxitos profesionales tienen fecha de caducidad, el tema familiar no”. Miguel Iraburu también concede una gran importancia a la sociedad civil, “de ahí mi interés en participar en diferentes instituciones, que me cuestan tiempo y dinero, porque creo que la sociedad civil debe jugar un papel mucho más activo que el que juega, yo he estado por motivos profesionales… no sé, en unos 70 u 80 países, y en muchos su papel es muy relevante. Aquí dejamos hacer a los políticos sin un contrapeso que les ayude también a acertar”.
“Navarra no es una región rica, sino que ha conseguido esa alta renta per cápita a base de hacer las cosas bien”
Quizás no le haya tentado probar suerte en la política, pero con su currículum e inquietudes parecería lógico que algún partido se hubiera fijado en él, y nos confirma que así ha sido, “he tenido alguna propuesta, no lo niego, pero no he dudado nunca. No es mi papel ni creo que sea mi perfil el adecuado… Es que me encanta el mundo de la empresa, me encanta, y como mejor puedo contribuir a la sociedad civil es haciéndolo muy bien en el terreno personal, familiar y profesional, y con mi colaboración en entidades que creo que pueden realizar una labor importante de cara a mejorar la sociedad”.
Dentro de esa faceta de militante de la sociedad civil “intento empujar lo máximo posible a nuestra tierra, cada vez que estoy con compañías o fondos de inversión internacionales siempre les hablo de Navarra”. Ese compromiso le ha llevado a aceptar la presidencia del Comité del Barómetro del Círculo de Empresarios, “es la segunda vez que estoy en su junta directiva, el nuevo presidente, John de Zulueta, me pidió que me incorporase y el 20 de marzo nos eligieron”. El Barómetro hace un diagnóstico de la situación competitiva mediante el estudio de índices de la economía española y su comparación con los mejores internacionales, “y a la vista de las conclusiones hacemos unas recomendaciones”.
NAVARRA, LUCES Y SOMBRAS
Iraburu desgrana las conclusiones del último Barómetro, en el que Navarra queda reflejada “con luces y bastantes sombras. Estamos, como en el caso de España, en un sitio fantástico, y también en ambos casos tenemos un concepto de nosotros mismos claramente inferior al que tiene de nosotros ahí fuera”. Añade que Navarra ha gestionado bien la crisis y ha mantenido una muy alta renta per cápita, “y ahí estamos por méritos propios. Mire, cuando gente de alto nivel pone en duda el tema de la Foralidad y del Convenio siempre digo que Navarra no es una región rica, sino que ha conseguido esa alta renta per cápita a base de hacer las cosas bien”.
Elogia a los empresarios navarros, su capacidad de competir en el mundo, “y esto da lugar a que seamos los número uno en empleo, con tendencia positiva además”, también a las universidades, entre las que destaca la Universidad de Navarra en la que su padre fue profesor. Califica de “modélica” la sanidad navarra, que ha generado una industria sanitaria en su entorno con empresas “muy buenas”, y cita también entre las fortalezas al sector agroalimentario.
“Me preocupa enormemente la desconfianza de los empresarios navarros hacia sus actuales dirigentes políticos”
Inicia el repaso de las sombras mostrando su “enorme preocupación por la desconfianza de los empresarios navarros hacia sus actuales dirigentes políticos, porque estamos en un momento en el que todos tenemos que trabajar juntos. La competencia empresarial y regional es tan importante que si los empresarios vamos por un lado y los políticos por otro tenemos un problema de la pera”. También dice que le duele “el recelo de los fondos internacionales hacia Cataluña y Navarra. Por mi trabajo estoy constantemente con ellos y, te lo puedo demostrar por escrito, me dicen búscame una empresa este sector y de estas características, pero que no esté en Cataluña o Navarra. Eso me molesta, ¡enormemente!”. A esos recelos y desconfianzas contribuye, en su opinión, “el tema fiscal, es un desastre, un golpe bajo a la competitividad navarra y de sus empresas, estamos mal en el Impuesto de Sociedades, en el IRPF en la cola de España, y mal en Patrimonio, Sucesiones y Donaciones. Con las tres vueltas de tuerca que se han dado al sistema fiscal vamos de mal en peor”.
No le sirve el argumento de que ha servido para cerrar el año con superávit, porque dice que “el déficit no se reduce aumentando los impuestos, sino reduciendo los gastos a base de innovación y de eficiencia“, y en ese sentido afirma que ha aumentado significativamente el número de trabajadores públicos, y sospecha que, en algún caso, “puede deberse a motivaciones políticas”.
“El aumento de trabajadores públicos en Navarra puede deberse, en algunos casos, a motivaciones políticas”
Nos hace ver su incredulidad ante “lo que está ocurriendo con el tren de alta velocidad y el Canal de Navarra, son fuentes de riqueza a medio plazo y el que el Gobierno de Navarra haya perdido el liderazgo en el tren no lo puedo entender. Bueno, sí, porque hace dos años dijeron que se oponían, también al Canal… ¡Es tan importante y ahí andamos, para adelante y para atrás!” También ve carencias en I+D, en transformación digital o en la educación en inglés, y apuesta por impulsar la Formación Profesional y la FP dual.
Para no cerrar la conversación con ese regusto amargo volvemos al terreno personal, a sus aficiones, porque Miguel Iraburu es capaz de sacar tiempo para jugar al tenis, deporte en el que es todo un campeón, “estoy entre los 10 primeros de mi club, es que soy muy competitivo, en todo”. Disfruta además con su familia, viaja, va al cine y se reúne con sus amigos. Aunque sea hiperactivo, tiene que haber algo más. “Sí, soy tremendamente organizado y meto muchas horas, no duermo mucho entre semana, nunca me acuesto antes de la una y me levanto a las siete. Bueno, y me ayuda tener una actitud positiva, soy un optimista incorregible”.
Salimos de su despacho después de casi una hora de entrevista, pensando ya en cómo resumirla, y al rato suena el teléfono: “Hola, soy Miguel Iraburu. Es que se me ha olvidado algo muy importante: no te he dicho que soy un futbolero total y un seguidor incondicional de Osasuna, a pesar de los disgustos que nos suele dar”. Queda dicho.